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CHILE - La nueva forma de protestar
Iskra Pavez Soto
Martes 14 de junio de 2011, puesto en línea por
No hay duda que actualmente en Chile existe un descontento ciudadano hacia la forma en que Sebastián Piñera está dirigiendo el país. La sociedad ha expresado su preocupación a través de diversas manifestaciones políticas y sociales, cuestión que finalmente ha sido corroborada por la negativa evaluación del gobierno en las encuestas de opinión. En otras palabras, la gente simplemente se ha decepcionado de la nueva forma de gobernar comprobando que las decisiones públicas se siguen tomando entre cuatro paredes sin considerar el verdadero interés del país.
La nueva forma de gobernar era una estrategia del Gobierno que pretendía tomar distancia de la derecha heredera de la dictadura militar de Pinochet, la cual amenazaba la legitimidad de la democracia chilena. Debemos reconocer que efectivamente logró su cometido, especialmente durante la campaña electoral que les permitió llegar al poder. Piñera se dibujó como un político alejado del autoritarismo –incluso reconoció haber votado por el NO– más cercano a un modelo consultivo de ejercer el poder y, paradójicamente, logró ser visto como una persona más preocupada por los asuntos económicos que ideológicos en la conducción del país. Sin embargo, las políticas públicas relativas a la educación, la energía o el medioambiente, por nombrar solo algunas de las más importantes, están mayormente orientadas hacia la privatización y el lucro de intereses privados que excluye abiertamente la opinión y la participación de amplios sectores sociales involucrados en estas áreas. La nueva forma de gobernar sigue sabiendo a la utilización de las instituciones políticas para beneficiar a los grupos económicos más poderosos del país.
No obstante, la gente parece haber despertado repentinamente del sueño del bienestar y la protección dejados por la administración Bachelet. La propia ciudadanía chilena está comenzando a utilizar las redes sociales para coordinar diversas iniciativas que demuestran su indignación –coincidiendo con movilizaciones que surgen al otro lado del atlántico desde Algeciras a Estambul–, ante el silencio de una Concertación que se muestra bastante desconcertada, sin liderazgo e incapaz de estar a la altura que le exige su tarea opositora. Si bien los gobiernos anteriores también tuvieron que enfrentar la protesta ciudadana, Piñera no lo ha tenido fácil en el actual escenario de participación ciudadana a través de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs). Podríamos decir que gracias a las TICs una situación política que antaño era desconocida por la mayoría de la opinión pública hoy en día se transforma rápidamente en noticia. Por ejemplo, baste mencionar los desafortunados comentarios de altos cargos públicos como Jaime Mañalich, Ximena Ossandón o Jacqueline Van Rysselberghe.
Actualmente, los grupos que ostentan el poder económico y político deben lidiar con una parte de la sociedad chilena que comienza cada vez más a ejercer un poder social, a través de una evaluación y fiscalización permanente que permiten justamente las TICs. En este marco, las tecnologías constituyen un medio eficaz, no un fin, que facilita la articulación y gestión de las diversas formas de protesta ciudadana y que atraviesan temas tan heterogéneos como Hidroaysén, la Educación universitaria y secundaria, el trabajo o la situación del pueblo mapuche. Ante nuevas formas de gobernar, que solo son la semblanza de la tradicional verticalidad política, diversas personas y grupos sociales comienzan a esbozar nuevas formas de protestar.