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BRASIL - Propaganda engañosa
Bruno Peron Loureiro
Martes 19 de enero de 2010, puesto en línea por ,
La política de incentivos al uso del etanol nos invita nuevamente al escenario. Como si no bastasen los asaltos constantes a nuestro dinero, por algunos meses la gasolina sería mas ventajosa que el alcohol, para la decepción de los potadores de automóviles bicombustibles (flex). La publicidad a favor de la sustitución de sistema de combustibles fue ostentosa años atrás. Hoy no todos los brasileros tenemos la paciencia de hacer bien los cálculos antes de cargar combustible. Fuimos engañados.
El Ministério da Agricultura, Pecuária e Abastecimento, culpó al exceso de lluvias en el período de cosecha de la caña de azúcar, que impidió el corte de más de sesenta millones de toneladas, por la escasez de alcohol combustible. La misma institución pública federal previó que el mercado del etanol se regularizaría en 120 días. En Brasil está de moda culpar a las lluvias por la incompetencia humana. Así mismo ocurrió en el gran apagón de noviembre de 2009, que a mi entender no pasó de ser una mera conspiración. Pero el evento fue mal justificado.
Ahora que aumentó la productividad en la transformación de la caña de azúcar en etanol debido a los avances tecnológicos, su precio interno sin embargo se define por el mercado internacional. Vale apuntar que los 2/3 de la producción de etanol brasilero es exportada porque aumenta el lucro de la industria del alcohol. Por eso el argumento de las lluvias es falso. Me explico, en etanol no le hubiera faltado a los brasileros a pesar de la menor cosecha de caña de azúcar, si no se hubiera mandado al exterior por el atractivo de los mejores precios de ese mercado. Para los productores el raciocinio es muy simple, en vez de producir diez litros por un Real, podemos vender cinco litros a ese mismo precio afuera.
Si Brasil, tuviera una política de seguridad energética, tal como los EE.UU. elaboraron la suya para proteger a su consumidor nacional, el etanol sería en Brasil un producto barato para el consumo interno y los brasileros tendrían la prioridad de su compra. El servilismo del gobierno hacia los latifundistas y el mercado internacional nos relega a tener que rezar para que el precio del etanol baje o para que llueva menos el próximo verano.
El desangramiento del consumidor brasilero no acaba allí. Con la reducción de la zafra de caña de azúcar en la India, que es uno de los mayores productores mundiales, el Brasil tiende a abastecer el aumento de la demanda mundial en detrimento del consumo interno. Todavía se habla del riesgo de que las usinas sustituyan la producción del etanol por la de caña de azúcar, en vista del alza internacional de esta última. Luego se anunció la política que reduce provisionalmente del 25% al 20% el porcentaje de etanol en la gasolina a partir de febrero. El mercado definirá si el brasilero está o no satisfecho con esto.
Resumiendo: ¡somos robados intensamente en este país! Por eso existen dos Brasiles. Uno de los tontos y otro de los que saben. La complacencia de los tontos inhibe la insatisfacción de los que saben. El resultado de esta ecuación es el de una gran injusticia. En pocos, la seriedad cede espacio al circo y el saber se convierte en motivo de burla. Cualquier brasilero en esta situación escoge la burla antes que el respeto.
La energía es una cuestión estratégica en cualquier país. El estado tiene la obligación de velar por ella. En lugar de esto, el júbilo por el descubrimiento del petróleo pre-sal, es contrario al discurso oficial de aumentar el uso de la energía limpia en Brasil. Cuando el país tiene la posibilidad de ser un ejemplo mundial con el uso del etanol y el biodiesel, sufre una recaída en los modelos de apropiación de petróleo.
¿Propaganda engañosa o reflejos de un país que no sabe a donde quiere llegar?
brunopl[AT]terra.com.br