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AMÉRICA LATINA - El proyecto de Aparecida

José Comblin

Miércoles 8 de agosto de 2007, puesto en línea por Dial

Todas las versiones de este artículo: [Español] [Português do Brasil]

El proyecto de la Conferencia de Aparecida es ambicioso. Se trata de nada menos que una inversión radical del sistema eclesiástico. La pastoral de la Iglesia hace siglos está concentrada en la conservación de la herencia del pasado. Todas las instituciones fueron adaptadas a esta finalidad. El sistema fue instalado en el siglo XII y desde entonces no mudó sensiblemente. De acuerdo con el proyecto de Aparecida, todo va ser orientado para la misión. La realización práctica de este proyecto va exigir el siglo XXI entero. Pues, los obispos lanzaron este proyecto, pero ahora el primer problema consiste en convencer al clero. La presente generación no está preparada para esta inversión de sus tareas. Va ser necesario cambiar radicalmente la formación y preparar nuevas generaciones sacerdotales bien diferentes de la actual.

Hacer con que toda la Iglesia sea misionera es una tarea gigantesca. Durante el primer milenio la misión fue asumida por los monjes. Muchos se volvieron obispos y dejaron la fama de fundadores de Iglesias. La Iglesia era predominantemente rural. En los siglos XI y XII se creó el sistema de las parroquias. Pero el clero parroquial era ignorante no habiendo recibido ninguna formación.

Ya en el siglo XIII s. Tomás de Aquino se quejaba de que el clero no evangelizaba, no era misionero. En compensación él mostraba que eran los Mendicantes que evangelizaban.

La misma queja fue repetida durante todos los siglos hasta hoy. La misión fue asumida por los Mendicantes a partir del siglo XIII, y, después, por las Sociedades de sacerdotes misioneros tales como la Congregación de la misión de s. Vicente de Paúl, la Congregación del Ssmo. Redentor de s. Alfonso de Ligório y otras.

En América latina, la misión fue asumida en primer lugar por los Franciscanos que fornecieron más de la mitad de los misioneros. Los Dominicos tuvieron su actuación más fuerte en el siglo XVI. Los Carmelitas y los Agustinianos llegaron con menos misioneros, así como los Benedictinos. Después vinieron varias Congregaciones.

En el siglo XX estas Órdenes y Congregaciones asumieron parroquias y con esto sólo una pequeña minoría se dedicó a la misión. Asimismo usaron métodos adaptados al siglo XVII o XVIII, pero totalmente inadecuados en el siglo XX. Se dedicaron al mundo rural en el momento en que 80% de la población latino-americana migraba para las ciudades.

Ahora viene el proyecto episcopal, que va exigir una mudanza de mentalidad y una mudanza de comportamiento. La misión será la prioridad y dejará en el segundo plano la administración de la pequeña minoría que frecuenta las parroquias. Será necesario cambiar la formación sacerdotal de modo radical. Los religiosos van tener que volver a su vocación original, y dejar de ser administradores de parroquias o de obras.

Hace algunos años atrás yo escribí que dom Helder era el modelo de obispo del siglo XXI. Dom Helder fue misionero y tenía un excelente colaborador para todas las tareas de administración. Sobre todo después de su conversión en 1955 y la nueva conversión con la llegada en Recife, dom Helder fue el hombre del contacto personal, el hombre que era capaz de atraer, capaz de transformar las personas con las cuales entraba en comunicación, de modo que estas sentían la necesidad de cambiar de vida. El tenía el don de despertar vocaciones de cristianos misioneros.

Los temas más significativos del documento final

En primer lugar, necesitamos destacar la escogida del tema general de toda la Conferencia. Hace unos 30 años atrás en América latina no se hablaba en misión. En la mentalidad popular los misioneros eran los padres y los religiosos y las religiosas que venían de Europa o de América del Norte para reforzar los cuadros de las Iglesias locales. O eran los predicadores de las “Santas Misiones”.

Era una herencia de la colonia. La misiología ni siquiera estaba en los programas de formación sacerdotal. Era la especialidad de algunos que iban a dedicarse en regiones más despobladas o retiradas como la Amazonia. Misioneros eran los evangelizadores de los indios y la mayoría de ellos era extranjera.

Esto no quiere decir que no había católicos, sacerdotes, religiosos, religiosas y sobre todo laicos misioneros. No sabían que eran misioneros porque los misioneros no tenían visibilidad, y no tenían status definido. Eran misioneros anónimos.

Desde entonces aparecieron muchas experiencias que se presentaron como misioneras. La propia palabra misionero entró en el uso común del pueblo que identifica ya ciertas personas como misioneros y misioneras. Muchos grupos adoptaron el nombre de misioneros. Hoy en día la conciencia de una necesidad misionera en medio de una sociedad cada vez más secularizada creció mucho. La Va Conferencia del CELAM recogió lo que se preparó durante 30 años.

En segundo lugar, necesitamos destacar que la Conferencia decidió volver al método de Medellín y Puebla, o sea, al esquema ver-juzgar-actuar de la Acción católica (n.19). Hay una insistencia muy fuerte en esta continuidad (n.391-398). Es difícil no descubrir en esta insistencia una discreta expresión de arrepentimiento y de confesión. Es innegable que había disminuido la influencia de Medellín y de Puebla en los últimos años. No faltaban sacerdotes que simplemente decían que Medellín ya estaba superado y ya no servía más para la Iglesia actual. Por eso, conviene destacar la fuerte insistencia de la Conferencia de Aparecida.

Esta continuidad con Medellín y Puebla se manifiesta sobre todo en dos temas fundamentales: la opción por los pobres y las comunidades eclesiales de base. Son justamente dos temas que fueron muy atacados o tratados con indiferencia como siendo cosas del pasado. Habían desaparecido en el Sínodo romano de 1997 Ecclesia in América. Si bien en los textos oficiales todavía se mencionaban en ciertos países la opción por los pobres y las comunidades de base (sobre todo en Brasil), la situación general era bien diferente. Basta recordar el documento que un día publicó el padre José Marins que había sido el apóstol incansable de las CEBs en toda América latina. Era de una triste amargura. En Brasil es difícil imaginar hasta que punto desaparecieron la opción por los pobres y por las comunidades de base en varios (muchos!) países de América latina.

La Conferencia de Aparecida renueva la opción por los pobres (397, 398, 399). No se trata de una fórmula convencional. El texto es insistente: “Asumiendo con nueva fuerza esta opción por los pobres” (399). Aquí también hay un cierto acento de arrepentimiento y como una conciencia de que esta opción había perdido su urgencia en la pastoral de la Iglesia. Ya no era vivida como prioridad. Además, el texto reconoce que los pobres son sujetos de la evangelización y de la promoción humana (398). Ver todo el párrafo (391-398)

El texto va hasta el ponto de usar dos veces la palabra “liberación” que era una palabra prohibida. Es verdad que la liberación está matizada por el adjetivo “auténtica”, (399) o “integral”. Pero la palabra esta ahí, lo que significa que en adelante se puede usar de nuevo (385).

El documento conclusivo habla explícitamente de las Comunidades Eclesiales de Base (1768-179). Esta es la parte del documento que sufrió más correcciones en Roma, pues el texto de los obispos era mucho más incisivo. Asimismo, el texto enuncia todos los frutos positivos de las Comunidades Eclesiales de Base, reconociendo que ellas fueron la señal de la opción por los pobres.

Los obispos habían escrito: “Queremos decididamente reafirmar y dar nuevo impulso a la vida y a la misión profética y santificadora de las CEBs” en el seguimiento misionero de Jesús. Ellas fueron una de las grandes manifestaciones del Espíritu en la Iglesia de América latina y del Caribe después de Vaticano II”(194). Estas frases fueron censuradas y el texto quedó más flaco. Las otras correcciones van en el mismo sentido. Pero el texto de los obispos existe y puede ser consultado. Para la conciencia latino-americana es más significativo que las censuras.

En el texto de los obispos hay el reconocimiento de que las CEBS no pudieron desenvolverse a pesar de su valor, y varios obispos hicieron restricciones. Ahora los obispos quieren levantar estas restricciones y dar vida nueva a estas comunidades pobres. Igual con las restricciones del texto final. Vale la pena leer atentamente los n. 178 y 179.

Los mejores capítulos del Documento son los capítulos 7-8 sobre la misión. Ahí se encuentran las afirmaciones más fuertes.

La Iglesia precisa de una fuerte conmoción que le impida instalarse en el comodismo, en el estancamiento y en la tibieza, marginalizando los pobres del Continente”(362).”

“La conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera”(370).

La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del contexto histórico (367)”.

A ver sobre todo los n. 362-370.

El cambio debe afectar todas las instituciones de la Iglesia. Comenzar con la reforma de la parroquia. Esta tendrá que ser subdividida en unidades menores (372), de pequeños grupos con mejor relacionamiento. Tomaremos cuidados para que estas pequeñas comunidades no reproduzcan la estructura y la actividad de la parroquia. Pero es muy bueno que la Conferencia haga alusión al mal funcionamiento de la parroquia como institución inadecuada para nuestros tiempos de urbanización creciente y de secularización.

El capítulo 8 elabora una pastoral social que va ser reafirmada y reforzada (401-404). El documento enumera las nuevas categorías de pobres que surgieron o se desenvolvieron en los últimos tempos.

En fin el Documento asume desafíos contemporáneos: la ecología y los problemas del medio ambiente, y la pastoral urbana. El programa de pastoral urbana es muy completo y define tareas que van exigir la colaboración de millones de personas formadas. El desafió de la pastoral urbana ya fue definido por sociólogos católicos en el final del siglo XIX. Después de 100 años la jerarquía asume el desafío. La Iglesia católica tiene todavía estructuras rurales y mentalidad rural. En la sociedad rural la parroquia se identifica con la sociedad. Ahora las cosas cambiaron tanto que la inmensa mayoría de los ciudadanos vive en el margen de la Iglesia y solamente recorre a ella en el nacimiento y en la muerte o recorre a los Santos en las enfermedades.

En el secundo capítulo hay una extensa presentación de la realidad de América latina. Esta exposición recorrió a la ayuda de especialistas y científicos, ya que ofrece informaciones bastante completas y pormenorizadas. Es un ejemplo de colaboración entre la jerarquía y los laicos. Entre tanto el Documento no llega a condenar el capitalismo y el sistema actual de globalización a pesar de que había mostrado todos sus vicios. No podía ir más lejos que la llamada Doctrina social de la Iglesia, tan silenciosa en los últimos tiempos.

Claro está que en los otros capítulos hay también muchas cosas importantes que ofrecen orientaciones para aplicación del proyecto global. Pero un artículo no ofrece espacio suficiente para comentar todas estas doctrinas. Con certeza, van ser publicados comentarios extensos del documento de Aparecida para analizar el documento entero.

Algunas dudas

El proyecto de Aparecida es tan radical que surge una duda: ¿quien va poner este programa en práctica ? la historia muestra que todas las mudanzas profundas en la Iglesia fueron realizadas por personas nuevas, formando grupos nuevos y creando un nuevo estilo de vida, siempre a partir de una opción de vida en la pobreza. Nunca fueron las lideranzas establecidas, ni las estructuras instaladas. Estas no consiguen salir de su papel tradicional. Es lo que hace pensar que el clero actual no tiene condiciones para aplicar este programa.

Nunca me olvidé de lo que aconteció en el paso del siglo XII al siglo XIII. Hubo una avalancha de fenómenos religiosos semejantes a la expansión pentecostal hoy en día. Aparecieron nuevos animadores religiosos que luego consiguieron atraer y convertir multitudes de católicos. Nació en pocos un mundo de comunidades que recibieron varios nombres, siendo el nombre de Albigenses el más usado. Ninguno conseguía frenar el movimiento. El Papa Inocencio III pidió a la Orden Cisterciense que era la más poderosa en aquel momento, que asumiese esta misión de convertir los herejes, o, por lo menos, de frenar el movimiento de expansión. Fue un fracaso total. Los Cistercienses venían de monasterios muy ricos y no sabían hablar a los pobres. Eran misioneros ricos, sin capacidad misionera.

Entonces aparecieron casi simultáneamente Francisco de Asís en Italia y Domingo de Guzmán en España. Escogieron la vía de la pobreza, viviendo una vida realmente evangélica. Evangelizaron las masas populares del mundo rural y de las ciudades. Y consiguieron que las Órdenes poderosas no habían conseguido. De ellos nacieron en pocos años los llamados franciscanos (hermanos menores) y dominicos (hermanos predicadores) que fueron miles en poco tiempo. Ellos se instalaron en medio del pueblo y fueron misioneros itinerantes, siempre a la búsqueda del pueblo de los pobres. Dieron a la Iglesia una fisonomía diferente. Eran una estructura diferente en la cual el pueblo de los pobres se reconoció y no se reconocía en las Órdenes monásticas. El clero parroquial recogió las conversiones hechas por los Mendicantes, pero no había podido hacer aquella mudanza necesaria.

Hoy en día, ya hay en la Iglesia cristianos semejantes que conviven con el mundo de los pobres. Pero ellos son poco conocidos y poco valorizados, antes tolerados que apoyados, porque no corresponden al esquema oficial: no tienen lugar en el derecho canónico. Generalmente, son laicos aunque haya también obispos o presbíteros que hicieron su conversión escapándose de la estructura en que estaban metidos.

Personalmente pienso que los futuros misioneros capaces de cambiar la fisonomía de la Iglesia serán laicos, misioneros laicos.

¿Cómo es que va comenzar la aplicación del programa de Aparecida? no podrá realizarse de encima para abajo. No se podrá comenzar con un planeamiento teórico. Comenzará con personas voluntarias dispuestas a entrar en una aventura, esta vez con el apoyo de la jerarquía. No se les dará ningún programa previo porque el Espíritu les mostrará lo que pueden hacer. Si su actuar misionero no procede de ellos mismos, no tendrá ningún efecto, porque no será un testimonio humano vivo, el único que puede tocar en el corazón de los oyentes.

No sirve planear. Nadie planeó el nacimiento o la vida de s Francisco. El apareció y el Papa lo confirmó. En los últimos años en muchos lugares las diócesis realizaron años misioneros, misiones populares, sin éxito ninguno. Todo quedó en el papel porque en lugar de partir de las personas voluntarias que se sentían poco valorizadas, más toleradas que apoyadas en su vocación misionera, entregaron la misión a los agentes de pastoral de la estructura diocesana o parroquial. No puede concentrarse en la Iglesia parroquial porque los pobres no frecuentan la Iglesia parroquial. Ellos perciben luego que la Iglesia parroquial no pertenece a su cultura.

No sirve dar cursos para enseñar una doctrina porque el Espíritu mostrará a los misioneros lo que deben decir y hacer. Lo que se puede hacer es acompañar la espera de la voz del Espíritu. La jerarquía tiene un papel fundamental que consiste en hacer el discernimiento del Espíritu a partir de la tradición cristiana, y estimular una espiritualidad de espera y fidelidad a lo que el Espíritu dice.

En América latina el apoyo de los obispos y de los padres es fundamental. Pues, sobre todo en el mundo de los pobres, los católicos son tímidos, inseguros, no confían en sus propias cualidades. Es preciso apoyar, aceptar errores o fracasos temporarios. No se puede acertar de una vez. La jerarquía tendrá que organizar la armonía entre todos los carismas.

¿Como será la formación? ¿Que es lo que se entiende por formación de misioneros? La actual formación en los seminarios o en las facultades de teología es justamente el contrario. El sistema actual da una formación académica o con pretensiones académicas. En Brasil muchos dieron mucho valor al reconocimiento de los estudios de seminario por el Ministerio de Educación. Ahora bien, con certeza el Ministerio de la Educación no tiene proyectos misioneros.

Los certificados oficiales parecen ser garantías justamente para aquellos que no se sienten una vocación misionera muy fuerte. No tengo nada en contra de estos certificados académicos, pero esto no tiene nada que ver con la misión. La formación académica torna la predicación vacía, sin contacto con el pueblo. Los padres fueron preparados para ser pequeños profesores de teología.. Sólo esto ya explica muchas cosas en cuanto a los problemas de la Iglesia que fueron denunciados por el documento de Aparecida.

La formación misionera incluye primero una fuerte y radical espiritualidad concentrada en la Biblia en general, pero sobre todo en los evangelios, esto es, en la vida terrestre de Jesús.

En segundo lugar, la formación consiste en multiplicar los encuentros con personas, familias, grupos. El misionero precisa aprender a estar presente en todos los lugares de la vida social, como un señal de vida renovada, animada por la fe, esperanza y caridad. No se trata de mostrarse en los eventos sociales, sino de conocer y descubrir las personas que son sensibles a las llamadas del Espíritu, y saber decir las palabras que marcan.

La exposición de la doctrina jamás convirtió a nadie. Jesús se manifiesta por la vida de ciertas personas y no por la doctrina. No se forma misioneros con cursos, seminarios o discusiones abstractas. Es preciso aprender el lenguaje popular. Algunos sacerdotes u obispos saben hacer esto perfectamente: son misioneros que se tornaron así por la gracia de Dios, superando los esquemas de formación académica que recibieron. Un ejemplo: fr. Carlos Mesters.

La formación por vía de enseñanza doctrinal vino después de la Revolución francesa para asegurar la fe de los sacerdotes que debían aprender a resistir a las herejías de la época. La resistencia a las herejías dejó de ser una urgencia.

No puedo dejar de señalar un problema que no es solamente de Aparecida sino de toda la Iglesia occidental, de los Concilios occidentales, de los documentos del magisterio, inclusive de Vaticano II. La Iglesia occidental ignora el Espíritu Santo. Claro está que el Espíritu Santo es mencionado muchas veces, también en el documento de Aparecida, pero siempre para reforzar el planeamiento hecho por la jerarquía o por el clero en general. La jerarquía define la conducta de la Iglesia, y, después, pide al Espíritu Santo que realice lo que fue ya decidido. Lo se supone que todo lo que procede de la jerarquía, procede del Espíritu Santo, lo que es la misma cosa. No sirve rezar para que el Espíritu venga iluminar mi mente si El está presente en el mundo y muestra con señales claros lo que El quiere.

Los Orientales son muy sensibles a este aspecto de la Iglesia del Occidente. En América latina la Iglesia oriental tiene poca presencia y casi ninguna influencia. La Iglesia latino-americana es hija del Occidente de modo casi exclusivo.

La enseñanza del nuevo Testamento es diferente, tanto en la teología de Pablo como en la teología de Juan.. Para s. Pablo la Iglesia es dirigida por los dones del Espíritu Santo (1 Cor 12, 4-11; 27-30). Ahora bien, el primer don es el don de “apostolado” (1 Cor 12,28). Cuando Pablo habla de los apóstoles, no se refiere a los Doce, sino a aquellos discípulos que, como él, se tornaron misioneros porque fueron enviados por el Espíritu Santo.

El don de gobierno viene en séptimo lugar. En segundo lugar aparecen los profetas que son considerados con mucha insistencia (1 Cor 14). Estos dones están esparcidos y de repente aparecen de modo imprevisto. Nadie preparó, ni formó Pablo como misionero. El recibió un don del Espíritu Santo y mostró un camino verdadero y seguro para el pueblo de los discípulos que consiguió reunir.

El Espíritu Santo está presente en la Iglesia actual como siempre. El muestra los caminos de seguimiento de Jesús. La teología de Juan afirma que el Espíritu enseñará el alcance de la vida de Jesús en las más diversas circunstancias. Jesús no dejó ningún programa de apostolado, sino que prometió que el Espíritu estaría presente para mostrar de que manera podemos actualizar su vida en las más diversas circunstancias de la historia. Jesús no quiso encerrar la historia en un cuadro estable, sino que prometió que el Espíritu estaría presente para en cada situación enseñar el sentido de las obras y de las palabras que él realizó o pronunció en un contexto muy determinado y limitado, en Galilea.(Juan 14,26; 16,13-15).

Pero no conviene acusar la Conferencia de Aparecida, porque toda la historia de la Iglesia del Occidente fue así. Una conversión más radical todavía sería necesaria para volver a la enseñanza del nuevo Testamento sobre el Espíritu.

Los problemas

La parte más débil del documento, a mi parecer, es la cristología. Era de esperarse. No fue por acaso que la notificación enviada a Jon Sobrino fue publicada en vísperas de la Conferencia de Aparecida. Pues, aquí estamos exactamente en el mayor problema teológico de la actualidad. La cuestión es: ¿que significa la humanidad de Jesús? ¿Cual es el significado de las palabras y de los actos de Jesús como los evangelios los relatan? ¿En que consiste la humanidad de Jesús? ¿que es ser hombre?

El texto recuerda muchas cosas bonitas sacadas de los evangelios, que lo muestran como el maestro de sabiduría y revelador de un modo de vida a ser imitado por los discípulos. Es una enumeración de actos y palabras bellas de la vida de Jesús. Falta la síntesis y lo que reúne todos estos dichos y actos en una vida humana (129-135).

Esta enumeración no dice el significado de la vida humana de Jesús, o sea de su ministerio misionero. La vida de los seres humanos debe interpretarse a partir del contexto histórico en que ella se sitúa. Aquí, no se habla del contexto histórico como si Jesús estuviese fuera de la historia, como un maestro que vuela encima de los siglos. Cada ser humano construye su vida a partir de un contexto histórico que lo provoca y lo lleva a definir sus opciones en cuanto a los fines y los medios. El tiene un proyecto, atribuyendo a su vida una finalidad. Si Jesús fue hombre, debía ser así.

Comencemos por el anuncio de Jesús: el reino de Dios (101-128). ¿Que entendieron los campesinos de Galilea cuando Jesús les hablaba del reino de Dios? Ellos estaban sufriendo el yugo pesado del reino de Roma, del reino del Imperador. De repente Jesús viene anunciar que este reino va caer. Era exactamente lo que todos esperaban, por lo menos los pobres oprimidos por el poder durísimo de los Romanos. La mayoría pensaba que esto sucedería solamente en un mundo nuevo después de este mundo destruido de acuerdo con las previsiones apocalípticas. Jesús viene anunciar que aquello acontecerá en este mundo. El reino de Satanás encarnado en el poder romano va caer y vendrá otro reino. Jesús bien sabía de todas las conversas, de todas las quejas y de las esperanzas de su pueblo. El hablaba para estas personas. Se entiende que fue acogido y aclamado por el pueblo simple de Galilea con entusiasmo.

Después de este anuncio Jesús tuvo que explicar cómo sería el reino de Dios y la diferencia radical con el reino de Cesar. Hasta los doce tuvieron mucha dificultad en aceptar las explicaciones de Jesús.

Lo que no aparece en el documento es que el evangelio de Jesús fue una Buena nueva para algunos y una Mala nueva para otros. Jesús no trató todos de la misma manera. La Buena Nueva se dirige a los pobres y la Mala Nueva a los ricos (Lc 6,20-26). El evangelio de Maria fue el mismo: “Derribó a los poderosos de sus tronos y a los humildes exaltó. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con manos vacías” (Lc 1,52-53)

En la base de la psicología de Jesús estaba la compasión por los oprimidos y la indignación contra los opresores. ¿Porque esto no aparece en un documento que pretende renovar la opción por los pobres? Hay una contradicción entre la secunda parte y la tercera parte del documento.

En secundo lugar, no aparece el conflicto con los jefes de la nación, que Jesús denuncia como usurpadores y opresores. Lo que ocupa un lugar fundamental en los evangelios no aparece: el conflicto de Jesús con los sacerdotes, los doctores de la ley, los fariseos, los grandes de aquel tiempo. (Mc 11-13; Mt 23; Lc 20; Jn 8). Este conflicto es el hilo conductor de los evangelios. Todos presentan la misión de Jesús como camino para la muerte. Desde el inicio los jefes quieren matarlo. Jesús denuncia la dominación de los grandes asociados a los Romanos y permanece fiel a esta misión de su vida hasta que lo maten.

La muerte de Jesús fue la consecuencia de su acción: fue como la conclusión final de su ministerio. El documento habla de Jesús que hizo el don de su vida (139) Jesús fue muerto porque quiso ser fiel a su misión de denunciar la corrupción de los jefes de su pueblo, que imponían un yugo insoportable al pueblo simple. Jesús era judío y como judío estaba escandalizado por el uso que los jefes hacían de la Ley. Jesús quería libertar a su pueblo de la mentira y de la dominación de las elites. Con su interpretación de la Ley las elites oprimían el pueblo de los pobres.

Ese fue el proyecto de Jesús. Lo que él ofrece a sus seguidores, es repetir la misma trayectoria en todas las épocas de la historia. Pero en el centro de la misión está la persecución, la muerte, la muerte de cruz, una muerte infamante.

El Documento hace apenas algunas alusiones muy discretas a la muerte de Jesús sin decir porque murió y el significado humano de esta muerte

Le texto alude a los mártires de América latina, pero sin explicar en que consistía este martirio (140) como si el martirio fuese un valor en sí, un ejemplo de .vida heroica. No coloca los mártires en su contexto histórico y por esto la muerte de Jesús también no está en su contexto histórico. Y como si fuese un ejemplo de virtud sin motivo, sin relación con su ministerio de profeta.

El documento simplemente dice que Jesús ofreció su vida. Esto puede significar muchas cosas, pero no evoca el contexto histórico y el lugar de esta muerte en la vida humana de Jesús.

En los Evangelios la cruz está en el centro de la cristología, de la vida humana de Jesús. Ella no esta en el centro de la cristología del Documento. Tenemos la impresión que el texto quiso evitar cualquiera referencia al conflicto con los Romanos y con las autoridades de Israel. Es un Evangelio sin conflicto, de pura bondad. ¿Porque un Evangelio sin conflicto? Para no tener que reconocer el sentido del martirio de tantos latino-americanos crucificados en la segunda parte del siglo. Las élites quieren ocultar la responsabilidad histórica que tienen en estos martirios del XX. El recuerdo de estos martirios ofende las clases dirigentes de muchas naciones.

Por esto las alusiones a los mártires son muy discretas. Los mártires son presentados como héroes pero no se dice porque murieron. Pero un Evangelio sin conflicto: ¿quien quiere eso? es exactamente el Evangelio que satisface a la burguesía. Esta cristología es burguesa en su inspiración. No exprime lo que sienten los pobres y de que manera ellos entienden la vida y la muerte de Jesús. Estamos en la situación del conflicto entre dos cristologías, una que es burguesa y otra que es la de los pobres. Este conflicto existe desde el inicio de la Iglesia.

La misma falta de historicidad se ve en la descripción de la realidad eclesial en la primera parte. El texto hace una enumeración de los aspectos positivos y negativos de la Iglesia latino-americana. (98-100). No se colocan tanto los aspectos positivos como los negativos en el contexto histórico. Es como si todo fuese de igual significado.

No se hace ninguna análisis de las estructuras. El texto atribuye la responsabilidad y la culpa a “algunos católicos que se alejaron del Evangelio” (100h). Los aspectos negativos son debidos a “deficiencias y ambigüedades “.de algunos de los miembros (de la Iglesia). Si este fuese el problema, no habría sido necesario reunir toda una Conferencia continental. Bastaría enviar un buen confesor a estos poco católicos.

De modo general, los documentos de la Iglesia no cuestionan las estructuras. Pero con certeza los miembros de la Iglesia no son peores ahora que antes. Los problemas no son las personas, sino las estructuras. Algo de eso aparece implícitamente en la tercera parte, por ejemplo cuando se trata de la parroquia. Pero un análisis más profundo sería muy útil. Un día tendrá que ser hecha.

Sorprendente es el silencio casi total sobre los movimientos pentecostales. Hay apenas algunas breves alusiones (100g). Un día Harvey Cox escribió que se trataba del fenómeno religioso más importante del siglo XX y casi tan importante como la Reforma del siglo XVI. No se hace ninguna análisis de esta realidad como si fuese una cosa sin importancia que no hace problema.

Mientras tanto, les pentecostales están en plena expansión en todos los continentes y también en América latina. Muchos católicos dejan la Iglesia para integrar una comunidad pentecostal. Los pastores son innumerables. En varios lugares del mundo de los pobres, los pentecostales ya son más numerosos que los católicos.

Seria necesario analizar las razones de este éxito. Sin duda el pentecostalismo responde a las aspiraciones de una gran parte del mundo popular. Vale la pena estudiar el mensaje, la metodología, las formas de organización. Cerrar los ojos como si el fenómeno no existiese, puede ser la política del avestruz.

Cuando se hace la descripción de la sociedad actual, principalmente de la cultura contemporánea, muchos se olvidan que hay dos sociedades muy separadas y dos culturas bien diferentes. Hay la cultura examinada por los científicos y filósofos, que es la cultura de los que están incluidos en la nueva sociedad, y la cultura de los excluidos.

Asimismo, la Conferencia de Aparecida constituye un acontecimiento imprevisto. Nació una nueva conciencia. Los obispos recogieron las aspiraciones de la minoría más sensible a los señales del tiempo. El documento final constituye un motivo de renovada esperanza para los viejos y ofrece algunas orientaciones bien definidas a los jóvenes.

José Comblin.


Traducido del portugués por Hervé Camier.

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