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ARGENTINA - “La inseguridad para la clase media son los sectores de marginalidad y pobreza extrema, son los excluidos. En cambio, para estos sectores la inseguridad es el Estado”, Entrevista a Alejandra Vallespir

Leonardo Sai, Humano Buenos Aires

Jueves 27 de septiembre de 2007, por Chiara Sáez Baeza

13 de febrero de 2007 - Humano Buenos Aires - Alejandra Vallespir es socióloga. En el año 2002 publicó un libro que se llama La policía que supimos coseguir. Es un trabajo que da cuenta de un tipo de mirada que cierra la posibilidad de pensar nuestra sociedad. En esta entrevista, la dramática que nos atraviesa palpita con toda la dureza y velocidad del presente absoluto.

LS: ¿Lo nuestro es un abolicionismo dado vuelta?

(Risas)

LS: Las cárceles de Vigilar y castigar o las de la Constitución Nacional resultan hoy una utopía republicana…

AV: La cárcel está legitimada. Lo que se ha vuelto notoriamente utópico porque nunca existió —y ahora es más visible aún— es la idea de la resocialización.

LS: El discurso humanista-reformista.

AV: Exactamente. Primero: nunca existió. Esa idea de que en realidad la cárcel se volvió “humanista” porque antes era el Suplicio y ahora no, fue una consecuencia no deseada de la necesidad de generar fuerza de trabajo, de construir clase obrera durante el siglo XIX. No se buscaba una cárcel humanista, eso fue un efecto colateral. En el plano de los imaginarios sociales el discurso humanista sirvió como parámetro de legitimidad, mientras que en la materialidad, se construía fuerza de trabajo. La idea de resocialización no es más que buscar una finalidad a lo que no lo tenía. Lo que antes era castigo simple y llano, luego se buscó que además fuera “útil”. Eso es lo que se cayó. Ahora es suficiente con que les den cárcel, no importa si sirve o no sirve para nada.

LS: Mucha gente te dice “salen peor de lo que entran”.

AV: Fijáte que lo primero que piden es Cárcel. Por lo tanto, cuenta con legitimidad. Lo que ya no funciona en el imaginario es la resocialización. La cárcel está legitimada y en su cara más cruel: “que se pudran ahí adentro” “cuanto peor los traten más seguridad para nosotros” “ojalá que le pase a ellos en la cárcel todo lo que nos hicieron sufrir a nosotros”

LS: Función primaria: Poder desnudo, goce y venganza.

AV: Además, es la inseguridad invertida. La inseguridad para la clase media son los sectores de marginalidad y pobreza extrema, son los excluidos. En cambio, para estos sectores la inseguridad es el Estado ya que la policía es la única presencia del Estado que tienen desde la década del 90’. No hay presencia del Estado sino es a través del Estado policial.

LS: Esto implica que para esos pibes el primer dato que tienen de las instituciones es que están para matarlos.

AV: Sí. Además, tenés que sumarle a eso un enorme nivel de deserción escolar: Una institución como la escuela que está totalmente colapsada.

LS: Es el Estado contra ellos.

AV: Exactamente. Porque es la única referencia del Estado que tienen: la presencia policial, el Estado Gendarme. No conocen el Estado Benefactor. El Estado Gendarme es la primera imagen que tienen del Estado. Si a un chico de 13 años en Ciudad Evita le preguntas ¿Qué es el Estado? te va a decir: “Es la policía que me pega”. Esa es la referencia que tienen del Estado a los 13 años. Contrariamente a lo que se dice “en la década del 90 se retiró el Estado”, para estos sectores el Estado tuvo una superpresencia. Las grandes mega-cárceles se construyeron en los noventas. La represión subió en los noventas. El Estado se retira en su función de bienestar histórico pero marca la presencia en otros territorios: una sobrepresencia, más de lo que históricamente tenía. Me refiero al Estado represor.

LS: No se trata de “Estado Ausente” sino de eficacia selectiva.

AV: La cantidad de cárceles que se crearon te demuestra que no es un Estado ausente. Está presente de otra manera, y para otros sectores. Y de hecho las cárceles operaron en la década del noventa como funcionaron los planes de vivienda en el apogeo del Estado Keynesiano Benefactor. Salvo que en lugar de construir barrios y casas construyó cárceles pero es tan obra pública como la construcción de planes de vivienda. Con la diferencia que ahora no es el Estado el que construye, sino que es el que licita. La frase sobre “la ausencia del Estado” es una frase que sólo tiene resonancia en la pequeña burguesía, acostumbrada al trabajo estable, aportes jubilatorios y obra social. Frente a las leyes de precarización laboral de la década del 90, es ese Estado el que no está más, y de ahí lo de la “ausencia del Estado”, sin embargo el Estado siguió estando para los sectores más marginales, sólo que ahora en su cara de Estado Gendarme, y siguió estando para la burguesía en su cara de liberalización de todas las reglas que permitieron la concentración de capitales

LS: El derecho penal mismo tampoco existe…

AV: El derecho penal llega hasta las puertas de la prisión. El derecho llega hasta el juicio. Todo imputado tiene un defensor que es el defensor público si no puede pagar uno. Ese defensor, si es el defensor público lee el expediente la mañana antes del juicio y va a la sala a hacer la defensa. A suerte y verdad, ahí se decide si ese imputado, ahora procesado, y próximamente condenado, va a salir en tantos años o en tantos otros. Allí culmina la fase del “Derecho Penal”. Eso es el Derecho. El defensor público podrá apelar, más o menos, según posibilidades, ganas y cantidad de expedientes. Una vez que ese condenado ingresa en lo que se llama “el cumplimiento de condena”, el sistema de justicia se acabó. Hay jueces de ejecución penal –que son los que tienen que supervisar cómo ese detenido cumple su condena–, y son 3 para todo el país. La mejor suerte de un condenado es quedarse en algún megacomplejo cuyos índices de hacinamiento son altísimos. Si lo mandan a Rawson que se olvide de tratar con un Juez de Ejecución Penal, porque están acá: Lavalle y Talcahuano. Así que si tiene “buena suerte”, lo dejan en Devoto, Ezeiza o Marcos Paz y entonces va a poder tener contacto con su juez de ejecución penal, claro que a condición de vivir en el hacinamiento, respirando un aire inmundo, viciado, nauseabundo y en el medio de un nivel de ruidos, gritos y rejas que se abren y cierran todo el día, que le va a hacer perder notoriamente su capacidad auditiva, a riesgo de contagiarse cualquier enfermedad producto del mismo hacinamiento y la falta de higiene de los penales. Si tiene “mala suerte” lo mandan a cumplir la condena a una cárcel federal de alguna provincia, entonces va a tener mejor aire, sin tanto ruido y sin hacinamiento, pero claro, el costo de eso es no ver a un juez de ejecución en toda su condena, lo que significa la imposibilidad real de quejarse por los malos tratos, los abusos, las visitas familiares no respetadas –si las tiene– y los derechos pisoteados, como por ejemplo algo tan simple como que los informes lleguen al juzgado a tiempo para que se le pueda computar la condena en tiempo real. Es imposible juntar lo mejor de las dos opciones, no hay manera. Ese es el final del “Derecho”, porque justamente, hay aire limpio y hay menos ruidos, pero lo que no hay es “derecho”.

LS: La maquinaria te absorbe ¿3 jueces… nada más?

AV: 3 jueces de ejecución en todo el país, un defensor de ejecución y un fiscal de ejecución, con esa perspectiva la “justicia” en esa instancia es nula y la capacidad de reinserción también. Luego en la instancia de la libertad condicional el ahora nuevamente liberado, tiene que pasar obligatoriamente por el patronato del liberado que es una ONG, financiada por la Corte Suprema, y cuya finalidad –se supone– es la orientar al detenido que sale en libertad condicional hasta el cumplimiento de su condena: un poco de guía, ayuda, custodia y asistencialismo. Funciona en Tribunales, otra vez Acá. No tiene casi recursos. Hay “sucursales” en provincias. Pero posibilidades ciertas de operación sobre la realidad no tienen: trabajo no consiguen, vivienda no consiguen, como mucho cuatro días de hospedaje en una pensión barata, el pasaje de ida a Salta –o de la provincia de la que provenga el detenido o en donde tenga familia– y, después, al Patronato de Salta, que si el de Buenos Aires no tiene recursos, imaginate el de Salta!!!

LS: De seguir así: ¿Nuestro horizonte es “La Virgen de los Sicarios”? Te mato y luego te afano…

AV: La cuestión del delito como tal, solución no tiene. Ya Durkheim planteaba que hay grados que lo hacen más o menos tolerables. De alguna manera estamos en un proceso de sicarización, nada más que aquí no se llaman “sicarios” sino “pibes chorros”, pero el proceso de construcción que opera sobre esos sujetos es el mismo. Además a la problemática en sí misma se le cruzan otras áreas que tienen que ver con las políticas del Estado, las políticas económicas, etc, etc, etc. Por otro lado, esto que estamos viendo es el resultado de un proceso de deterioro muy largo, el mismo tiempo que llevó llegar hasta este nivel de degradación, es el que va a llevar salir. Además, la mejor forma de resolver este tipo de problemáticas no es trabajar únicamente sobre sus manifestaciones porque entonces se está trabajando siempre sobre la coyuntura y no sobre las causas: el problema de la violencia en las canchas –que es un delito– no está en las canchas. En las canchas manifiesta. El problema está en otro lado y manifiesta en las canchas. Se pueden cerrar los estadios eternamente y no por eso se anuló el problema, lo que se anuló es el fútbol. Pero esa violencia tarde o temprano se manifestará en otro lado. Hay que atacar una serie de cuestiones que tienen que ver con la marginalidad, con la exclusión, etc.

LS: La desigualdad económica estructural es la que va determinando la serie de manifestaciones. Resolver eso es otra sociedad…

AV: También es cierto que si para solucionar el problema hay que esperar un cambio total no se hace nada.

LS: Es que allí donde el sistema penal es más selectivo, está más legitimado. Al colectivero, a la puta, al estudiante de medicina no le vas a ir a hablar de “abolicionismos”.

AV: No, por supuesto. Aparte hay que tener una política sobre los medios de comunicación. No es posible tener un noticiero como Telenoche por poner un ejemplo —son casi todos igual de malos— que dura casi dos horas y es una máquina de desinformar: pasan 4 noticias en dos horas y las pasan 6 veces, porque primero opina el vecino, luego la maestra, luego el taxista, cuatro o cinco personajes para opinar sobre un kiosco que fue asaltado en el barrio, porque además, no los presentan a todos juntos sino que en un bloque del noticiero habla la maestra, en el otro bloque habla el taxista, en el otro el vecino, todos sobre el mismo kiosco. Por lo tanto una noticia muy simple como es “asaltaron un kiosco de La Matanza”, resulta que se vuelve una noticia/novela contada por capítulos, un capítulo en cada bloque. 4 o 5 entradas deportivas para mostrar que hubo un incidente en River. Y canales de 24 hs de noticias que repiten lo mismo una y otra vez. Cuanto más noticias policiales se pasa en un noticiero o en un canal de noticias, más se desinforma. Si asaltaron al quiosquero de La Matanza y vos no te enteraste no estás desinformado, ya que es un hecho tan puntual, tan individual, casi podríamos decir –irreverentemente– “tan nimio” que no estás desinformado. Lo que sucede es que lo pasan 20 veces a lo largo del día, o cuatro veces en un noticiero de casi dos horas. Eso genera: primero la imagen de que la inseguridad subió notablemente, segundo: que en La Matanza “no se puede vivir”, tercero: desinforma, porque todo el tiempo que se le dio a esa noticia a lo largo de dos horas es, obviamente, tiempo que no se le dio a otras noticias. Entonces, es una política. Empresaria, multimedial, de desinformación. El sentido común no racionaliza “ah si, es la misma noticia que ya la vi 4 veces”. Es el impacto lo que queda impregnado en el sentido común, es la sensación, esa sensación de que no se está seguro en ningún lado. Y además produce el comentario: “viste el kiosquero de La Matanza, pobre tipo, ¡qué hijos de puta!”

LS: Se revuelve en el sentido común, todo el tiempo.

AV: Exacto. A la vez que se desinforma. Luego, arman campañas –Clarín es un clásico en eso– presentan las famosas “olas”, una “ola” de pasajeros que asaltan taxistas. Luego una “ola” de taxistas que asaltan pasajeros. Ahora el Grupo Clarín están con la “ola de inseguridad en las rutas.”, como no encontraron tema en todo el verano, están con ese tema. Obliga al gobierno a hacer un control de alcoholemia, una campaña de medición de alcohol. En Telenoche pasan el clip con todos los choques en las rutas del verano, y con los titulares catástrofes “Otra vez La Ruta”. Todo esto, que parece que nada tuviera que ver con lo que estábamos hablando sobre la cuestión del delito y las cárceles, en realidad está íntimamente relacionado, ya que estas “olas”, estos “hechos de inseguridad”, estas “catástrofes en las rutas” que presentan los multimedios, sostenidos en el tiempo lleva a una reforma del Código Penal. Es decir que terminan imponiéndole la agenda al Estado en materia de seguridad. No en forma directa, no se sienta la noble viuda de Noble a la mesa del Estado a pedir que suban las penas, pero lo hace de manera indirecta, formando opinión pública, opinión pública desinformada por ellos mismos.

LS: Y la máquina se retroalimenta. Esta máquina se lleva una generación tras otra, y otra, y otra. Un piso “natural” de pobreza cada crisis.

AV: La necesidad de fuerza de trabajo se reduce generación tras generación por el avance tecnológico, eso genera además la exclusión. Automáticamente, el sistema va produciendo una masa de excluidos que no se sabe cómo insertarlos. Entonces, hay dos opciones: o se busca una salida que tiene ver con la redistribución, un proyecto de educación diferente o se los neutralizas depositándolos en algún lado.

LS: Depósitos de carne y mapa latino clásico.

AV: Claramente. Cada vez se necesita menos fuerza de trabajo para la reproducción del Capital. Buena parte de los trabajadores en la producción de algunos servicios trabaja 15 veces más de lo que históricamente trabajaba sin sentir que lo hace. Porque lo hace desde su casa, desde el mail, desde el celular, etc. Trabaja todo el día, pero no siente que esta trabajando todo el día. Eso sin contar que lo que el capital presenta como “comodidad” en realidad es parte de lo que lo beneficia en su propia acumulación, porque termina siendo financiado por ciertos trabajadores con capacidad operativa propia –obviamente no estamos hablando de quien tiene que estar 10 horas como recepcionista, ni del obrero que tiene que estar frente a la máquina invariablemente 8 o 10 hs diarias–. La “comodidad” de ciertos trabajadores de trabajar en su propia casa y enviar los documentos por mail, trae implícito que el trabajador se haga cargo de lo que antes se hacía cargo el capital, como por ejemplo el gasto de luz. Antes para trabajar el trabajador se trasladaba al lugar, y trabajaba allí. Ahora trabaja “cómodamente” desde su casa, pero también se hace cargo de la luz, el gas, el desgaste de su PC, etc., etc., etc. Eso, es financiar al capital. En eso es en lo que el Estado también está “ausente”. Se necesita un Estado separado —no del interés del Capital porque el Estado está para defender tales intereses, ya que hablamos de los límite del Estado Burgués en la democracia formal— sino de los negociados, por ejemplo, teníamos al Ministro de Justicia que era asesor de Techint, oh casualidad! que cuando el asesor de Techint fue Ministro de Justicia, pues Techint ganó las licitaciones para construir las cárceles. Granillo Ocampo era asesor de Techint cuando se presentan los pliegos de licitación para construir los mega complejos carcelarios de Ezeiza y Marcos Paz. La licitación la ganó Techint pero el otorgamiento no podía firmarlas Granillo Ocampo, era demasiado grueso. Entonces, le pasa la adjudicación a Jorge Rodríguez que era el Ministro de Trabajo, Rodriguez lo firma y se lo adjudica a Techint. Eso es lo que no puede pasar. Un Estado dentro de la democracia formal y en esos límites….

LS: Una especie de inclusión que, a la vez, tampoco resulta: planes sociales y ahora es así por la exportación. No hay Capital, hay subsidios.

AV: Los requisitos mínimos para conseguir un trabajo y el nivel educativo que tienen estos sectores se ha ampliado tanto que es imposible incluirlos en algún lado. Tendría que haber una profunda reforma, diría, una revolución educativa. Un chico, en la bajada del puente Pueyrredón, de 10 años limpiando palabrisas. Para que pueda incorporarse al sistema educativo de forma productiva tiene que haber una revolución educativa, en 5 años, de modo que si ahora tiene 10 años, a los 15 pueda reingresar al sistema educativo de manera que le sea útil. Y en 5 años sabemos que no va haber tal cosa. Ya es una generación perdida. A los 10 años ya es una generación que está perdida, y lo va a estar a los veinte, a los treinta y cuando tenga 70, si llega.

LS: Eso rediseña todo el mapa de lo que es una Ciudad. “La gente” se raja… al verde, verde de “las viudas de los jueves”.

AV: Sí, se van al country y después se matan entre ellos.

LS: En este esquema entramos en un cono sin salida. Soluciones obsoletas: la izquierda no tiene concepto para el presente. El tema de la seguridad es un tema que la izquierda no piensa, no tiene discurso y se lo regala, en bandeja, a la derecha. Eso le tranquiliza la conciencia porque los malos son los otros, y le hacen el trabajo sucio.

AV: El tema de la seguridad no es un tema para las izquierdas, ni las de más ni las de menos. No está dentro de su esquema de pensamiento y por lo tanto no ofrece ningún tipo de solución. Ni propuesta. Hagamos, simplemente, un ejercicio de imaginación: gana la izquierda. Y no hablamos de Lenin. Digo: Bachelet. ¿Qué hace? Chile no es muy distinto. Las izquierdas más radicalizadas, no las centro izquierdas que creen que el sistema puede ser más justo, “más prolijo” –diría yo casi cínicamente– sino las izquierdas más radicalizadas, las izquierdas revolucionarias piensan que una sociedad sin clase es una sociedad sin delito porque no hay propiedad privada, pero en realidad, no se trata sólo de propiedad privada, qué es delito y qué no lo es, es una decisión política y no un tema de propiedad solamente, por lo tanto no habrá hombre lobo del hombre, no habrá dominación de clase, pero eso no quiere decir que no vaya a haber delito. Habrá otros, pero delitos va a haber, porque siempre en toda sociedad existe el lugar de la prohibición, no importa si la prohibición la pone el Estado o la comunidad, siempre está el lugar de lo que no se puede hacer, ni material ni simbólicamente, siempre existe el lugar del tabú. Siempre. Y aún a riesgo de parecer una estructuralista ortodoxa, cosa que no soy, permitime que te recuerde que esto ya lo planteaba Levi Strauss. Pero las izquierdas revolucionarias, en una mala equiparación de propiedad a delito, no piensa en el tema, porque si no hay propiedad, no hay delito. Eso es un error y así es como deja el terreno fértil para la derecha, que es la única que aparece con soluciones, baratas, malas, y retrógradas, pero que al sentido común se le presentan como “soluciones sprayette”, “soluciones ya”: más cárceles, más penas y meter balas. Es bastante homogéneo el mapa en Latinoamérica. En Argentina, a la vez, se da una situación particular. La dirigencia política argentina entiende que el tema de la seguridad es un tema puramente local, un tema de Buenos Aires y no del resto del país. Aquél que pretenda ser un candidato nacional no puede hacer de este tema el eje de campaña. Es un error tan grande como un edificio. Es cierto que las manifestaciones de la inseguridad son diferentes en cada parte del país. Pero las represiones existen en todas partes, fíjate Santiago del Estero con los Juárez. Lo que es un tema de Buenos Aires es el imaginario de “inseguridad” de que vos salís a la calle y te pisa un barco. Eso no pasa en la Quiaca. Es el imaginario lo que cambia, no el problema. Cambia lo que se percibe en términos de inseguridad. No hay “tema de seguridad bonaerense” y luego el resto del país. La percepción, el imaginario es lo que cambia, pero el problema, no. Aún con imaginarios diferentes, el tema de la seguridad es nacional, sin embargo la dirigencia política piensa que es un tema estrictamente local, que no integra la agenda nacional.

LS: La derecha tiene soluciones para esto todo el tiempo; el discurso o la actitud, mejor dicho, de “mano dura” ni siquiera precisa fundamentación legal.

AV: Además, la izquierda lo regala. La derecha lo aprovecha y cuando fracasan ¿Qué es lo que dicen? Que no les dieron el tiempo suficiente para desarrollar lo que querían hacer. Nunca es que fracasaron porque el proyecto lleva en sí mismo el fracaso, porque es inviable, sino “porque no les dieron el tiempo suficiente para desarrollar lo que querían desarrollar”. Para la derecha la solución siempre está a la vuelta de la esquina. Pero en realidad la inseguridad en sí misma no es un problema sino que es el síntoma de una suma de problemas. “Inseguridad” es el rótulo para encorsetar una suma de problemas. Uno tiene que ver, como hablábamos antes, con la exclusión, masas de excluidos sin proyectos de nada, jugados y fugados en la vida, poblaciones suicidas como decís vos. Algunos se suicidan y otros matan (entre matar o morir no todo el mundo elige morir), luego, un problema de representaciones simbólicas: escuelas en ghettos, adentro y fuera del Country; adentro y afuera de la villa y funcionan como depósitos y reservorios igual que las cárceles. En la escuela van a comer. Van y vienen. Luego dan un paso más y están encerrados más tiempo y no salen más. Tampoco hay un proyecto educativo válido porque “La Escuela” es una institución de clase media y como tal para estos sectores se ha vuelto expulsiva. El valor simbólico de la educación es un valor de pequeña burguesía porque le permite la movilidad social ascendente. Al sistema educativo se lo carga con ese valor que permite esa movilidad porque hay una estructura que lo sostiene. En la pequeña burguesía la escuela no actúa sola, sino que está incluido en una estructura de tradiciones, capitales sociales y simbólicos –que no están en la escuela sino en el entramado de relaciones de los que concurren a esas escuelas–, todos esos capitales sostienen a la escuela, y por eso se deposita en la escuela –en las escuelas de la pequeña burguesía– la representación de futuro, pero despojada de esos capitales la escuela se estrella contra el piso. Despojada de esos capitales nos encontramos que finalmente, el padre que termino el secundario está tan desempleado como el hijo que no lo terminó. Por qué? y porque la escuela, tal como está hoy, no funciona para estos sectores. Los alimenta unos años, los “contiene” –de cierta forma, hasta cierto punto– pero no los saca del lugar de la exclusión en donde están empantanados.

LS: Tampoco es un problema nacional. Pero en Europa hay Estado.

AV: Y bastante más sólido que este. El problema más grande allí es la xenofobia. Lo que pasó en varias de esas sociedades es que en la posguerra aceptaron inmigración para hacer el trabajo de reconstrucción del país, desarrollando actividades que no aceptaban los propios ciudadanos. Después, esta inmigración tuvo familia, hijos, etc. Y los hijos quieren trabajar, y ahí comienza nuevamente el círculo porque trabajo es lo que ya no hay. Louk Hulsman recientemente me decía “en Europa el tema de la seguridad no está en el programa de nadie”, así que sí, efectivamente no es sólo un problema nacional. Ahora la comunidad económica europea está debatiendo si incorpora o no a Polonia. ¿Cuál es el problema? Como la legislación está unificada muchos trabajadores de países no tan fuertes (Portugal, por ejemplo) van a trabajar a lugares con una red social más sólida. Francia, por ejemplo. El problema, obviamente, se presenta en la población propia que clama ¡basta de recibir inmigración de otros países!

LS: Es un programa de derecha nacionalista-cristiana.

AV: Y se veían venir la masa de trabajadores polacos que iban a migrar de Polonia, a varios países de la Comunidad. Entonces pensaron una cláusula que por siete años no les permite a los trabajadores polacos moverse de Polonia. Es decir, dejan –si es que la dejan, porque aún no se decidió– a Polonia entrar a la Comunidad Económica Europea, pero a condición de que sus trabajadores no se muevan de allí. En cambio sí pueden circular los capitales polacos, las empresas polacas, esas sí pueden moverse. Y mientras tanto avanzan ciertos intelectuales enrolados en un discurso de derecha con un discurso que se pretende “científico - analítico”, como Giddens que sale anunciando: ¡Murieron la izquierdas! ¡Murió el Estado benefactor! ¡los que queda son los Capitales y el Mercado! LS: Fukuyama sacó un libro donde defiende el Estado. Los cagó. Él es más sofista que el resto, sabe jugar mejor, se caga en todos y en él mismo también. Se ríe de todos… AV: Y es esa cosa “movimentista pendular” que es tan flan como Negri, Hardt y otros varios. Es equiparable al proceso que se produce cuando se sale de la monarquía absoluta y se ingresa al Estado moderno. En varios países se descentra la monarquía y surgen los “primeros ministros” y el Estado Parlamentario, en donde el rey reina pero no gobierna, entonces surge una “rara avis” que eran los nobles, portadores de títulos pero con actividad burguesa, es decir, son nobles, pero reconvertidos en burgueses. Las ONG son un proceso similar. En el agotamiento del modelo del Estado Benefactor todos los que se caen del Estado son las ONG que surgen. No hay capacidad estatal y se vuelca a lo privado, y el Estado ya no se ocupa. Pero como necesitan capitales para funcionar empiezan a negociar préstamos con el BID, el Banco Mundial, etc. y cuando se los dan, junto con el préstamo les imponen el temario. Entonces, surge “el mundo ONG” muchas de ellas –aunque no todas, afortunadamente– con temas nimios, el tema es: “la defensa de la merluza”, hay cientos de ONGs que se ocupan de la no discriminación de los portadores de VIH –lo que está muy bien, por supuesto– pero no hay ni una sola que se ocupe de la no discriminación de los enfermos de chagas, eso es porque el temario de las ONGs es un temario extrapolado de otras latitudes. Mientras tanto, ese mercado de ONGs lo ocupan las ONG trasnacionales, con un discurso que es patético: “Aportá cinco pesos y te damos el diploma de militante”. Es toda una política de no movilización. “No hace falta que milites, suficiente con que aportes cinco pesos con tu tarjeta de crédito llamando al 0-800-Greenpeace”

LS: ¡Apretá el botón y hace la revolución por mail!

AV:Todo lo sólido se desvanece en el aire, decía Marx en el Manifiesto Comunista, pues… sólido no quedó nada, dice Bauman en la Modernidad Líquida. El poder se ha volatilizado. Finalmente todo es discurso. Fugacidad del discurso. Uno tras otros. En la década del cincuenta el discurso operaba sobre cierta materialidad, sobre un sujeto real, es el caso de Perón en el balcón de la Casa Rosada. El efecto de poder de ese discurso que operaba sobre los trabajadores.

LS: La palabra actuaba sobre lo real.

AV: Claro. Y ahora acá no. No hay reales, no hay sujeto histórico, no hay clase. Solo hay individualidades, sujetos fragmentados, para ponerlo en términos de Castoriadis

LS: No le hablás a nadie.

AV: Tenés sujetos delante de una pantalla. El discurso se reproduce pero nadie lo encarna.


http://humanobsas.wordpress.com/2007/02/21/entrevista-a-alejandra-vallespir-por-leonardo-sai/

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