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HONDURAS - 25 años de régimen constitucional: A mayor democracia formal, mayor tragedia social

Ismael Moreno, Revista Envío

Lunes 8 de octubre de 2007, puesto en línea por Dial

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Revista Envío - Inseguridad e indefensión caracterizan la situación vital de la mayoría de los hondureños. Las salidas a la crisis son cada vez más individuales. Los proyectos de salida que se ofrecen están cada día más privatizados. La economía se sostiene con los “pobredólares” de los migrantes. Y la clase política es crecientemente cínica. Son dos los colores bipartidistas, pero es uno solo el color del dinero que los une.

Las primeras semanas del año 2007 se saturaron del alborozo de los políticos y funcionarios públicos celebrando los 25 años de la Constitución de la República, y de la euforia de la publicidad que a los triunfos de su primer año de gobierno dio el liberal Manuel Zelaya. En esos mismos días de júbilo el Presidente del Congreso Nacional condecoró a Roberto Suazo Córdova como gran demócrata, cuando fue en su tiempo como Presidente cuando el país se mantuvo bajo el estricto control del gobierno de los Estados Unidos, representado por el entonces procónsul John Dimitri Negroponte, hoy segundo en el Departamento de Estado; cuando fue en aquella aciaga administración que se inauguró el período de democracia tutelada, causante de centenares de desaparecidos. Sin embargo, 25 años después los políticos lo celebran premiando a quienes más han empequeñecido a nuestro país ante la comunidad internacional.

“Ante todo, somos empresarios”

A lo largo de estos 25 años hemos tenido ciertamente elecciones sucesivas y ha sido pacífico cada traspaso de gobierno. También es cierto que el papel de los militares ha pasado a ser secundario y se han creado instituciones para representar oficialmente la protección de los derechos humanos, la investigación y persecución del delito y la recta aplicación de la justicia. Pero de la creación formal a la realidad diaria hay un enorme trecho, puesto que estas instituciones han terminado siendo absorbidas por el modelo político bipartidista: en esas instituciones estratégicas los puestos se reparten entre los allegados a los dos partidos y así todo lo gobierna un solo grupo de poder, aunque magistralmente presentado como el juego de dos rivales. Sólo son diferentes las dos banderas partidarias. Se ha formalizado una democracia política totalmente funcional al modelo bipartidista y las nuevas instituciones han extendido la dinámica de la corrupción, mientras se ahonda de manera escandalosa la brecha económica. Tanto, que es válida esta ecuación: a mayor democracia formal mayor tragedia social.

En una ocasión, un alto y emblemático político del país confesó, sin respetar ética alguna, que ellos, los políticos, no eran ni liberales ni cachurecos. “Nosotros -dijo- somos ante todo empresarios, y nuestras empresas nos unen en el mismo color del dinero. Los partidos políticos nos sirven para despachar en público nuestras divergencias y negociarlas con lealtad dentro de nuestros alianzas empresariales y económicas”.

La Constitución de la República ha servido de soporte legal para legitimar formulaciones y actitudes como éstas, que muestran el cinismo de los políticos frente a los compromisos con el Estado y con las leyes del país. Los altos dirigentes de los partidos políticos no tienen color político. Su único partido es su capital y sus intereses gremiales y empresariales. En estos 25 años de régimen constitucional ya ha quedado totalmente demostrado.

Inseguridad, indefensión: ¿en quién confiar?

La inseguridad y la indefensión son los rasgos que con mayor angustia identifican los hondureños y hondureñas como su situación vital. Una encuesta reciente, dada a conocer en un diario de circulación nacional, apuntaba que la población hondureña está tan preocupada por la inseguridad callejera y la violencia como por el desempleo y la inseguridad económica.

¿En quién confiar? De acuerdo a un alto funcionario público, el 30% de los jefes de la policía tienen cargos de responsabilidad en el crimen organizado en su triple dimensión -tráfico de drogas, tráfico de personas y robo de vehículos- otro 30% permite esto y el restante 40% no tiene capacidad para hacer nada. El crimen organizado, que controla las cárceles del país parece tener mayor capacidad de decisión que las autoridades públicas responsables de las cárceles, de manera que en la estructura de mando la seguridad pública queda subordinada a la delincuencia.

Más de 10 homicidios diarios

Existe un proceso de creciente pérdida del valor de la vida. Aumentan los muertos por esa delincuencia común y callejera que es el robo de celulares y de carteras. Los medios de comunicación masiva hablan hasta de más de diez homicidios diarios, sin contar los asesinatos ocurridos dentro de los centros penales, extensiones territoriales de los corredores del crimen organizado.

Existe también un evidente aumento de la agresividad como actitud defensiva de la población ante el miedo a poner en riesgo la vida o a ser atacado. Hay también un aumento del uso del espacio doméstico, como lugar privilegiado de seguridad y se percibe mayor aversión a los lugares públicos, por los cuales se pasa rápido y con miedo. Existe entre la población un pleno convencimiento de que las instituciones públicas operadoras de justicia no funcionan o funcionan según las decisiones arbitrarias de sus funcionarios o de los jefes del crimen organizado.

Los “pobredólares” sostienen la economía

La mayoría de la población hondureña apuesta a respuestas individuales y privadas, al tiempo que las instituciones públicas pierden toda credibilidad, lo que significa ausencia real de institucionalidad.

Un millón de hondureños ya decidieron, por su propia cuenta y riesgo, resolver su situación económica trabajando y viviendo en Estados Unidos. Y es esa población la que sostiene la economía nacional. El año 2006 ingresaron más de 2 mil 500 millones de dólares en concepto de remesas, lo que representa el triple de lo que aporta al país la industria de la maquila, la que sólo genera unos 135 mil empleos, frente al millón 400 mil compatriotas afectados directamente por la falta de empleo.

Una misión del FMI alabó a finales del año 2006 la excelente salud de la economía hondureña. Según Gabriela Núñez, Presidenta del Banco Central, sobrepasamos el 5% de crecimiento en 2006. Sin embargo, tanto la titular del Banco Central como los voceros del FMI no dicen, o lo expresan con la boca casi cerrada, que el crecimiento acroeconómico sería impensable e inexplicable sin los “pobredólares” de la población hondureña que a raudales sale del país para buscar resolver individualmente una situación que resulta insostenible e inviable dentro del territorio nacional.

El caso de Don José Antonio

La gente ha buscado por su propia cuenta la solución a su problema cotidiano del hambre y del desempleo. Y sola se enfrenta a los problemas que genera su decisión de salir del país. Un ejemplo es el de Juan Francisco, de 17 años. Como tantos, salió de su casa siguiendo la ruta del Norte. Quince días después, su padre, don José Antonio García, recibió la noticia de que su hijo estaba internado en el hospital de Celaya, México, a punto de ser amputadas sus piernas tras haber sido arrastrado por un tren atestado de migrantes. Este campesino sin tierra y desempleado de uno de los antiguos campos bananeros en la Costa Norte hondureña, apretó bien los puños y decidió ir a buscar a su hijo.

Visitó el consulado mexicano y la oficial de turno le dijo que ni soñara en adquirir una visa. “Aunque me traiga un puño de tierra para probarme que es campesino, no le damos la visa”, le dijo. José Antonio siguió su lucha. Se informó de los horarios del embajador mexicano, y movido por el amor a su hijo herido, se coló un día en una de las recepciones diplomáticas y se arrodilló ante el embajador para suplicarle el permiso para visitar a su hijo. Finalmente, consiguió una visa de cortesía y antes de finalizar febrero, sin apoyo alguno de las autoridades hondureñas y con un poco de dinero recolectado entre los familiares de migrantes, emprendió su camino hacia México.

En pocos días regresará, sin duda con su hijo ya amputado, para seguir resolviendo por su propia cuenta su angustiosa situación de vida, en medio de un pueblo atrapado en la sobrevivencia y en la lógica de que en este mundo cada quien ha de buscar salvar su propio pellejo, como muy bien lo sabe decir la muchachada de estas regiones.

Todas las apuestas son privadas

Se advierte también en el país un aumento creciente de la seguridad privada, en manos de militares retirados y de ex-oficiales de la policía. El ambiente de inseguridad se convierte así en fuente de negocios, a mayor criminalidad y delitos, más demanda de seguridad, y a menor capacidad del Estado para responder a la demanda de seguridad de la sociedad, mayor aumento de oferta de seguridad privada.

Se comienza a percibir ya lo que podría ser el mayor peligro para la convivencia: que ante la falta de respuestas de las instituciones públicas, aumente el número de personas que decidan aplicar la justicia por su propia mano.

Frente a la ausencia de políticas públicas agrarias, aumenta la respuesta de proyectos agrícolas y de desarrollo de lucro privado en las zonas más deprimidas del campo, organizadas por grupos privados de desarrollo u organizaciones no gubernamentales. Frente a la mayor inestabilidad educativa en la escuela pública, crece la oferta de educación privada para sectores medios, incluyendo ya a los hijos e hijas de educadores de escuelas y colegios públicos. Recuento del primer año del nuevo gobierno: la sociedad hondureña ya hizo su apuesta, cada quien le hará frente a la vida librando su propio cacaste.

Un bipartidismo unido por el color del dinero

Cada vez más los dirigentes de los dos partidos políticos son empresarios cuyos negocios particulares constituyen el espacio que da coherencia a sus aparentes divergencias partidarias. El consenso político va dejando de estar en las instituciones públicas y en los propios partidos políticos y se traslada a las empresas e iniciativas comerciales y financieras. Aumentan los espacios comunes a dirigentes de los diversos partidos donde tratan sus negocios, logran acuerdos políticos, firman convenios, descansan y realizan ceremonias religiosas y de premiación de sus éxitos. En estos espacios desaparecen los colores políticos para dejar lugar al color del dinero como el único que logra los verdaderos acuerdos y consensos políticos.

El modelo bipartidista comienza a dar señales de ser infuncional a los grupos de poder. Se esfuerzan en remozarlo para seguir buscando a través de él control de las decisiones en las políticas públicas. Si más del 50% de la población con derecho a votar no acudió a las urnas en las ultimas elecciones, eso tendría que despertar preocupación entre los grupos de poder, debería encender una luz de alerta, puesto que la población que no cree en los dos partidos políticos, y en general en el sistema político hondureño, se ha convertido en el “partido” mayoritario. Pero aún no despiertan.

Cuanto más se concentra el poder en reducidos grupos de empresarios, comerciantes, banqueros y maquiladores, más distancia se observa entre el Estado y la sociedad, y más distancia toma la población de la política y en particular de los procesos electorales.

La clase política y económica está dando pasos para actualizar el modelo bipartidista. Las reformas de los artículos “pétreos” ya dejó de ser rumor, y el propio Presidente del Congreso Nacional ha expresado que se deben eliminar los tabúes ante los artículos constitucionales que impiden la reelección de los presidentes. De igual manera, un grupo de juristas del Colegio de Abogados de Honduras se pronunció sobre la necesidad de revisar la posibilidad de convocar a una Constituyente, para elaborar una nueva Constitución en la que se introduzcan la reelección, la prolongación del período de gobierno, la figura de un primer ministro en el gabinete del Ejecutivo y la reducción a 16 años de la edad
para votar.

Bipartidistas sin fronteras

Aunque el bipartidismo sigue siendo la expresión política fundamental de los grupos de poder, también es cierto que los intereses e inversiones comerciales, financieros e industriales del empresariado superan cada vez más las fronteras nacionales, los partidos políticos y los gremios particulares, como lo sustenta el economista salvadoreño Alexander Segovia, en su estudio “Integración real y grupos centroamericanos de poder económico”, publicado a partir de febrero, y en tres partes, por Envío [1].

Las decisiones del empresariado residen cada vez menos en instancias formales, sean estatales o de la empresa privada de cada uno de los países. Existen una especie de instancias supranacionales en donde se toman decisiones que después los gobiernos se limitan a cumplir. No se puede prescindir en un análisis de los condicionamientos particulares de los países, la enorme influencia de las multinacionales, y el poder inmenso de los organismos financieros internacionales y del gobierno de los Estados Unidos.

La isla Conejo en la mira de Estados Unidos

Un ejemplo de estos condicionamientos lo ofrece el conflicto de soberanía que se suscitó meses atrás entre los gobiernos de Honduras y El Salvador a raíz de la disputa por la pequeña isla Conejo en la entrada del Golfo de Fonseca. En él se expresa la vulnerabilidad de los planes económicos de los grupos de poder de la región centroamericana. En una región tan frágil económica, social, ambiental y políticamente como la centroamericana, nunca se pueden dar por consolidados los proyectos por mucho que sea el poder de los grupos que los impulsan.

Una decisión del gobierno de los Estados Unidos para fortalecer su presencia militar en la región centroamericana puede pasar por encima de los intereses que el propio gobierno de Washington haya suscrito en el marco del Tratado de Libre Comercio. Esto parece ser lo que estaría en juego en el claramente atizado conflicto de soberanía sobre la isla Conejo, el cual podría estar respondiendo a un interés en el rearme de los ejércitos de El Salvador y Honduras para servir a la lucha “antiterrorista” de Estados Unidos, máscara que usaría el Norte frente al fortalecimiento de gobiernos latinoamericanos y regionales adversos a las políticas imperiales.

El caldo del caudillismo

El modelo de democracia que se ha consolidado en Honduras se sustenta sobre el antidemocrático modelo bipartidista y sobre la dicotomía entre la democracia formal y la democracia social y económica. Este modelo es un caldo de cultivo para que florezcan y se consoliden los autoritarismos, el caudillismo y la remilitarización del Estado.

El desvío de los fondos para la reducción de la pobreza para cubrir los gastos corrientes de un Estado rehén de las demandas de los dirigentes del bipartidismo político es un ejemplo de la subordinación de las políticas públicas a las arbitrariedades propias de modelos caudillistas.

La inseguridad ciudadana se convierte en un argumento para promover la concepción de un Estado policial, represivo y autoritario que se defiende, y dice defender a la ciudadanía, frente a una delincuencia que sólo es entendida fuera de los ámbitos del Estado, mientras se cierran los ojos para no mirar la delincuencia incrustada en el interior de las instituciones oficiales.

La abierta injerencia del embajador

En una democracia que pone su mayor peso en la formalidad de las elecciones y en una existencia casi teatral de las instituciones públicas, pero que en los hechos es conducida conforme a las decisiones arbitrarias de quienes tienen control sobre la política y la economía, los abusos de poder y la injerencia internacional se convierten en práctica habitual y en paisaje rutinario.

Es el caso de la extravagante presencia e injerencia del embajador de los Estados Unidos, Charles Ford, que en la presente coyuntura se ha dado el gusto de recorrer las principales ciudades del país para convocar y reunirse con las “fuerzas vivas” a fin de formular sus valoraciones sobre cómo se debe conducir el gobierno, cómo debe contrarrestar el narcotráfico y la corrupción y cómo debe comportarse la empresa privada para ponerse a tono con los desafíos del mundo globalizado.

Ford ha llegado a sugerir el tipo de reformas constitucionales que se deben hacer para mejorar el funcionamiento de la democracia hondureña y ha acusado de terroristas a los hondureños que han criticado y rechazado públicamente su intervención en decisiones que sólo corresponden a los nacionales.

Dime lo que escuchas...

Desde el ambiente de inseguridad, pasando por las figuras políticas que se promocionan y las que invisibilizan, la valoración positiva o negativa sobre la licitación de los combustibles, hasta la vinculación de la política con el deporte, todo lo que ocurre en el país lo definen en su arena los grandes medios de comunicación. Dime lo que escuchas, a quién escuchas, la frecuencia con que lo escuchas y en qué medios lo escuchas, y te diré entonces cuáles temas y actores, ganadores y perdedores, están definiendo la coyuntura nacional.

Un ejemplo. La minería es vista por los medios no como un grave problema nacional, sino como el ring de boxeo donde salen a relucir las divergencias y confrontaciones entre el Cardenal Rodríguez y el Obispo de Santa Rosa de Copán. Otras veces, este mismo tema aparece como un grave problema nacional, pero también para restarle presión a la demanda ciudadana por la aprobación de la Ley de Transparencia o para hacer olvidar otros temas como el de los combustibles, los casos vinculados con los poderes ocultos del crimen organizado o el caso del misterioso avión abandonado en el aeropuerto Toncontín durante todo un año sin que autoridad alguna haya establecido su procedencia, sus propietarios y su razón de estar en el país.

Lo cierto es que la minería, siendo un tema de alta importancia nacional, es tratada por los grandes medios de comunicación conforme a los intereses que los grupos de poder tengan en juego en cada momento.

Por la tierra y con los migrantes

Pero hay salidas que no son individuales y hay oportunidades que debemos aprovechar. La sensibilidad de la población hacia la defensa de los recursos naturales y el medio ambiente se va convirtiendo en preocupación nacional. En torno a estos temas la gente se siente convocada. Puede ser éste un factor que rompa con las predominantes salidas individuales y privadas. Propuestas sobre cómo cuidar nuestro entorno y cómo disminuir la vulnerabilidad ambiental y social interesan cada vez más. El tema de la tierra, tan olvidado por el Estado y tan sensible para la gente pobre del campo y para los pueblos indígenas de occidente y para los garífunas en la costa del atlántico, emerge y puede convertirse en dinamizador de procesos generadores de conciencia nacional y de lucha social.

Igualmente, el vínculo que se puede ir estableciendo entre familiares y sectores sociales dentro del país con trabajadores inmigrantes documentados, y sobre todo indocumentados, y la vinculación de éstos con temas sociales y económicos, como el de la transformación de las remesas en factor de presión para demandar políticas públicas a favor de los inmigrantes, puede convertirse en un elemento convocador y dinamizador de procesos.

Defensa comunitaria y promoción de ciudadanía

La gente tiene necesidad de protegerse y de encontrar espacios de protección. Y ante el peligro de que predomine la tendencia a que cada quien busque la justicia por su propia mano, la apuesta por defendernos comunitariamente a partir del conocimiento de los derechos y de la legislación que tiene en su base la protección de la persona, se convierte en una lucha por la vida.

No se podrá hablar de ciudadanía sin conciencia de la misma y sin instituciones que garanticen los derechos de la gente. Es un esfuerzo vano promover ciudadanía sin hacer frente a la vida amenazada de los ciudadanos. La lucha para que funcionen las instituciones públicas responsables de aplicar las leyes, la lucha por depurar la policía y para lograr la independencia del sistema de justicia de los partidos políticos, es condición de posibilidad para la construcción de una auténtica ciudadanía.

El deseo que la gente tiene de ser escuchada parece ser un clamor subjetivo importante y un factor para generar conciencia de ciudadanía activa y propositiva. También puede ser fuente para la organización comunitaria de base, cuyas demandas se pueden canalizar a través de los municipios como un factor de cohesión de la organización social. La vertebración de esfuerzos regionales y nacionales a partir de temas comunes y privilegiando a los nuevos actores que emergen desde las regiones; los esfuerzos actuales, como la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular y la Alianza Cívica por la Democracia, son válidos, pero tienen aún muy frágil sustento en el pensamiento y en la orientación política.

Por todo esto, la generación de pensamiento, el análisis y la investigación inserta en procesos organizativos, siguen siendo una condición para que surjan procesos sociales y organizativos novedosos, estructurados en la base y vertebrados a nivel nacional.

Con los medios alternativos

No hay duda que estas apuestas representan un desafío enorme para los medios de comunicación alternativos. Si la vertebración del movimiento social en torno a temas comunes y dinamizadores es la gran apuesta estratégica, la vertebración de los medios alternativos al servicio de estas apuestas se constituye en la estrategia comunicativa para el año 2007.


Ismael Moreno es corresponsal de Envío en Honduras.

Revista Envío, n. 301, Abril de 2007.

http://www.envio.org.ni/articulo/3514.

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