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Paradojas en la comprensión del Estado en la escena moderna

Nicolás Chadud Díaz, Hoja de Ruta

Viernes 9 de abril de 2010, puesto en línea por Claudia Casal, Nicolás Chadud

Hoja de Ruta - A menudo desde los sectores dominantes se suele insinuar e incluso explicitar que el Estado y sus áreas de acción frecuentemente se convierten en un obstáculo y dificultad permanente para el comercio libre y el emprendimiento empresarial a nivel de un país y entre las naciones. Lo que se plantea en el presente artículo no sólo se encuentra en desacuerdo con dicha perspectiva, sino que pretende dar cuenta de que inversamente a lo que se sostiene como verdad irrefutable, es precisamente el Estado la organización por excelencia que resguarda la propiedad privada, particularmente la de los medios de producción y el comercio establecido. Es más, el Estado es el ente que efectivamente se sitúa como gendarme del capital (K), desde sus inicios como Estado moderno [1]. Es nada menos que la condición de posibilidad del sistema-mundo capitalista [2], tal como lo comprendemos y vivimos hoy en día.

El análisis, la reflexión y comprensión del Estado en la escena moderna es uno de los temas que aborda la politología con mayor ahínco; desde su origen, evolución, desarrollo, quehaceres, despliegues, etcétera. Dependiendo de la ideología con la que se aborde la problemática, se condiciona el tipo de análisis que se logre efectuar. Así por ejemplo, desde el marxismo clásico se percibe al Estado como una organización al servicio de una clase, para dominar al resto de la sociedad por medio del capital, a través de una superestructura que resguarda la mantención del sistema económico, que sería la base. Del mismo modo, esta estructura de dominación se repetiría a nivel mundial con países pertenecientes al centro, la semiperiferia y la periferia [3].

Sin embargo, es común leer de los economistas liberales más ortodoxos, en cuanto a que prácticamente toda intervención estatal a través de regulaciones, leyes o impuestos, supone una distorsión del denominado “comercio libre”, e incluso algunos van más allá y sostienen que se “desnaturaliza” la libertad económica y el esfuerzo propio de los individuos, como si se tratase de un espacio de interacción divino o sagrado [4] y no de un lugar común en donde interactúan distintos agentes económicos con diversos intereses y grados de poder.

Por otro lado, los partidos socialdemócratas reivindican al Estado como la principal organización que debe asegurar derechos sociales y económicos básicos (conocido como Estado de Bienestar, Benefactor o Providencia), como un modo de asegurar una mejor distribución de la riqueza y así propender hacia una cierta integración e igualdad social en una economía de mercado regulada para que funcione como tal. El Estado de Bienestar se encuentra concebido para que realice reformas sobre reformas sucesivas para lograr así un alto nivel de bienestar material y social.

En cambio, desde la perspectiva de los partidos socialistas o comunistas revolucionarios, perciben al Estado como el lugar para impulsar reformas estructurales para remplazar o superar el sistema capitalista como modo de producción material e inmaterial y así lograr la utopia de una sociedad comunista [5]. Por esta razón, los revolucionarios históricamente apostaron por tomarse el poder político, el Estado [6], generalmente por medios no institucionales, a diferencia del caso chileno con Allende. Es interesante anotar que los defensores del libre mercado sostienen que lograron mejores resultados (considerando los objetivos anhelados por el propio marxismo) que los socialismos reales que se caracterizaban por Estados centralizados y planificadores.

Parece al menos curioso que siendo el Estado la organización clásica que resguarda por medio de la fuerza policial [7] y de las leyes los intereses del capital y, por tanto, de los capitalistas, sea una entidad tan criticada y cuestionada por los mismos sectores empresariales como fuente de ineficiencia, corrupción, despilfarro de los recursos públicos, etcétera. La razón que explicaría dicha perspectiva ideológica es que se reivindica un Estado más radical en el sentido de favorecer a ciertos sectores ya privilegiados [8].

De lo que se trataría es de lograr consolidar un Estado que no intervenga más para aplicar políticas públicas redistributivas que contengan las desigualdades de clase o sociales como se ha llevado a cabo durante décadas en las Democracias Nórdicas. Un Estado, que procure intervenir sólo para resguardar la propiedad como valor material y simbólico que opere como ente ordenador exclusivo del conjunto de la sociedad. Un Estado, que interviene para fijar un orden legal y jurídico que no imponga ninguna restricción “odiosa, atávica o desnaturalizada” a la libre circulación del capital a nivel mundial. Es el Estado mínimo de Von Hayek, un Estado que retorna a la función clásica estatal, un Estado puramente policial y represivo, pero que se encuentra también en condiciones de reconocer derechos individuales, aquellos que sólo cobran sentido en los sectores que se benefician del sistema propiamente tal, para personas que poseen un cierto bagaje o saber social, económico y cultural [9] , que le permiten sentir como propio e inmejorable al actual sistema de organización social.

El Estado se legitima a partir del siguiente paradigma: Es una organización política que reivindica su rol histórico como fuente de unificación e integración de la nación en un determinado territorio. Utiliza una retórica que enfatiza su función trascendental e imprescindible en el mundo moderno. Es decir, se articula un discurso que opera en un registro unidimensional, entendiendo que el Estado representa al pueblo (el soberano, en una democracia representativa). Así es como el Estado vocifera hacia si mismo la necesidad de su existencia, puesto que según éste nada de lo que conocemos hoy en día como modernidad sería posible sin su presencia.

Sin pretender emitir un juicio de valor a priori, es cierto que sin la presencia del Estado la sociedad convulsiona en lo que respecta a su orden actual; la protección de la propiedad y la paz social. Lo que queda de manifiesto cuando el Estado desaparece por la razón que fuese. A modo de ejemplo, cuando las fuerzas estadounidenses invaden Irak en el año 2003, haciendo caer al Régimen de Saddam, la fuerza pública desaparece y casi instantáneamente comienzan los saqueos, pillajes, revueltas, etcétera. A lo que se suma el desarrollo de una cruenta guerra civil entre diversas facciones políticas-religiosas, incentivada por las fuerzas extranjeras [10]. Una especie de retorno al Estado de Naturaleza descrito por Thomas Hobbes, quien fundamenta la creación del Estado absoluto, pensamiento que sería neutralizado o contrastado por John Locke.

De la misma forma, cuando ocurre el terremoto y maremoto en la zona centro sur de Chile, en donde el Estado se ve superado en su capacidad de anticipar el desastre natural -especialmente el tsunami- y luego de proveer ciertos bienes y servicios básicos a la población realmente afectada. Las masas perturbadas por los terribles acontecimientos se sintieron con el derecho de saquear supermercados, tiendas y almacenes (llevándose consigo no sólo alimentos de primera necesidad), quizás como una forma inconciente de (re)apropiarse de aquellas riquezas que han sido creadas socialmente, pero que el funcionamiento mismo del sistema económico no ha permitido el acceso a éstas, lo que conlleva a actitudes de frustración y miseria simbólica. Se trata de experiencias empíricas recientes que retratan con total nitidez la profanación del capital en plena escena moderna estatal.

Comentarios Finales

Por de pronto, podemos constatar con toda certeza que el fin de los Estados soberanos y sus fronteras se encuentran muy lejos de concluir como erróneamente y/o interesadamente anticipó el discurso que abrazaba la Globalización Neoliberal, como un proceso irreversible e irrefutable de liberalización comercial y privatizaciones aceleradas, sustentado a su vez en la teoría del chorreo (goteo en realidad [11]) para combatir la pobreza. Un discurso que ha quedado rezagado del todo luego de la intensificación de las barreras arancelarias por parte de las grandes potencias [12], posterior a la última crisis económica-financiera y ,más aún, cuando el Gobierno de Obama decide salvar con dineros fiscales -al costo que sea- las industrias nacionales claves de la economía norteamericana, por medio de un proteccionismo que el mismo Estados Unidos había rechazado retóricamente en el pasado, por tratarse de medidas anacrónicas ,o bien, de un Mundo de Postguerra que supuestamente ya no existía más.

Por último, más allá de las legítimas perspectivas y aspiraciones ideológicas para abordar el Estado como la cuestión moderna fundamental, se hace menester reflexionar en torno a la vigencia del mismo para dar respuesta a los problemas públicos (locales, regionales y mundiales) y desafíos que presenta la economía y, por ende, la llamada cuestión social y medioambiental [13] en el actual escenario de Mundialización, que tienden a banalizarse con un estilo de vida social que se caracteriza por una cotidianeidad vacía de sentidos y de un relato colectivo, basado en la máxima velocidad con la que circula la información noticiosa, haciéndose muy difícil la tarea ciudadana de realizar un proceso razonable de asimilación, comprensión y análisis sobre la actualidad de Un Nosotros como comunidad política [14]. Lo que se transforma en un incentivo notable para transformar el ámbito de la política en un bien público apreciado por unos pocos letrados más que ilustrados, dejándoles al resto el consumo ilimitado de la farándula y la prensa del espectáculo. En definitiva, el (auto) consumo de sus “miserables” vidas. Una catástrofe permanente para los sectores sociales con menor poder, ventajas y privilegios en su afán olvidado de revelarse y emanciparse de sus propias y ajenas ataduras, las que facilitan diversas formas de opresión por parte de las nuevas generaciones de oligarquías.


Nicolás Chadud es Politólogo e investigador.
http://www.hojaderuta.org/ver_articulos.php?id_texto=534&id_revista=40

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[1“En el siglo XVIII aparece una forma de riqueza que se invierte en un nuevo tipo de materialidad que no es ya monetaria: mercancías, stocks, máquinas, oficinas, materias primas, mercancías en tránsito y expedición. El nacimiento del capitalismo, la transformación y aceleración de su proceso de asentamiento se traducirá en este nuevo modo de invertir materialmente las fortunas. Ahora bien, estas fortunas compuestas de stocks, materias primas, objetos importados, máquinas, oficinas, están expuestas a la depredación. Los sectores pobres de la población, gentes sin trabajo, tienen ahora una especie de contacto directo, físico, con la riqueza. A finales del siglo XVIII el robo de barcos, el pillaje de almacenes y la depredaciones en las oficinas se hacen muy comunes en Inglaterra, y justamente el gran problema del poder en esta época es instaurar mecanismos de control que permitan la protección de esta nueva forma material de la fortuna. Se comprende por qué el creador de la policía en Inglaterra, Colquhoun, era un individuo que había comenzado siendo comerciante y después encargado de organizar un sistema para vigilar las mercaderías almacenadas en los docks de Londres para una compañía de navegación”. Foucault, M. La verdad y las formas jurídicas. Barcelona (España), Editorial Gedisa, 2003.pp. 118 y 119.

[2Concepto aportado por Immanuel Wallerstein.

[3“Y así, mientras que son solo los países centrales los que en ciertas etapas de su desarrollo defienden el libre cambio en la economía y hacen gala de un siempre falso “universalismo” y “cosmopolitismo” dentro de la política y dentro de la cultura, serán en cambio, como regla general, los países dominados y explotados de la periferia los que tendrán que reivindicar en diferentes momentos el proteccionismo económico, a la vez que tratan de defender sus identidades culturales y políticas, mediante las más variadas posiciones nacionalistas, regionalistas y/o antiimperialistas”. Wallerstein,I. La decadencia del poder estadounidense. Estados Unidos en un mundo caótico. Santiago (Chile). Editorial LOM Ediciones. 2005. p. 11. (En prólogo de Carlos Antonio Aguirre Rojas).

[4Se hace necesario comentar que el capitalismo moderno posee un modo de organización y reproducción con tal nivel de sofisticación y espontaneidad, que le permite desarrollarse y adaptarse simultáneamente en diversas condiciones (incluidas las de crisis), con una capacidad asombrosa para reinventarse, pero sin socavar sus cimientos elementales. Por su alto grado de penetración a nivel mundial y su modus operandi le permite prescindir de Estados, gobiernos o partidos políticos que se declaren a favor del capitalismo. En contraposición, existen países que se declaran oficialmente como socialistas. Por ejemplo, la República Árabe de Siria que se declara hacia si misma como democrática y socialista, al igual que el partido Baath.

[5“Una sociedad en la que se habría reducido drásticamente la jornada de trabajo; una sociedad de la abundancia; una sociedad en la que la producción de bienes estaría regulada en función de las necesidades sociales de la mayoría de la población; una sociedad igualitaria en la que no habría ya clases sociales; una sociedad de hombres libres en la que la administración en común de las cosas habría sustituido a los aparatos represivos del poder político; una sociedad en la que la se habría abolido la división social fija del trabajo, quedando sólo división técnica del trabajo, la necesario por razones de organización y distribución de las tareas entre personas dignas; una sociedad en la que todos tendrían instrucción politécnica y no existiría ya la división entre trabajo manual y trabajo intelectual; una sociedad, además, enmarcada en un mundo en el que no habría fronteras, ni ejércitos permanentes, ni diplomacias secretas, ni Estados al servicios de las clases; una comunidad universal en la cual las palabras “género humano” habrían de cobrar una dimensión global”. Fernández, F. MARX (sin ismos), Barcelona (España), Editorial El Viejo Topo, 2004.p. 215.

[6Para lograr transformarlo de tal modo que ya no sea el instrumento mediante el cual la burguesía logra consolidar su proyecto.

[7El Estado posee la facultad exclusiva para ejercer el uso legítimo de la violencia (monopolio de la violencia). No es su único medio, pero sí su medio específico, el que lo distingue, según Max Weber.

[8Si se asume, por ejemplo, que mayores grados de libertad económica y menos injerencia del Estado (menos regulación por medio de superintendencias, menos impuestos, etc.) para ofrecer protección social (requerida por los sectores más vulnerables), suelen favorecer a aquellos sectores económicos con más educación formal e informal. Los cuales tienden a poseer mayor familiaridad y red de contactos en sectores económicos como el financiero, inmobiliario y/o la banca.

[9Para un eficaz desenvolvimiento de los individuos en las sociedades modernas, se hace indispensable no tan sólo un acceso a una gama de bienes materiales (techo, comida, abrigo), sino ser parte de un “Habitus” (Bourdieu), que se ha ido consolidando en el tiempo, como valores o disposiciones morales que generan ciertas prácticas.

[10Involucrándose inclusive en el asesinato de académicos e intelectuales iraquíes. Véase más información en http://www.iraqsolidaridad.org/

[11La frase original es la que sigue a continuación: “trickle down effect”.

[12“Más del 80% de la inversión extranjera directa a los países en desarrollo se encauza hacia unos 12 países de mejor desempeño. Las economías de países en desarrollo que dependen en gran medida de exportaciones agrícolas se enfrentan con los aranceles elevados que aún protegen a los países ricos”. “La Globalización en beneficio de todos”. PROGRAMA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO (PNUD). INFORME ANUAL 2007.p. 13.

[13Actualmente el calentamiento global se encuentra produciendo estragos y afecta sobre todos a los países con menores ingresos y recursos como Malawi. “En Malawi la pérdida de fertilidad del suelo, la dependencia de las precipitaciones, y las sequías e inundaciones reiteradas relacionadas con el calentamiento de la Tierra acentúan la elevada tasa de pobreza. También ponen en peligro la seguridad alimentaria y aumentan la malnutrición crónica”. “La Globalización en beneficio de todos”. PROGRAMA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO (PNUD). INFORME ANUAL 2007.p. 14.

[14Véase la obra de Norbert Lechner.

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