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Breves notas sobre el artículo “Populismo Histérico” de Robert Kurz
Ariel Zúñiga
Jueves 20 de marzo de 2008, puesto en línea por
Creo que en general Kurz anda bastante bien. Tropieza en la misma piedra que señalaba Engels (Los Alemanes cuando hacen una teoría se esfuerzan demasiado en que refute totalmente a todas las anteriores) Aunque toma mucho del Marx joven, del Marx Parisino agregaría, y con esto se aleja de la mayor parte de los Marxistas del materialismo histórico y de los marxistas hegelianos, peca de un sociologicismo excesivo que quema casi todos los puentes que intentó trazar con la realidad.
De ese sociologicismo la criminología crítica ha estado bastante cerca. Loïc Wacquant da una explicación de sentido común ilustrado a la cuestión criminal en los EEUU, se aleja de una criminología rigurosa, pero permite que cualquiera comprenda su teoría y se movilice.
Con esto no quiero decir que necesitemos sólo de ideologías (teoría dirigida a la acción política inmediata) sino que una teoría que se conecte con la realidad y siempre opte por ésta última cuando colisione con la teoría.
El sociologiscismo que me refiero es el de maximizar el alcance del carácter normativo de la delincuencia: Si es la estructura de la sociedad la que produce las conductas de los individuos, ese razonamiento en última instancia exonera tanto a Spiniak como a Pinochet. Si hablar de responsables políticos es una pretensión absurda de individualizar la realidad siempre social (política) eso exonera a Bush y a Bachelet, y de paso a los 500 de la revista Forbes, desde Bill Gates hasta Piñera.
Si es una teoría conspirativa, y es superficial siempre una teoría conspirativa, considerar a algunos sujetos responsables por sus decisiones, es posible que renunciemos a todo propósito político o que pretendamos cambiar el mundo “sin tomar el poder” intentando un cambio moral mediante un rigor individual: Algo así se desprende del último capitulo del Manifiesto en Contra del trabajo. En este último texto se pretende remediar el notorio olvido de Marx de no presentar soluciones a los problemas que evidenciaba pero las soluciones están en un desequilibrio manifiesto con los problemas evidenciados: No tienen una mínima viabilidad ni política ni económica (en el caso en que se pudieran separar ambos planos) en resumen, el manifiesto es inobjetable en la problemática pero muy débil en la solucionática.
Ese maximalismo sociologicista que adolece, por ejemplo, la criminología crítica, es lo que impide que ella se libere de la relegación perpetua a la que está sometida. No se trata de buscar culpables: Siempre he criticado tanto el discurso de echarle la culpa a los EEUU como el que exculpa gratuitamente a Cuba, se trata de posiciones irracionales. Existen personas detrás de las instituciones políticas y económicas. Es más, que la delincuencia la produzca la atribución de una norma a un sujeto no obsta a que algunos maten o se apropien violentamente de las cosas de otros.
Las conclusiones a que se arriba desde la criminología influyen en el concepto virginal de la norma consensuada y natural, y por ende es la crítica fundamental al Derecho. Pero uno no debe hacer de esa crítica, inmediatamente, una teoría social. Deben incorporarse esas conclusiones a la teoría social o construir una nueva teoría social.
Estoy de acuerdo que para los psicópatas existe toda una mitología, pero existen psicópatas completamente insertados en la vida “legal” en todos los Estados. En todos los servicios secretos del mundo se enseña a causar dolor, a matar, y a entenderlo como algo bueno. Es más, en todos los ejércitos y policías los principios descriptos son los mismos. Los auténticos psicópatas no son los pobres diablos de turno sino que los héroes de la patria: Mata a uno y serás asesino, mata a mil y serás un héroe; roba a uno y serás un ladrón, roba a mil y serás un próspero empresario. Eso relativiza a los delitos comunes pero podemos caer en la trampa de negar tanto estos hechos insignificantes como aquellos hechos significantes.
Relativizar el delito no nos debe llevar necesariamente a negar gran parte de la realidad porque ella sea invisible a la teoría. Es la teoría la que debe reformularse para que sea capaz de ver aquello que nos estamos perdiendo.
No son los que jalan los gatillos los culpables de todo en la sociedad. Tampoco aquellos que ordenan jalar esos gatillos. Pero existen personas que toman decisiones que permiten que el sistema perdure y que se combata a las disidencias de este. No son los gobiernos formales ni tampoco son una junta en particular que sesione en una mansión. No son los banqueros, ni los petroleros, ni los industriales: Es la interacción de estos grupos dirigentes y la responsabilidad política de los males de la sociedad es de ellos, y no de la sociedad en forma abstracta. Ellos y sus instituciones son los enemigos, sus castillos, fortines y trincheras, objetivos bélicos.
Muy aprendamos a relacionarnos en horizontalidad, aquellos que fundamentan sus privilegios faraónicos en la jerarquía, impedirán desde la cúspide de la pirámide que esta sea derribada. Somos todos ladrillos de esa pirámide y también es nuestro poder el que le da poder a la pirámide, destruir la cúspide sólo dejará como cúspide al segmento inferior a la anterior manteniendo inalterable el orden actual. Intentar horizontalizar la sociedad sin atacar la cúspide es exigirle la santidad a seis mil millones de personas: Tal rigor individual exige una religión de esclavos como el cristianismo, pero aún más militante e integrista.
Ambos son los objetivos: luchar en contra de todas las jerarquías y por la liberación del hombre, y derrocar a los hombres que toman las decisiones que fundamentan todas las jerarquías. Se debe cuestionar la ideología dominante, y se avanza poco en ese propósito oponiéndole una ideología que también esconde la realidad.