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CHILE - Gabriela Mistral, figura emblemática en busca de un nuevo paradigma (Dr.M. Luis Weinstein, Anaquel Austral)

Miércoles 16 de noviembre de 2005, puesto en línea por Dial

16 de Noviembre de 2005 - Anaquel Austral- Conversar sobre Gabriela Mistral se transforma fácilmente en un polemizar, en un extraño intercambio de pasiones en que se la exalta o se la denuesta, como si en ese proceso se fuera algo de un valor personal, muy profundo. He completado ocho versiones de un curso anual que llamo de formación de “guías poéticos”, realizado en un Centro de Isla negra. En este lapso ha existido sólo una ocasión en que los participantes acordaron por su cuenta dirimir posiciones en un enfrentamiento público, con plenas garantías de autonomía frente al conductor, solicitando para ello el espacio de la Casa Neruda. Ello fue a propósito de una especie de quiebre entre mistralianos y antimistralianos con ese tenor de causa de vida que tienen, por ejemplo, los debates entre carreristas y o’higginianos. La poeta tiene lectores fervientes y verdaderos adherentes a una especie de culto de su personalidad, no falta poco, la ignorancia crasa, casi ignominiosa, como la de varios alumnos de un curso universitario que me confesaron sólo conocerla a través de su imagen en el billete de banco...

Esta introducción tiene el objetivo de legitimar la confesión de mi sesgo. Soy de los que se sienten cercanos, apasionados, intrigados por la obra y la figura de Gabriela. Sigo la aparición de su ingente obra en prosa, los artículos en periódicos, sus cartas, con la misma avidez de mis primeras lecturas en la primera adolescencia.. Siguiendo la conocida referencia de Paul Valery a que la poesía es “una vacilación entre sonido y sentido”, mi balanza se inclinó durante muchos años por la admiración, por la seducción casi hipnótica de su voz desgarrada, justamente rubricada de Desolación. Un curso que seguí con Adriana Valdés, hace unos veinticinco años, agregó otras dimensiones a mi percepción de su poesía, al sentirme respaldado para adentrarme, Tala adentro, en sus historias de locas, particularmente en La Muerte Niña. Desde entonces, mi relación con el mundo del sentido, mi propia peregrinación en la búsqueda del sentido, de las imágenes, de su gama de afectos, de sus intuiciones, de la niebla de especulaciones, se hace inseparable de la Mistral, como lo es también del Neruda de Residencia en la Tierra y del Vicente de los Últimos Poemas, para situarnos entre los nuestros.

La Gabriela “medicinal”

No me corresponde entrar en el espesor de las discusiones literarias. Carezco de la formación sistemática necesaria para ello. Soy un trabajador de la salud, en la acepción más directa del término. Salud que se muestra al respirar y en la inspiración poética. Salud del tomar decisiones y el escribir ensayos. Salud, como la actualización de las capacidades humanas. Salud integral, como el propósito de buscar la sinergia entre las distintas dimensiones de lo humano, biológica, psicológica, interpersonal, social, ecológica, existencial, integracional salud asociada a la promoción de un sentido, de una jerarquización, de la diferenciación de lo más humano de los humanos. Salud integral de las personas, de los vínculos, de los grupos, de la cultura.

Mi propósito es esbozar mis supuestos acerca de la Gabriela “medicinal”. Sigo de alguna manera a Shelley en su planteamiento de que los poetas son los verdaderos legisladores de la humanidad. Creo intuir lo que quería expresar Novalis cuando escribió en sus Fragmentos que la poesía era la medicina trascendental.

Desde mi trayectoria biográfica, apoyado en mi trabajo de siempre en que intento articular la preocupación por el desarrollo personal y por los procesos de cambio cultural, procuraré dar cuenta de mi percepción acerca de la explicación de nuestro punto de partida, el por qué se polarizan opiniones en torno a Gabriela Mistral. Mi supuesto no tiene nada de original, la poeta es un ser más evolucionado que su tiempo y... que nuestro tiempo. Me interesa agregar, desde mis sesgos, el convencimiento de que ella representa una figura emblemática de lo más esperanzador de este período histórico, los esbozos de un cambio de conciencia, pasos evolutivos hacia una conciencia más integral, de mayor amplitud, más abierta a la diversidad, más profunda, más preparada para enfrentar los dilemas de la época

La biografía de Gabriela Mistral, el tenor de sus entrevistas, los testimonios de quienes más la conocieron, convergen en dar substanciosas evidencias acerca de la complejidad de sus vertientes de intereses, de convicciones, de vivencias. Allí encontrarnos riquísimas vetas que abren camino a una gran diversidad de imágenes que van desde las idealizaciones de la “santa “ de Benjamín Carrión y la “divina” de Iglesias, a el ser afectivo, comunicante, de laberintos sensitivos que entrega Matilde Ladrón de Guevara, la enorme empatía de Alone con Desolación, la crítica acerba de Silva Castro, las apreciaciones de Grínor Rojo y de Vargas Sepúlveda sobre la religiosidad de Gabriela, las finas pinceladas de González Vera...

Nos proponemos centrarnos en algunos de sus textos, en la obra, en sus distintos tenores de más o menos formalidad, dejando más en la periferia, como fondo gestáltico, los avatares de su biografía y sus rasgos de personalidad. El estudio psicológico de Gabriela Mistral, al estilo del texto de Sergio Peña y Lillo sobre El Quijote, es una deuda histórica, un trabajo pendiente.

Fiel a sus dos oficios

La diversidad en Gabriela se expresa ya en su desempeño profesional. La poeta hablaba de sus dos oficios, los de su vocación, escritora y educadora. De hecho, fue, también, periodista y diplomática. Además, por qué no decirlo, buscadora espiritual y estadista.

Antes de ello deben ser considerados los hitos de su periplo desde ser la modesta Lucila, hija del valle del Elqui, descalificada, ninguneada, hasta el transformarse en la figura emblemática de la reforma educacional de Vasconcelos en México, en boca de Neruda “ser conocida en el mundo como Gabriela Mistral”, y merecer la máxima distinción otorgada en el orbe en el campo de las letras.

Nuestro punto de partida podría asociarse con unos versos de Carlos Mondaca:

Todo el mundo fue mío;

Pero qué sombra me quitó el camino.

Si lo extrapolamos a la situación humana en general, a lo mejor concordamos en que todos nos visualizamos a nosotros mismos como poseedores del mundo, del sentido, de omnipotencia, siendo despojados de ella por algo imponderable, una sombra que nos aparta del camino

Somos seres en tensión existencial entre la finitud, los limites, y la constatación de que podemos franquear fronteras, abrirnos caminos, para sentir luego la desazón de que hay una especie de aguijón que nos empuja hacia un borde, hacia la frontera infranqueable de la muerte, hacia el meandro de lo misterioso, el velo que cubre el secreto del ser y los laberintos del yo.

Nuestra época, la de la llegada a la luna, la de los recorridos por la intimidad del átomo y de la célula, la de la luz macilenta en la obscuridad del inconsciente y la de la espléndida apertura a las comunicaciones cibernéticas dando instantaneidad a los contactos personales a cualquiera distancia en el globo, la de la globalización a las transacciones financieras. Nuestro momento en la historia universal, pone en extrema tensión estas vertientes polares de nuestra identidad, parece que poseemos el mundo, hay cambios vertiginosos, la ciencia y su hija, la técnica, nos llenan de aparentes facilidades para vivir la cotidianidad, pero seguimos muriéndonos, sufrimos, tenemos creciente soledad, violencia, vivencia de sin sentido, Hay guerras, hay agresión a la naturaleza, crecen las distancias en poder entre personas y personas, entre países y países. Una sombra interfiere en el camino de la plenitud y la felicidad universal.

Vivimos una crisis cuya expresión más crucial es la colisión de dos grandes paradigmas culturales básicos. Afganistán, Irak, Palestina, varios países del África...son la parte superficial de un iceberg, del enfrentamiento de fondo entre dos sentidos comunes, el individualismo y el integrismo. La modernidad occidental, la visión de la realidad y del ser humano racionalista, analítica, separatista, trivial, en contraposición a la mirada del fundamentalismo dogmático, con la aceptación de la fusión que disuelve identidades. Conflicto complejo en que el racionalismo se tiñe de pasión por el poder y el integrismo religioso se hace cargo de los recursos de las tecnologías que facilitan los actos de violencia.

Conciencia del valor intransable de la paz, de la justicia, de la dignidad...

En esta instancia, un proceso de cambio difuso recorre el mundo Es la emergencia, extraterritorial, conducido por una gran diversidad de vertientes, de un nuevo paradigma cultural básico. Desde la ciencia y desde la espiritualidad, a partir de nuevos movimientos culturales y de experiencias de acción comunitarias, de aperturas a nuevas orientaciones sobre la salud y sobre la educación, se va proyectando una conciencia del valor intransable de la paz, de la justicia, de la dignidad del ser humano, de nuestra relación constitutiva con la naturaleza, de la validez de la razón y de la necesidad de armonizarla con la espiritualidad, los valores, la afectividad.

Se trata de un paradigma integrador, en que emergen, en una gran diversidad de disciplinas, de énfasis, de convicciones, algunos grandes referentes comunes, entre los que se destacan la paz, los derechos humanos, la aceptación de la simultaneidad y la complementariedad de la diferencia y los vínculos, la autonomía y la integración, las relaciones . Se valorizan los nexos con uno mismo, con el otro, con los otros, con lo otro

Estamos en tiempo en que estos tres paradigmas básicos coexisten con paradigmas tradicionales y de alguna manera, compiten, viven paralelamente y se anudan entre sí. En el intencionar hacia el paradigma integrador, el de la continuidad con el desarrollo humano, con la evolución, con la vocación humanizadora, hay un espacio para la educación, para la reflexión teórica, para la crítica, para la experimentación. También para la poesía.

La poesía tiene múltiples funciones diferenciables y asociadas. Entre ellas, la de comunicación afectiva, la de la creatividad estética, la del perpetuo rejuvenecimiento del lenguaje, la de mensajes de convocatoria social y educacional.. Si es efectivo lo que nos dicen Hölderlin y Heidegger en el sentido de que poéticamente vive el hombre, un derrotero especial del quehacer poético puede ser el servir como vía de conocimiento. Es en ese sentido que el antiguo arzobispo de la Serena, Bernardino Piñera, pudo decir en la celebración de los cien años de Gabriela Mistral: “La mirada de los poetas es doblemente penetrante. Perfora el espacio y atraviesa el tiempo. Los poetas ven lo que nosotros no vemos y nos conocen mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos. Ven las raíces, como nosotros vemos las ramas o las flores y se mueven en el futuro como si fuera un pasado cercano”

Gabriela misma apoya esta mirada cuando dice, en su recado sobre Carlos Mondaca, su verso”conmueve porque convence.” Hay un conocimiento que nos emociona, efectivamente, en la Elegía a la muerte de su madre, como nos conmueve Alturas del Macchu Pichu o el Poema de Chile .

En la Mistral, en consonancia con el nuevo paradigma, se da un dilatado arco de aportes en diversos ámbitos, en que nos convence, en que nos conmueve, en que nos nutre, nos da salud en el sentido integral, en que podemos identificarla con el cauce que va recorriendo el nuevo paradigma. Ella es ternura y vehemencia; Inquietud espiritual y compromiso con la realidad social; capacidad analítica de excepción y entrega a las prácticas de la meditación.

En la construcción de un referente básico, sumidos en una profunda crisis universal de múltiples planos, es dable partir con la situación humana de fondo. Con la constatación de que desde el inicio de la historia, en particular a partir de la modernidad, el ser humano realmente existente merece más el apelativo de habilis que de sapiens. Estamos en el hacer y no en el ser, en la individualización y no en la individuación, privilegiamos las cosas sobre la esencia de las personas, al él sobre el tú, al uso de la naturaleza sobre el reconocimiento de nuestra pertenencia a la misma y la admiración por su belleza, su aparente inteligencia, su misterio. En el trasfondo está la pregunta de Leibnitz, de Schelling, de Heidegger, de todos nosotros en la intimidad del inconscientes: la pregunta de la autenticidad y de la angustia existencial: por qué hay ser y no más bien nada...

Somos finitos, no tenemos respuesta real, directa, seamos creyentes, agnósticos, negadores o aceptadores de la trascendencia . Somos seres abiertos, buscamos, nos desarrollamos, tenemos necesidad de lo absoluto, de tener respuesta.

La respuesta posible no es conceptual, es vivida. Erich Fromm nos habla de la vía privilegiada del amor y la creatividad Frankl plantea la opción por identificarnos, seres finitos, conectados a la trascendencia, con la función del responder en vez del interrogar. Somos responsables, en la medida que nos hacemos conscientes, respondemos a nuestra situación única en cada momento de nuestra existencia

Al fin, tanto para Fromm como para Frankl el sentido está en la integración unido a la diferenciación. Integrar tanto la relación, el vincular, como lo particular Dejar nuestra condición de ser separadas, desamparados, integrándonos. Con los otros, con el todo. El paradigma, asumido o no, de la integración.

Su creatividad humanizadora

Nos integramos desde lo que somos. Finitos, proyectados al crecimiento, conscientes de lo infinito, aspirantes conscientes o no a lo infinito. Seres que debemos elegir entre lo que podemos ser. Seres enfrentados a nuestra sombra, lo que rechazamos de nosotros mismos. Seres de sensaciones, de afectos, de voluntad, de ideas. Seres que valoramos, que juzgamos, que trabajamos y que jugamos.

En ese laberinto que es nuestro proyecto de vida, elegirnos y, consecuentemente, ponemos lo nuestro, nuestras opciones, en el mundo compartido. La humilde maestra del valle del Elqui nos entrega en su obra y en su vida un testimonio de lo que podríamos llamar creatividad humanizadora. No fue perfecta, no llegó a lo absoluto, no trascendió la condición humana, militó en la vida, trascendió dicotomías: no olvidó nunca la humillación que le hizo la profesora que la acusó de ladrona en el colegio para ser luego acosada con lanzamientos de piedras por sus compañeros, pero enalteció el magisterio y a la maestra rural. Cuestionó la política contingente, pero defendió a Sandino, se comprometió con los niños españoles víctimas de la guerra, escribió La Palabra Maldita en medio del ardor de la guerra fría. Fue profundamente cristiana, pero se adentró en la teosofía, en el budismo e incluso en el espiritismo, siendo ambiguo el saber si lo hizo como una especie de desvío transitorio o si hasta el final practicó una especie de sincretismo, como diríamos ahora, un macro ecumenismo.

Gabriela quiso la palabra como “agua viva.” Así lo recuerda acertadamente Virginia Vidal. La suya tiene esa virtud entrañable, la de ser cotidiana pero inmune a la herrumbre de lo insípido, lo repetitivo, lo mecánico. Veamos como viven algunas de sus palabras.

Sintamos como llega esa agua al terreno de su oficio como creadora artística. ”No darás la belleza como cebo para los sentimientos, sino como el natural alimento del alma.” Ella, la exaltada, la que quería que ninguna fuera a disputarle su puñado de huesos., comprende, intuye, que la afectividad, que lo que llena su relación con el joven suicida y con el poeta que estaba en el Jurado que premió sus sonetos de amor al ferroviario, su vínculo con la madre, con la hermana, con Yin Yin, todo ello no alcanza a ser agua viva si no se integra con el amor universal, el de Cristo, el de San Francisco, el de la Teosofía. Su dictum es: ”la belleza es la sombra de Dios sobre la Tierra “Sin embargo, no nos llama a despojarnos de nuestro cuerpo, a desencarnarnos, exangües. “No te será la belleza opio adormecido, sino vino generoso que te encienda por la acción, pues si dejas de ser hombre o mujer dejarás de ser artista.” Y concluye sus mandamientos propuestos a los treinta años “De toda creación saldrás con vergüenza, porque fue inferior a tu sueño, e inferior a ese sueño maravilloso de Dios, que es la naturaleza”. Algo de eso mostró cuando tuvo el desapego de decir al saber que se le había conferido el premio Nobel que el verdadero acreedor era Pablo Neruda, el esmirriado joven al que introdujo en el conocimiento de los autores rusos cuando ella era Directora del Liceo de Niñas de Temuco.

En estos mandamientos se juntan, por cierto, Gabriela la espiritual, la maestra, la poeta, pero también hay allí los gérmenes de una nueva manera de hacer política, política con poesía, con espíritu. La política profunda con respecto a la educación está presente en su Oración de la Maestra. Allí parece hablar, dirigirse a sí misma su agua vida, cuando rescata el hontanar de la ternura en la navegación en el encrespado arrecife del narcisismo artístico “Dame el amor único de mi escuela, que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes” .

Ella entiende la centralidad del tema del poder y por ello ruega: “Hazme fuerte, aun en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre; hazme despreciadora de todo poder que no sea puro, de toda presión que no sea la de tu voluntad ardiente sobre la vida

Su pasión ética, su forma de hacer política, su capacidad de relacionar, tiene su expresión en su Decálogo del Jardinero:” Para que las mujeres pobres que no pueden comprar perlas, rubíes y amatistas, tengan en la rosa, el jazmín y las violetas perlas, rubíes y amatistas para adornar su pecho y sus manos...”

En estos decálogos inspirados, Gabriela es propositiva, afirmativa, enfática. Veamos otra dimensión de su obra, aparentemente en las antípodas, donde el agua viva entra al océano en que la muerte, nuestra única certeza, se mueve en un mundo ambiguo de juego, de locura, de especulación metafísica, de dramaticidad existencial. Es el poema La Muerte Niña, de Tala.

La Muerte Niña

En esta cueva nos nació

Y como nadie pensaría,

Nació desnuda y pequeñita

Como el pobre pichón de cría

¡Tan entero que estaba el mundo!

¡tan fuerte que era al mediodía!,

¡tan armado como la piña.

Cierto del Dios que sostenía!

Alguno nuestro lo pensó

Como se piensa villanía;

La Tierra se lo consistió

Y aquella cueva se le abría

De aquel hoyo salió de pronto,

Con esa carne de elegía;

Salió tanteando y gateando

Y apenas se la distinguía.

Con una piedra se aplastaba,

Con el puño se la exprimía.

Se balanceaba como un junco

Y con el viento se caía

Me puse yo sobre el camino

Para gritar a quien me oía:

“Es una muerte de dos años

que bien se muere todavía”

Recios rapaces la encontraron

A hembras fuertes cruzó la vía:

La miraron Nemrod y Ulises,

Per ninguno comprendía...

Se envilecieron las mañanas,

Torpe se hizo el mediodía;

Cada sol aprendió su ocaso

Y cada fuente su sequía.

La pradera aprendió el otoño

Y la nieve su hipocresía,

La bestezuela su cansancio,

La carne del hombre su agonía.

Yo me entraba por casas y casa

Y a todo hombre le decía:

“Es una muerte de siete años

Que bien se muere todavía”

Y dejé de gritar mi grito

Cuando ví que se adormecían.

Ya tenían no sé qué dejo

y no sé qué melancolía ...

Comenzamos a ser los reyes

Que conocen postrimería

Y la bestia o la criatura

Que era la sierva nos hería

Ahora el aliento se apartaba

Y ahora la sangre se perdía,

Y la canción de las mañanas

Como cuerno se enronquecía

La Muerte tenía treinta años

Y ya nunca más moriría,

Y la segunda Tierra nuestra

Iba abriendo su Epifanía.

Se lo cuento a los que han venido,

Y se ríen con insanía

“ Yo soy de aquellas que bailaban

cuando la muerte no nacía”

¿ Es una historia de locas? ¿ Es una narración críptica en que subyace un metarrelato al modo como pueden trazarse surcos de racionalidad en los delirios más nebulosos? Es, claro, la mujer apasionada, la comprometida social y espiritualmente, la maestra, la mística y la estadista, dejaron su lugar visible, no así la artista, la del agua viva en la palabra. Allí, desde la desnudez de toda imagen, de las estructuras convencionales del sentido, como en los antiguos palimpsestos, podemos, a lo mejor, seguir una escritura, se abre la hipótesis de un mensaje ético. La mujer que en su Desolación hablaba, exigía atención a Dios, aquí, en que aparentemente “Tala” sentidos habituales, parece mantenerse en el sentido común del bien y el mal. El mal es lo tanático, la muerte, lo destructor, La hablante es una conciencia ética que remeda a los profetas, que parece clamar en el desierto, que a lo mejor reverbera el contacto de Gabriela en su niñez con la abuela paterna que la introducía al dramatismo del Antiguo Testamento Es la caída ontológica, es el término de la utopía, de la canción de las mañanas, del bailar cuando la muerte no nacía, es el inicio de la segunda Tierra, fuera del Paraíso De alguna manera, puede asociarse con la cita de Carlos Mondaca: “Todo el mundo fue mío /mas qué sombra me quitó del camino “Es la denuncia de los que no ven el mal, lo dice quien legó unas palabras vivas sobre los piececitos de niños” como os ven y no os cubren, Dios mío”.

Reconocer la grandeza de los seres que viven en el amor

El crecimiento de lo destructor, lo asociable a la muerte, el mundo pasivo, sin intervenir, perdiéndose la ocasión para actuar mientras la muerte era niña. Mal de la humanidad. Falencia en el desarrollo personal que no atiende al llamado de la conciencia ética. En otro plano, una incursión en la integración entre lo irreal, la muerte como entidad que nace y se desarrolla, que evoluciona desde la fragilidad vital a la omnipotencia ,y una trama propia del análisis transaccional en que hay un victimario, la muerte, un rescatador fallido, el hablante, una víctima potencial, todos nosotros.

El agua viva brumosa, casi inasible, de la muerte niña se convierte, cuando analiza el caso de Krishnamurti ,en la circunstancia en que renuncia a su misión religiosa , en un veta clara que pasa airosa por confines viscosos donde falta el aire y se empaña la vista, sin perder una especie de lucidez implacable. Veamos un párrafo de su notable artículo “Una explicación más del caso Krishnamurti”

“En pocas ocasiones se ha quedado más al desnudo como en ésta la psicología del feligrés. Dos son los motivos mayores de resentimiento de sus fieles hacia el joven maestro, el que se ha negado a trenzar para ellos una cuerda continua de dogma, y el que les ha retirado su brazo ayudador...El dogma, aunque se diga que exaspera por exigente, en verdad apacigua al descalabrado de andar, le tiende mesa de leche y frutas y le da estera aseada en que descanse. La creencia en que un redentor salva una vez por todas y que pone con su sangre, su llanto y su penitencia el saldo mañoso del montón de los deudores, también lo alivia y alegra hasta hacerlo cantar “locos de seguridad”, “ frenéticos del cielo cierto”, como algunos anabaptistas. Krishnamurti, en vez de señalarles en sí mismo casa de hospedaje, parece haberles señalado la tierra desnuda, en la que se puede andar hasta que se rompan los huesos, dándoles por oficio el de buscadores perdurables y enloquecidos. Los débiles, los perezosos, y los inertes, que son los más en cualquier grupo, no se lo han perdonado y es difícil que se lo perdonen nunca. Ella entiende el valor del gesto de Krishnamurti de renunciar a su rol mesiánico, pero también sabe de las debilidades. humanas Fue víctima de ellas, especialmente de la inercia que se niega a asumir que puedan haber seres humanos muy evolucionados, de mucha salud.

Ella sí que sabía reconocer la grandeza de los seres que viven en el amor. Le dice a San Francisco Somos débiles, Francisco, como la caña que necesita del viento para oírse. “Tú, el pequeño Francisco, eras fuerte, porque no necesitabas al cantar oír tu canto rodando por los cerros en un collar de ecos.” Es el amor franciscano en que parecen sinérgicos su Cristo de la entrega al servicio del prójimo, su Buda de la compasión y el desapego, su teosofía del amor universal.

Es también el amor excluyente, posesivo, plenamente personalizado, volcánico y casto, de los celos y de la interpelación a Dios porque “ el pasó con otra /yo la vi pasar...”Es el amor al desarrollo espiritual , y para ello seguir la vía del espada:” Otra en mi maté/ y no la amaba”. Es el amor a nuestro patrimonio solar originario indo americano:

Sol del Trópico

Sol de los Incas, sol de los Mayas

Maduro sol americano.

Sol en que mayas y quichés

Reconocieron y adoraron...

Gente quechua y gente maya

Te juramos lo que jurábamos

De ti rodamos hacia el tiempo

Y subiremos a tu regazo...

Es el amor a Chile, el valle “en el corazón” que la lleva a decir:

Montañas mías

En montaña me crié

Con tres docenas alzadas

Parece que nunca, nunca,

aunque me escuche la marcha

las perdí, ni cuando es día

ni cuando es noche estrellada

aunque me vea en las fuentes

la cabellera nevada,

las dejé ni me dejaron

como a hija trascordada

Agregando, de lo sensitivo y del amor a sí misma:

“ Y aunque me digan el mote

De ausente y de renegada

Me las tuve y me las tengo

Todavía, todavía

Y me sigue su mirada”

Es el amor a la naturaleza, al ser, pagano, panteísta, teósofo, franciscano, de su Himno al árbol:

Árbol hermano que clavado

Por garfios pardos en el suelo,

La clara frente has elevado

En una intensa sed de cielo...

Árbol donde es tan sosegada

La pulsación del existir

Y ves con fuerza la agitada

Fiebre del siglo consumir:

Hazme sereno, sereno

De la viril serenidad

Que dio a los mármoles helenos

Su soplo de divinidad...

Árbol que donde quiera aliente

Tu cuerpo lleno de vigor

Asumes invariablemente

El mismo gesto amparador

Haz que a través

De todo estado

Niñez, vejez, placer, dolor

Asuma mi alma un invariable

Y universal gesto de amor

Espiritual, social, ecologista, artista, apasionada, reflexiva, atenta al niño y al destino humano, empapada en un gesto universal de amor , con sed de cielo, rodando hacia el tiempo, sacudida en lo profundo por la muerte niña y la muerte permanente, Gabriela, hoy más citada que conocida, conmueve y convence, es agua viva para los que buscan y coinciden en el paradigma del encuentro humano con lo humano y en su integración en el ser.***

Bibliografía consultada

1.- Coloquio Internacional, Ministerio de Educación, Universidad Católica. 1995

2.- Lillo, Gastón y Renart, Guillermo: Releer hoy a Gabriela Mistral . Simposium en Ottawa,1997

3.- Mistral , Gabriela: Tala. Ed Losada 1946

4.- Mistral, Gabriela Poema de Chile, Ed. Lord Cochrane 1985

5.- Museo Gabriela Mistral de Vicuña : Gabriela Mistral en Coquimbo. Sin fecha

6.- Olea, Raquel y Fariña, Soledad: Una Palabra Cómplice. Ed. Cuarto Propio 1997

7.-Revista Orfeo, Antología General de Gabriela Mistral, 1992

8.-Quezada, Jaime: Gabriela Mistral Escritos políticos. Fondo de Cultura Económica, 1994

9.-Vargas S., Luis: Prosa Religiosa de Gabriela Mistral Ed Andrés Bello 1978

10.-Vidal , Virginia: Agua Viva. Gabriela Mistral y la Juventud.. Ed Texidó. 1994

11.- Weinstein, Luis: Cursos de Guías. Las Coincidencias, Isla Negra, 1995-2005.


http://virginia-vidal.com/publicados/ensayos/article_211.shtml

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