Evidente, el agua se agota

“Acabo de cumplir los 40, pero mi apariencia es la de alguien de 55. Tengo problemas renales porque bebo poca agua. No me queda mucho tiempo. Cuando tenía 15 años, todo era diferente. Había muchos árboles en los parques, las casas tenían jardines y yo disfrutaba de un baño diario”.

“El gobierno nos cobra por el aire que respiramos. 137 m3 por día por habitante adulto. La gente que no puede pagar es arrojada de las zonas ventiladas que están dotadas de gigantescos pulmones mecánicos que funcionan con energía solar. En algunos lugares, la poca vegetación que queda es custodiada por el ejército. El agua se ha vuelto un tesoro codiciado. Aquí no hay árboles porque no llueve, las pocas precipitaciones son de lluvia ácida. Se advirtió que “gota a gota se agota el agua” pero la generación del derroche no lo creyó”.

Este lamento es un extracto de un documento ficticio escrito por una muchacha a su madre desde el fututo (año 2050). Lo recibí hace un par de años atrás.

Según un borrador del informe científico del segundo grupo del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) a presentarse en Bruselas el próximo abril, para el año 2050 más de 1000 millones de asiáticos enfrentarán escasez de agua. Según la ONU, en la actualidad 1,100 millones de personas carecen del acceso al agua potable en el mundo, y otros 2,600 millones no tienen agua suficiente para la higiene personal. Hoy, al igual que otros días, morirán en el mundo 34 mil personas por no tener acceso al agua potable. Lo que más duele: De estos fallecidos, 4,500 son wawitas (niños).

El borrador del informe científico del segundo grupo del IPCC sostiene además que para el año 2080 la escasez de agua podría amenazar a 3,200 millones de personas, dependiendo del nivel de gases de efecto invernadero que la industria y los coches emitan. El mismo informe sostiene que mientras miles de personas mueran consumidas por la sed, otros tantos morirán ahogados por las inundaciones y sus consecuencias epidemiológicas. Esto sin tomar en cuenta la hambruna permanente, producto de las sequías y de las inundaciones. Para el año 2032 un 60% de la población mundial vivirá en regiones geográficas con escasez de agua. Perú es un ejemplo cercano: el 70% de los peruanos habita en la parte costera donde sólo disponen del 2% del total de agua que tiene este país, potencia mundial en reservas hídricas.

La FAO, luego de estudios científicos, recomienda que son necesarios 50 litros de agua por día para que cada persona pueda vivir dignamente. Pero los hermanos/as africanos/as tienen que caminar kilómetros para conseguir 10 litros de agua no potable. Mientras esto ocurre, los ciudadanos del norte derrochan más de 1000 m3 de agua potable por día. El 11% de la población mundial consume el 88% del agua potable del planeta.

El caos mundial que se evidencia por la mala distribución y administración del agua no es un fenómeno natural, ni mucho menos religioso. Es producto de nuestra conducta de despilfarro hídrico. Unos con mayor responsabilidad que otros. Cuando hayas terminado de leer este artículo, en tu barrio, millones de litros de agua se habrán desperdiciado por los caños mal cerrados. Y muchos otros seguirán consumiendo el agua embotellada por la Coca Cola (incluso más cara que la misma bebida gaseosa). Quizás sin saber que para fabricar un 1 litro de Coca Cola se contaminan 7 litros de agua. ¿Por qué será que la Coca Cola y la Pepsi, principales contaminadores del agua, venden agua embotellada? ¿Sabe Ud. quién importa agua italiana para que consuman los angoleños? En la actualidad el 10% de la distribución del agua está en manos de las empresas privadas, pero el objetivo de los mercantilistas es controlar la totalidad del agua que dejaron limpia.

La creación de una nueva cultura del cuidado del agua es nuestra única opción. La ONU y los estados podrán reconocer el agua como un patrimonio colectivo y el acceso a él como un derecho fundamental, pero en cada uno de nosotros está el poder para que no sean nuestros hijos/as quienes a cada uno de nosotros/as nos recriminen en el futuro por no haber actuado ahora.