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Ante obstáculos casi infranqueables

COLOMBIA - Juan Manuel Santos pretende llegar a la presidencia

Ernesto Wong Maestre

Lunes 22 de marzo de 2010, por Barómetro Internacional, Ernesto Wong Maestre

Diversos obstáculos para llegar a ser Presidente de Colombia serían muy difícil de vencer por Juan Manuel Santos si éste no realiza de inmediato, como candidato presidencial, una autocrítica convincente ante la ciudadanía acerca de cinco actuaciones que lo comprometen con una imagen que no es aceptada por la mayoría de la población, ni por la propia clase dominante, referida a lo que debe ser un presidente de una república.

En el caso de Santos, éste tiene una imagen que está precisamente identificada con una posición política agresiva y con conductas que acarrearán muchos problemas a la necesaria estabilidad política de Colombia, pues la guerra no es la solución del conflicto colombiano y menos apoyada por una potencia extranjera.

Dos de esas actuaciones conllevaron a una masiva andanada de críticas de la sociedad colombiana y de la comunidad internacional, mientras que otras tres, son percibidas de forma polémica e inquietante para muchos sectores colombianos.

Falsos positivos y desacreditado internacionalmente

Respecto a las primeras dos, comencemos por recordar que la sociedad colombiana reconoce la responsabilidad de Juan Manuel Santos en las decenas de civiles vilmente asesinados por las Fuerzas Armadas, en su etapa de Ministro de Defensa, bajo el falso argumento de que “eran guerrilleros”, lo que es conocido como los “falsos positivos”. Ello es un factor adverso para las aspiraciones de Santos. “La mayor vergüenza” de Santos, así lo calificó una analista del diario El País de España.

Centenares de hijos, hijas, sobrinos, sobrinas, nietos, nietas, hermanos, hermanas, madres, padres, de esos inocentes civiles, presienten el futuro peligro y se preguntan ¿por qué vamos a elegir a un presidente que permitió cuando era ministro afectar a mi familia ¿qué no podrá hacer siendo presidente?

Operación Fénix y deterioro de relaciones con Ecuador y Venezuela

Un segundo factor es el referido al papel de Santos en el diseño y ejecución de la llamada operación “Fénix” que alcanzó su clímax en el bombardeo del territorio ecuatoriano de Angostura, generador de 26 muertos, y, al parecer, concluyó con la manipulación de la supuesta computadora portátil del líder guerrillero Raúl Reyes para involucrar, poco a poco, y según sea necesario, a diversos adversarios que EEUU y Colombia -como aliados incondicionales que son- perciben como peligrosos para sus intereses. Incluso, en la operación Fénix participaron activamente logísticos y tropas del Comando Sur de los EE.UU. acantonados en la base de Guanta, Ecuador, según dictaminó la Comisión Presidencial ecuatoriana que investigó la masacre.

Ahora, la computadora de Reyes continúa siendo usada como un “comodín” o como un sombrero de un mago, del cual pueden salir misiles nucleares, aliados ilógicos de las FARC o fábricas para enriquecer el uranio de Irán. En fin, cualquier cosa que pueda ser motivo de campañas de publicidad negativa preparatorias para desencadenar agresiones a otros países en función de los intereses de la Casa Blanca.

Esto comienza a rayar en lo ridículo y lo vergonzoso pues el gobierno colombiano desea normalizar las relaciones con Ecuador, pero le niega, después de prometerlo, la copia de la laptop de Reyes al presidente Rafael Correa, mientras que se la ofrece, o se la entrega como “información confidencial” a un juez español de la Audiencia Nacional vinculado a Aznar y al Partido Popular y que también sostuvo conversaciones con las FARC y con el propio Reyes en el 2006, lo cual resulta indignante para Ecuador y Venezuela, y para todo gobierno que aspire a recibir un trato digno y acorde a los principios del derecho internacional.

La población honesta y justa, que es la mayoría de Colombia, se pregunta ¿un violento agresor como Santos podría ser un presidente ponderado para promover las buenas relaciones con Ecuador y con Venezuela?

Sin dudas, la respuesta está en los propios artículos y editoriales que ha diario se publican en la prensa colombiana donde se menciona el alto índice de desempleo, rayando el 14% y un empleo informal por el orden del 60%, en el cual tuvo parte de responsabilidad Santos como miembro del Gabinete, y esos mismos editoriales o artículos demandan o sugieren la necesidad de una mejoría de las relaciones bilaterales con Ecuador y con Venezuela, sobre todo con el gobierno del Comandante Hugo Chávez que llevó el monto del intercambio comercial con Colombia de mil millones a 6 mil millones de dólares y propuso a Uribe emprender conjuntamente varios proyectos de gran envergadura internacional, beneficiosos para ambas sociedades, incluidos los empresarios colombianos que tomarían parte en varios de ellos.

Cuando Juan Manuel Santos, de forma arrogante, se jacta y se enorgullece de ser seguidor de las políticas de Álvaro Uribe, también le está mandando el mensaje negativo a los electores de que las relaciones con Venezuela y con Ecuador no mejorarán con su presidencia, sino que podrían empeorar, aún cuando él diga otra cosa o trate de persuadir a los electores dudosos sin partidos, los cuales están proliferando en Colombia debido a las incongruencias y consecuencias de las políticas aplicadas por Uribe y de las cuales Santos se siente “totalmente identificado”.

Identificado con Uribe y sus políticas antisociales

Entre las consecuencias de las políticas de Uribe, una espeluznante que los medios de comunicación de las transnacionales la pasan por “inadvertida” es el alto índice de desplazados forzosos hacia el exterior, uno de los más altos en el mundo. Además de las vicisitudes objetivas que deben enfrentar, los desplazados dejan de ejercer la ciudadanía, dejan de ser electores en el exterior, por sus precarias situaciones en los países a donde llegan y que por no disponer de recursos se ven imposibilitados de regularizar sus papeles, pasaportes, visas de tránsito, residencias migratorias, etc, pasando así las penurias más difíciles que en lo más profundo de sus corazones se las cargan a los gobernantes colombianos y que por motivos de seguridad lo guardan muy adentro sin poder expresarlo, ni en los medios de comunicación, ni en el voto.

En cuanto a los residentes en Venezuela, seguramente, por otras vías comunicacionales, habrá una mayor influencia sobre la sociedad colombiana por parte de esos cinco millones de inmigrantes y residentes colombianos, beneficiados por las políticas sociales para todos impulsadas por Chávez, que le generan a ellos y a sus hijos, más seguridad, más salud preventiva, más educación, más universidad, más deporte, mejores trabajos, más disfrute en playas y en centros de recreación, alimentación gratuita en las escuelas y subsidiada por los proyectos de distribución masiva de alimentos como Mercal o PDVAL, gasolina subsidiada para todos en cualquier punto del país, donde llenar un tanque de 60 litros cuesta el equivalente a unos 2 dólares, entre otros múltiples beneficios.

Esa comunidad colombiana sabrá y deberá informar la verdad de lo que ocurre en Venezuela a sus familias en Colombia, con argumentos irrebatibles, para votar por aquel candidato colombiano que responda sinceramente al hermanamiento con Venezuela que siempre fue la aspiración de El Libertador.

Imagen de antivenezolano

El cuarto factor adverso para Santos lo constituye la expectativa y clima que él mismo creó -junto a su equipo del Estado Mayor- en torno a una supuesta amenaza militar de Venezuela, precisamente cuando estaban en plena reanimación las relaciones entre Venezuela y Colombia, por iniciativa de Chávez y a través de la compleja vinculación con el impredecible presidente Uribe. Véanse los hechos, ordénense en el tiempo, evalúense con objetividad, y se comprobará quienes son los responsables del deterioro de las relaciones entre uno y otro país.

Luego de los últimos acontecimientos que culminaron con la decisión de la Corte Constitucional de declarar inexequible la Ley mediante la cual se realizaría un referendo sobre la posibilidad de un tercer mandato consecutivo de Uribe, no debe quedar dudas en reconocer que a Uribe, más de un allegado aliado o subordinado “le cortó el piso” o lo dejó “colgado de la brocha” a instancias –posiblemente- de una exigencia de algún poder extracontinental que también actuó en los lobbys del Congreso de EEUU para no aprobar el TLC con Colombia, en detrimento del poder político de Uribe y como una clara señal de que en el seno del complejo militar industrial comunicacional (CMIC) de EEUU no había consenso para aceptar un tercer mandato de Uribe según los planes expansionistas del CMIC.

¿No fue el diario Tiempo uno de los periódicos de la familia Santos y que tres semanas antes del pronunciamiento de la Corte Constitucional venía publicando artículos sobre el desastre social y económico de Colombia y hasta un editorial proyectándose contrario a la reelección de Uribe?

No es casual entonces que en los últimos dos años, sobre todo a partir del bombardeo de Angostura, el presidente Uribe comenzó a mostrar una conducta diferente, ambigua a veces, sujeta a alguna presión interna y externa dirigida a empeorar las relaciones con Venezuela, provocando con la acción guerrerista contra Ecuador, dada la alianza Ecuador-Venezuela, que Chávez adoptara la conducta defensiva correspondiente, a tono con el ataque armado de Colombia, todo lo cual necesariamente comenzó a enrarecer el clima de las relaciones entre Colombia y Venezuela, y en ese entorno, el CMIC, por sus vías de acción, agitó los ánimos santanderistas en la sociedad colombiana, llegando el antivenezolanismo a alcanzar niveles increíbles en los medios de comunicación, con su impacto lógico en la sociedad.

Si la iniciativa de los proyectos conjuntos partió del Presidente Chávez, ¿cómo va pensarse que de Venezuela partió la amenaza hacia Colombia? Sería un razonamiento ilógico.

Si la paz es una condición indispensable para la prosperidad del socialismo bolivariano ¿cómo va a pensarse que en Venezuela se enarbolan las banderas de la guerra? El socialismo llegó al mundo en 1917 cuando el pueblo ruso fue sacado de la 1ra Guerra Mundial por los nuevos gobernantes socialistas y de ellos se generó el primer Decreto por la Paz que conoció la humanidad. Desde que el mundo se encaminó al socialismo -con sus altas y sus bajas- como modelo y práctica de vida por más de 2 mil millones de personas en varias partes del mundo, las guerras mundiales se han proscrito.

Cuando el socialismo bolivariano llegó a Venezuela, a partir de 1999, la anterior conducta gubernamental venezolana de enfrentamiento armado dio paso a una conducta de amistad hacia Colombia, aún ante los vientos de guerra que soplan desde las 7 bases militares yanquis establecidas en Colombia a partir de 2009. Esa es la historia actual.

“Cría cuervos, y te sacarán los ojos” reza el dicho popular que vale aplicar para Uribe o para Santos. Los oficiales que se le subordinaron política y militarmente para enfrentar la supuesta amenaza militar de Venezuela, ahora se afilan los dientes junto a los altos oficiales del Pentágono y de la CIA, para tratar de culminar, por cualquier vía, el proyecto iniciado por Santos, con o sin él: acabar con el modelo bolivariano y con el liderazgo del Comandante Chávez, antes de que esos casi 5 millones de colombianos residentes en Venezuela se conviertan en un factor influyente en la transformación del modelo capitalista explotador colombiano, el cual, a través de la llamada “seguridad democrática” o futura “prosperidad democrática”, pretende llevar a la sociedad colombiana a mayores niveles de subordinación hacia Europa y hacia EEUU, a través de los onerosos tratados de libre comercio (TLC).

Ese tipo de “prosperidad” la proclamó, el entonces presidente mexicano Fox y otros que le antecedieron, cuando se referían al TLC firmado con EEUU y Canadá, a su pueblo descendiente de los aztecas, mixtecas, zapotecas, tlaxcaltecas, purepechas, oaxaqueños o xalapeños. Las actuales generaciones de mexicanos están cosechando la “prosperidad” que significa las cruentas guerras citadinas entre bandas apertrechadas militarmente y la policía o ejército mexicano con centenares de muertes al mes, o lo que significa que Estados y regiones completas estén bajo el control de los narcotraficantes, o lo que significa que los agricultores se arruinen por la competencia y condiciones desiguales en que unos y otros se enfrentan a las poderosas transnacionales europeas y norteamericanas.

México es un desastre para todos y EEUU es el responsable. Ello se reflejó en la firmeza de la decisión del presidente Felipe Calderón de no invitar al presidente golpista de Honduras a la Cumbre de Cancún, interpretando el sentir de la mayoría latinoamericana y caribeña, y en el protagonismo histórico de ser la sede donde se creó la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CEALC) sin la participación de EEUU ni Canadá.

Los electores y grupos empresariales colombianos tendrán muy en cuenta todo lo que ha venido ocurriendo en México, porque lo que ha pasado hasta ahora en la sociedad de Colombia pudiera ser sólo una pequeña muestra de lo que pudiera convertirse el país, bajo el total control de EEUU, como hoy ocurre en Afganistán o en Irak, si EE.UU. percibiera que fuese necesario llegar hasta ese nivel.

Operaciones de guerra contra las fuerzas de resistencia y promoción de las guerras civiles mientras las transnacionales de EEUU se llevan los recursos energéticos y explotan directamente el negocio de las drogas, y desplazan hasta a los mismos empresarios criollos, es lo que se puede esperar del gigante del norte. Es una situación muy bien conocida en el llamado “tercer mundo” y que meses atrás el líder cubano, Fidel Castro, la denominó, en el caso de Colombia, “una colonia yanqui”.

Compromisos con Estados Unidos por encima de América Latina

Y es aquí donde aparece el quinto factor adverso para las aspiraciones de Santos: su compromiso con EEUU en la política antibolivariana y por ello, antivenezolana, y en la política neocolonial que pudieran convertirlo en un simple lacayo y que por ahora le garantizaría el apoyo para llegar a la presidencia de Colombia, sea por debajo de cuerdas o abiertamente como lo ha hecho el Director de la CIA o el Jefe del Comando Sur de visitas en Bogotá, o como lo hace la propia embajada de EEUU, el departamento de Estado y del Pentágono a través de las cadenas de medios transnacionales de comunicación.

No habría muchas dudas para comprender que el candidato ideal para los intereses del CMIC de EEUU es Juan Manuel Santos, un ex ministro de Defensa, economista y comunicador dueño de medios, los tres componentes del complejo guerrerista de EEUU.

Una contienda electoral con posibles sorpresas

A partir del 15 de marzo en que se define el candidato del partido Conservador, hasta mayo de este año en que se realizarán las elecciones presidenciales, la batalla electoral se pondrá más complicada, lo cual indica que anunciar la victoria será una difícil misión para cualquiera de los candidatos, sea en primera o en segunda vuelta electoral, debido a las diversas contradicciones existentes, al interior de la propia clase dominante colombiana que controla el poder, y que se acrecentarán en torno a los factores antes apuntados.

El pueblo colombiano dirá la última palabra en mayo, aún cuando estén mediados e influidos por la prensa digital, televisiva, radial e impresa al servicio de la familia Santos, por lo que el propio pueblo estará obligado a reconocer que, por su decisión, afrontó las consecuencias sociales, políticas y económicas que aquí se han mencionado.

A su vez, el, pueblo colombiano debería priorizar y ponderar con ecuanimidad los beneficios que podrían aportarle otros candidatos que no levantan las banderas de la guerra, ni de la subordinación a los EEUU, como sí las ha levantado y lo seguirá haciendo Juan Manuel Santos.

Si éste no llegase a hacer una profunda autocrítica ante el pueblo colombiano y establecer un claro compromiso rechazando tajantemente las políticas agresivas contra Venezuela y asumiendo una posición digna ante las apetencias de los EEUU, el pueblo sabrá entonces qué hacer: premiarlo o castigarlo.


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