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El dólar, la guerra y el ambiente

Darío Botero Pérez

Martes 10 de noviembre de 2009, puesto en línea por Barómetro Internacional

La ruina del imperio

La guerra mundial es la gran oportunidad para USA de recuperar su hegemonía. Ha invertido en armamentos capaces de confrontar a los extraterrestres, pero que ningún país de este planeta está en capacidad de igualar a corto plazo. No obstante, hay quienes lo emulan, causando gran temor, pues también han desarrollado armas de destrucción masiva, en particular bombas atómicas. Su propósito es más disuasivo que agresivo, pero se supone que no dejarán de usarlas si los halcones de Washington los amenazan, ya sea directamente o a través de Israel. En tal caso estarían Irán, Pakistán y Corea del Norte.

Mientras USA profundizaba su capacidad militar, descuidaba su producción de bienes y servicios. La trasladó a sus colonias fácticas (colonias de hecho, aunque supuestamente son países soberanos, como Colombia), a las que el filósofo Peter Drucker les asignó la producción material, mientras reservaba la intelectual para la metrópoli. En su sueño imperial, que tantos aplauden, consideró su derecho poner el mundo a satisfacer sus necesidades de consumo, mientras les pagaba con dólares sin ningún respaldo real.

Este es el gran secreto: la crisis económica apenas ha comenzado; sus más graves consecuencias están por verse.

Los potentados lo saben. De ahí su afán y desespero por adelantar la guerra mundial en que vienen empeñados hace años, pues son concientes de que su economía de casino, especulativa, monetarista, matematizada, neoliberal, en suma, no es más que una estafa para el mundo.

Antes de que el dólar tome el camino de las hipotecas y su derivados. O sea, antes de que se descubra su valor intrínseco, que es negativo debido a los inmensos déficits usanos. Antes de que sus poseedores tengan que asumir -obligados por la fuerza de las armas y los abusos de la guerra- ese valor negativo y hasta garantizarle su condición de divisa respetable y sólida al billete sin valor, tenemos la obligación y la oportunidad de entender claramente el gran desafío.

Así evitaremos que use la única tabla de salvación que le queda al absurdo imperio, fundado dizque en la defensa de la democracia y la libertad impuestas a la brava, como en Afganistán. Debemos impedir que la guerra mundial pueda ser desatada en toda su dimensión, como es obvio que pretende hacerlo, con la complicidad de vendepatrias desvergonzados, cipayos empotrados en los gobiernos de sus vilipendiados y traicionados pueblos.

“Guerra avisada no mata soldado”, o “soldado avisado no muere en guerra”, decían los abuelos. Esperemos que siga siendo cierto, de modo que no caigamos en la trampa bélica de los halcones desesperados.

Tácticas del miedo

Madoff, el gran estafador, es el prototipo de todos. Y todos lo saben; en particular, los peores: esos neoconservadores criminales e hipócritas que rodearon al imbécil vil, George W. Bush. Esos que entrenaron a Bin Laden como jefe de terroristas; y a sus muchachos, para inmolarse en los atentados del 11 de septiembre, tan calculados para excitar el patriotismo y el pavor usanos.

En una “democracia” cuyo gran recurso para someter a su pueblo, al menos desde la “guerra fría”, ha sido el miedo; la artificial amenaza de las drogas del placer ilegalizadas, ensayada después de la caída de la URSS, no fue suficiente para mantenerlo aterrorizado y sumiso, como sí lo fue la amenaza –estratégica y constantemente recordada por los halcones a su pueblo- de guerra nuclear provocada por el oso soviético, mientras existió.

En cambio, la “War on Terror” o “Guerra del Terror” –llevado a niveles demenciales por Bush y Bin Laden-, le permitió al primero aterrar y vapulear a sus ciudadanos y cometer toda clase de canalladas, tanto contra su pueblo como contra los del resto del mundo, incluyendo la injustificada invasión a Irak, basada en mentiras. Y, mientras Osama permanece impune y sigue haciendo de las suyas, Obama continúa alimentando esa estrategia, aunque nos creó la ilusión de que la repudiaba.

Afortunadamente, su codicia les redujo el tiempo para desatar esa guerra global que los podría salvar. Por dedicarse a saquear las riquezas de ese Irak tan victimizado, retardaron la extensión de su estrategia bélica. Se sintieron muy sobrados.

Apuros del sionismo

Cuando Obama les ganó la presidencia, lo que no esperaban las derechas extremas, éstas trataron de apurar su plan mediante el ataque atroz a la Franja de Gaza en diciembre de 2008.

Por fortuna, el mundo reaccionó oportunamente, escandalizado por el genocidio, de modo que los sionistas tuvieron que reducir su campaña de exterminio a los palestinos. No se podían desenmascarar ante el mundo, como amos absolutos, cuando Obama estaba a punto de asumir su período esgrimiendo estandartes de cambio.

Pero cada vez tienen más prisa para materializar sus planes de guerra, pues la pérdida de valor del dólar se está volviendo imparable e inocultable. Cuando sea evidente para todos que no vale nada, les será imposible desatar la guerra, debido a su pérdida de credibilidad.

De ahí la necesidad urgente de denunciar sus intenciones y no caer en la trampa que le han puesto a los latinoamericanos con el fin de agregarle otro foco al conflicto mundial, tan ardiente en Afganistán, Irak y Pakistán.

Reclamos de paz y futuro dignos

Colombia tiene la obligación de rechazar la vil entrega de la soberanía que ha protagonizado Álvaro Uribe Vélez, contra el querer de la nación y de las naciones hermanas, violando la Constitución y desatendiendo el pedido del Consejo de Estado para someter el acuerdo a su discusión y aprobación por el Congreso, como es la obligación de un presidente no prevaricador, respetuoso de su cargo y capaz de ejercerlo sin abusos ni desviaciones autocráticas.

Son obvias, tanto la amenaza a la paz regional como la carrera armamentista que está fomentando la autorización para que USA disponga de siete bases militares en el estratégico país suramericano.

Tenemos que denunciar la maniobra, evitando los enfrentamientos caseros mientras se destapa totalmente el inevitable descalabro del dólar. Esto solo bastará para que el imperio acabe de derrumbarse, desde que no caigamos en sus juegos de guerra.

Sin cobardías ni timideces, nuestra respuesta tiene que ser la defensa de la vida. Tenemos que levantar las banderas de la paz, y denunciar clara y ampliamente, sin demora, los aterradores planes de los potentados y sus lacayos. Entre todos podremos vencerlos.

Paralelamente, es indispensable, tanto para la vida como para el planeta, detener todas las agresiones causadas por el consumismo irresponsable, generador del aterrador deterioro del medio ambiente, incluyendo el cambio climático que los potentados no están dispuestos a enmendar porque les cuesta dinero.

Por eso, también es tarea de todos diseñar y adoptar medidas radicales y efectivas, por costosas que sean. La defensa de la vida y la recuperación del planeta son las prioridades para la humanidad, aunque a los potentados no les parezca así y haya que obligarlos a que las acepten.


d.botero.perez[AT]gmail.com

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