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ESTADOS UNIDOS - Luther King y su sueño de libertad y paz vs Obama y sus políticas guerreristas e imperialistas

José Eulícer Mosquera Rentería

Viernes 4 de octubre de 2013, por Barómetro Internacional

O3 de Octubre de 2013 - Martin Luther King (1929-1968) fue el continuador de las luchas contra el racismo y la discriminación racial, y por los derechos civiles del pueblo afroestadounidense, iniciadas por William Eduard Burghardt Du Bois, militante de la izquierda marxista, a principios del siglo pasado, para lo cual lideró la constitución de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color, NAACP, en 1910; organización que se ha mantenido hasta la fecha. Pero también King se inspiro en el pacifismo de Mahatma Gandhi, y en este orden condenó con todas sus fuerzas la guerra contra Vietnam y toda la política imperialista, colonialista y guerrerista de Estados Unidos contra los demás pueblos y países del mundo.

A la vez, Du Bois era un permanente activista contra la guerra, y sus esfuerzos se hicieron más pronunciados después de la Segunda Guerra Mundial, cuando presidió el primer organismo por la paz mundial establecido en las Américas. En 1949, habló en la Conferencia Científica y Cultural para la Paz Mundial en Nueva York. En la primavera de 1949, habló en el Congreso Mundial de Partidarios de la Paz en París, diciendo a la multitud: "Liderando este imperialismo colonial nuevo viene mi tierra natal, construido por el trabajo y la sangre de mis padres, los Estados Unidos. Estados Unidos es una nación grande, rica por la gracia de Dios y próspero gracias al duro trabajo de sus ciudadanos más humildes... Ebrio de poder están llevando el mundo al infierno en un nuevo colonialismo, con la misma vieja esclavitud humana, que una vez nos arruinó, y a una tercera guerra mundial que va a arruinar el mundo”.

En 1963, hace 50 años, después de numerosos arrestos, atentados y asesinatos contra ciudadanos afroestadounidenses por parte de la policía y organizaciones racistas extremistas creadas por poderosos capitalistas y políticos pro imperialistas, Luther King encabezó la Gran Marcha Hacia Washington por el Trabajo y la Libertad, y en las afueras del Capitolio, ante unas 250 mil personas de todas las etnias y grupos sociales procedentes de distintos estados, pronunció su célebre discurso “Tengo un sueño”, donde puso en conocimiento del país el sueño o ideal que lo motivaba a la lucha: su sueño con un país verdaderamente libre, igualitario, de justicia social e incluyente; sin racismo ni discriminaciones y de convivencia pacífica. Discurso con el que se perfiló como una de las más grandes personalidades públicas de la historia de los Estados Unidos y del mundo.

Contradictoriamente al cumplirse los 50 años del memorable discurso de King y a 45 años de su vil asesinato, el Presidente Obama, que ha sido el más beneficiado con los logros de la lucha que inició con Du Bois, los conmemora con nuevos anuncios de guerras imperialistas, en esta oportunidad contra el pueblo y la nación Siria. Al igual que los Bush y los demás presidentes de los Estados Unidos, Obama pretende justificar sus criminales bombardeos e invasiones con los argumentos de que en nombre de su país se propone vengar los asesinatos que viene perpetrando el gobierno del Presidente de Siria, Bashar al Assad con armas químicas, y su persecución brutal contra la oposición; un cuento parecido al que utilizó para bombardear e invadir a Libia y al que utilizaron los Bush para bombardear e invadir a Irak; e idéntico al que viene esgrimiendo como amenaza de invasión contra Irán, pero en el fondo se trata del interés de los imperialistas Estadounidenses de apoderarse del petróleo y demás recursos estratégicos de África y el cercano oriente. Pues a la vez el Gobierno de Obama, al igual que los de los Bush, apoya los regímenes más despóticos y criminales de estas regiones, a cambio que permitan el desarrollo de las actividades explotadoras de las transnacionales estadounidenses y europeas en sus territorios y pueblos. Tales como los regímenes de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, presidente de facto en Guinea Ecuatorial desde el Golpe de Estado que dio en 1979; la monarquía absoluta de Abdalá bin Abdelaziz en Arabia Saudita, donde están suprimidas las libertades fundamentales y hasta el homosexualismo es castigado con la pena de muerte; la dictadura represiva y criminal del general Pervez Musharraf, de 1999 hasta 2007, en Pakistán; el régimen títere y criminal de Hamid Karzai en Afganistán; el gobierno títere instaurado mediante el cruento golpe de estado dado en 2011 con el apoyo militar y político de USA y otras potencias europeas, presidido por Mahmoud Jibril en Libia, que produjo decenas de miles de muertos, heridos y mutilados, que incluyó el asesinato del presidente constitucional Muhamad Gadafi; y el gobierno títere y represivo instaurado desde 2003 por USA en Irak, tras el derrocamiento y asesinato de Saddam Huseim, hoy presidido por Nuri al-Maliki. Entre otros.

Además del sueño de King, la década de 1960 fue un tiempo de grandes hechos y transformaciones. Fue una época de sueños hechos realidad, como la consolidación de la Revolución Cubana y la fuerte influencia de la misma en las luchas de los pueblos del mundo, la llegada del hombre a la Luna, de utopías juveniles como el mayo francés o la primavera de Praga, pero también de pesadillas como el apartheid, la amenaza nuclear y la crisis de los misiles en la confrontación entre USA y Cuba. Fue la época en que surgió el Movimiento de los Hippies, como expresión de la búsqueda de la prevalencia del amor y la convivencia pacífica entre los seres humanos; la conciencia ecológica y la música de los Beatles, al tiempo que la televisión se convertía en el gran medio de masas del mundo. Mundo que los neoliberales han denominado “la aldea global”, como la manera de justificar la opresión y el saqueo del imperialismo euroestadounidense sobre los pueblos del orbe. En este escenario, se reactivó en forma extraordinaria la lucha por los derechos civiles de los y las afroestadounidenses liderados/as por el pastor baptista Martin Luther King, que además enarboló la bandera de la no violencia.

Martin Luther King había nacido en Atlanta, Georgia, en una familia cristiana, que desde temprana edad lo impregnó del espíritu religioso de las iglesias afrosureñas, de cánticos y sermones encendidos de pasión por la libertad y la justicia social; pero también vivió en carne propia los oprobios del racismo y la discriminación racial eurocéntrica que han caracterizado a la sociedad estadounidense, cuya burguesía imperialista artificiosamente la dividió entre blancos y negros, los primeros gozando de todos los privilegios, mientras los segundos totalmente excluidos y marginalizados.

En 1954, le fue entregado a King el manejo de una iglesia baptista en Montgomery, Alabama, y ahí inició su prédica por los derechos civiles. Se puso a la cabeza de miles de afroestadounidenses que boicotearon el sistema de buses de la ciudad debido a un incidente que marcó un antes y un después en la lucha por la igualdad: el arresto de la afroestadounidense, Rosa Parks, quien se negó a ceder su asiento a un hombre blanco en el autobús, tal como lo mandaban las leyes racistas. Durante 382 días, hombres, mujeres y niños afroestadounidenses prefirieron andar a pie, así fueran las más grandes distancias, antes que subirse a un autobús municipal, hasta que la ley segregacionista fue abolida, en medio de amenazas, atentados y de acciones represivas contra Luther King y otros líderes de la resistencia afroestadounidense.

A diferencia de personajes como Malcolm X o grupos como las Panteras Negras y el Black Power, que proponían la violencia, como respuesta al racismo y la discriminación racial, Luther King insistió en la resistencia pacífica. El país y el mundo se horrorizaron cuando vieron cómo unos ciudadanos/as que marchaban desarmados exigiendo igualdad real, equidad y justicia eran golpeados por la policía con una fuerza desproporcionada, atacados con gases lacrimógenos, perros y bala. Denuncias en las cuales jugó un papel trascendental la emergente televisión de los años de 1960, llevando las terribles imágenes a los hogares estadounidenses y de muchas partes del mundo.

Hoy al contrario, el gobierno de Obama y sus aliados, Francia, Alemania e Inglaterra; Arabia Saudita e Israel, maquiavélicamente y en aras de sacar adelante sus planes de tumbar al gobierno de Bashar Al Assad en Siria y colocar en su lugar un gobierno títere que responda a sus intereses colonialistas, imperiales y locales, vienen utilizando todos los medios, herramientas e instrumentos posibles. En primer lugar, haciendo uso vulgar de la denominada “Guerra de IV Generación”, utilizan los grandes medios de comunicación para la generación de matrices de opinión que finalmente justifiquen la intervención militar y la invasión. Y en este orden últimamente han publicado fotografías de una cantidad de muertos supuestamente producto de la utilización de armas químicas, y sin antes investigar quien las lanzó y de donde procedieron, se los adjudican al gobierno de Bashar Al Assad. Pues el Gobierno de Estados Unidos, además de haberlas utilizado contra el valiente pueblo vietnamita, años atrás cuando todavía Saddam Hussein era su “amigo”, le entregó este tipo de armas para que se las lanzara a los kurdos, que rechazaban la presencia yanqui en la región.

Independientemente con que uno no esté de acuerdo con el régimen de Bashar Al Assad, tampoco son aceptables los bombardeos y la invasión militar que pretenden realizar Estados Unidos y sus aliados a Siria, con el pretexto de ir a imponer el orden y la prevalencia de los derechos humanos, porque no cuentan con ninguna autoridad moral para ello, por consideración y respeto a la condición humana del pueblo sirio y porque los antecedentes dan fe de que se trata es de imponerle políticas imperialistas y de rapiña.

La realidad es que la confrontación militar les está siendo adversa a Estados Unidos y sus aliados, dado que el gobierno y el ejército sirios vienen derrotando en todos los frentes a las tropas mercenarias que ellos patrocinan, entrenan y financian, ya que Bashar Al Assad no se dejó engañar como hicieron con Muhamad Gadafi, a quien con base en adulaciones, cuentos y zalamerías llevaron al desarme para después bombardear e invadir a su país, asesinarlo y humillar a su pueblo. Pues Al Assad sí ha mantenido un poderoso ejército dotado con los más poderosos armamentos y su alianza con potencias como Rusia y China; por lo cual esos gobiernos imperialistas se están valiendo de todo tipo de artimañas para lograr el apoyo de la opinión mundial y de las Naciones Unidas, y para involucrar a otros países en sus propósitos criminales y de bandidaje internacional, en lo cual Obama está actuando con la peor desfachatez, como cualquier otro líder imperialista, al servicio de las poderosas compañías transnacionales y multinacionales, que son las que después de las invasiones y la imposición de los gobiernos títeres, llegan a saquear a los países invadidos y a someter a su mano de obra a la más terrible explotación.

Aunque tanto las Naciones Unidas, como el Gobierno de Siria han aceptado la fórmula propuesta por el Gobierno Ruso de Vladimir Puttin de que Bashar Al Assad entregue los depósitos de armas químicas que tenga su país para ser destruidos, a objeto de mantener el respeto a su autodeterminación y a su soberanía, Obama insiste que la posibilidad de los bombardeos e invasión a Siria no está clausurada del todo. Estoy seguro que si Luther King y Du Bois vivieran, estarían liderando grandes movilizaciones contra estas políticas guerreristas y de rapiña.


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