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Democracia auténtica

Darío Botero Pérez

Lunes 5 de octubre de 2009, por Barómetro Internacional

Dos concepciones de la democracia

El concepto de la democracia directa es radicalmente distinto al de la democracia representativa. Supera con creces el que podría ser su más notable elemento en común: el derecho al voto.

En las democracias representativas, generalmente éste es el único derecho político del ciudadano común. Pero, para la democracia verdadera, el voto no es más que otro elemento, prescindible en el mejor de los casos, pues lo que se espera del ejercicio pleno de la democracia es el consenso.

Gato por liebre

Tampoco puede confundirse la democracia directa con la llamada democracia “plebiscitaria” (que sería parecida a -aunque de menor alcance que- la “participativa” [1]) Ésta no es la solución ni responde a las demandas y oportunidades de la modernidad no asimilada por los políticos profesionales. Se reduce al voto del ciudadano sobre propuestas inapelables, muchas veces elaboradas por especialistas ajenos a las necesidades e intereses de los afectados, aunque no sea sino por la inevitable subjetividad humana y el proverbial divorcio entre gobernantes y gobernados, usual en las repúblicas liberales de democracia representativa.

Más bien, el plebiscito es un recurso propio de demagogos populistas, consistente en acudir a los seguidores fanatizados para que refrenden los abusos del déspota. Algo muy distinto a la democracia directa, que se caracteriza por la participación del ciudadano, sin cortapisas, delegaciones, representaciones o exclusiones, en todos los asuntos que sean de interés público.

Incidentalmente, el ilegítimo referendo que los furibistas están resueltos a imponernos a los colombianos, convoca una masa de fanáticos bien cebados, acríticos y violentos, que niegan la democracia verdadera, la dignidad, la igualdad, la libertad; que extirpan la decencia mientras premian el crimen con impunidad eterna, admiración infinita y respaldo incondicional, como los que anheló el sacrificado héroe chileno Augusto Pinochet, tan mal pagado por las fuerzas de la decencia, que, a pesar de las canalladas de la derecha, no le perdonaron la traición a la humanidad que significó el asesinato de Salvador Allende.

Democracia plena

En cuanto a la siempre soñada por los hombres libres e íntegros, pero sólo hasta ahora posible, democracia directa, dada la insólita e inimaginable aparición del ágora virtual que es Internet, actualmente y como nunca, cada ciudadano puede ejercer sus derechos democráticos en vivo y en directo (en línea, según la terminología cibernética), desde la seguridad de su refugio; sin exponerse ni someterse a ninguna molestia. Es lo que la humanidad globalizada tiene a su disposición pero los líderes tradicionales no han podido asimilar. No quieren admitir que los ha vuelto superfluos, por obsoletos y limitados.

La naturaleza amplia y profunda del debate abierto y sin discriminaciones, rechaza elegir a toda carrera y sin mayor conocimiento, a unos individuos que buscan deslumbrarnos y convencernos de que son los más idóneos representantes de nuestros intereses. Lo real es que, si son sujetos racionales, los suyos son los intereses que protegen y fomentan. Y si no son racionales, pues son incapaces de defender cualquier interés de una manera efectiva.

En la democracia directa, lo esencial es la participación plena del ciudadano en la definición y protección del interés común, del cual la garantía de los derechos individuales es parte fundamental. Tal participación incluye el aporte de ideas, el cuestionamiento de las ajenas, el reajuste de las propias, en un proceso de retroalimentación, tan amplio y prolongado como el tema lo amerite y la ciudadanía lo exija.

Cuando se ha logrado entender cabalmente el asunto en discusión, con todas sus aristas, llega el momento de tomar decisiones que, de no ser unánimes, deben cubrir una mayoría calificada para que puedan adquirir carácter obligatorio para todos los afectados.

Politiquería, clientelismo y corrupción

Es algo totalmente distinto a la miserable feria de favores y a los inevitables nidos de corrupción que caracterizan la falsa democracia “representativa”. Ésta es una cueva de políticos. Vale decir, de los seres más sagaces e inescrupulosos de la sociedad; los enamorados del poder, enfermos de ambición.

La democracia directa o auténtica rompe con camarillas, grupos, partidos y sociedades secretas o de beneficio mutuo. Acaba con los especialistas del poder, ajenos al ciudadano del común pero cabalgando sobre él [2]. Todo lo hace público para que no puedan conspirar impunemente contra la libertad ajena los que “trazan las políticas” a las espaldas de los demás y contra sus derechos, como el del libre albedrío o, el consagrado en Colombia, al libre desarrollo de la personalidad.

Conquista universal

La verdadera democracia es una conquista que ha costado siglos de luchas y ríos de sangre, pero, por fin, está al alcance de la persona del común, del individuo corriente, del humano sin pergaminos, como su más sagrado derecho, el que le garantiza los demás; el que siempre le han arrebatado, hasta hoy.

¡El reto es definitivo! ¡La oportunidad es única!

Estamos hartos de tanto fanatismo excluyente, discriminatorio, elitista; de todas las eleusis, francmasonerías, sionismos, nazismos, opusdeísmos, estalinismos, de todos los totalitarismos repugnantes, en fin. No soportamos más tanta farsa y arrogancia estúpidas; tanta “superioridad” tan inferior e incapaz, tan secreta en sus bases y tan despreciable en sus payasadas públicas; tan falaz, tramposa y mortal.

Reclamamos la igualdad, la libertad y la fraternidad. Ya es hora de que sean reales para las mayorías en vez de un embeleso para sobrevivir con la ilusión de dignidad, en medio de una vergonzosa realidad de esclavitud insuperable.


dario-botero[AT]otmail.com

responsabilite


[1Según la Directora de Investigación Científica de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Leticia Salomón “La democracia participativa es una nueva propuesta que hace que el sistema político se "cierre" a la idea de la encuesta, aunque fuera de mera opinión” (Honduras: La oposición nacional al golpe de Estado se convierte en fuerza social, Jennifer Moore ALAI AMLATINA, 15/09/2009 * Lea el artículo completo en: http://alainet.org/active/33047
 Jennifer Moore, periodista canadiense independiente, reportó desde Honduras para ALAI y FEDAEPS)

[2Leticia Salomón “atribuye la fuerza de la oposición actual al golpe de Estado a su capacidad de encontrar un terreno común entre los diversos sectores a través de esta misma oposición, más que en la adhesión a un partido o ideología en particular, y cree que se prolongará más allá del período actual. Con un sentido de esperanza, declara, “No importa quién gane las elecciones de noviembre. El próximo gobierno tendrá que lidiar con una fuerza social de envergadura que está en este momento, si quiere mantener una mínima gobernabilidad en el país”. (id.) (subrayas agregadas)

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