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BRASIL - La bacanal

Bruno Peron Loureiro

Viernes 17 de junio de 2011, por Barómetro Internacional, Bruno Peron Loureiro

"La economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado. Los organismos internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito, practican el terrorismo contra los países pobres, y contra los pobres de todos los países, con una frialdad profesional y una impunidad que humillan al mejor de los tira-bombas."
Eduardo Galeano.
Patas arriba.

Los fenómenos insensatos están a la orden del día en esta Colonia Universal llamada Brasil, apenas se implantó la empresa comercial del “sushi house” y la “temekería”, la moda brasilera pasó a ser la de comer recetas japonesas.

Lo que más asombra es el anuncio de la hoja en blanco llamada Dilma Rousseff, de que acabará con la miseria en Brasil en tres años, que es la condición de cerca de 16 millones de personas según los datos oficiales. Pudiera. ¿Pero, cuando se invierte este número?

Tenemos una pista: comencemos con el imperio de los bancos en nuestra Colonia Universal.

El Banco Mundial anunció un nuevo préstamo para combatir la pobreza en el Brasil. El valor de esta inversión oscila entre los 5 y 6 millardos de dólares en los próximos doce meses. Con esto, Rousseff nos transformará en aquello que su antecesor tergiversó con los nombres de “ascensión social”, “aumento de los créditos” o “auto-suficiencia en el petróleo”: en consumidores endeudados. La moda es canalizar préstamos internacionales para los “países pobres” o “países en desarrollo”. Por eso es que se está proponiendo al mexicano Agustín Carstens en disputa con la francesa Christine Lagarde para constituír la dirección del fatídico y desvalorizado Fondo Monetario Internacional.

Los bancos son antros anti-éticos y corruptores del bienestar del Brasil. Saltan con nuestra información catastral como cartas de baraja que pasan de mano en mano. Abrimos una cuenta y no se tarda mucho en que seamos victimizados con la correspondencia de American Express o Credicard, bacanal que nunca autorizamos y que nos roba la privacidad.

Por su parte Petrobrás, tal como han marchado las cosas, se retira como una vergüenza nacional, como una empresa despreciable y mezquina, opresora de nuestro pueblo, vulnerable a su cierre total o puesta en venta, fruto de inversores ávidos de ganancias y cobardes, prueba de la desidia de nuestra gente, a punto de ceder nuestros recursos energéticos al mercado de acciones. Por eso apoyo la creación de otra empresa petrolera, verdaderamente estatal e internamente comprometida, para sustituir a la moribunda Petrobrás, y aislarla en su actividad exportadora.

Los precios de los combustibles no fueron los únicos que aumentaron. Los alimentos también se sujetaron a la ley de la oferta y la demanda, pero pocos de los que toman las decisiones se percataron que los pobres gastan hasta el 60 % de sus ingresos en alimentación o que la Petrobrás debería garantizarnos el abastecimiento de combustible a bajos precios, por estar considerada una empresa estatal.

Como si los pobres importaran mucho en este país a los “mercado-maníacos” y otros lacayos tomadores de decisiones. Las pérdidas de las explosiones criminales en los cajeros electrónicos del Sudeste se transfirieron de los bancos a la población. El miserable Banco Central del Brasil ha recomendado que no se acepten en el comercio las notas teñidas de rojo y que sean devueltas a los bancos. Sin embargo, los bancos no están obligados a restituir el valor de esas notas. Por lo tanto el perjuicio es para quien actúa honestamente y las devuelve. Gente de todo nivel económico sufrirá las pérdidas.

Las instrucciones sobre el procedimiento para devolver las papeletas recorre la prensa, y con ella alardea sobre todo la golpista TV Globo, que intenta destituir al prefecto de Campinas, Helio de Oliveira Santos con motivos quizás justos, pero omitiendo que cualquier administración pública municipal padece de malversación del dinero público e intercambio de influencias, males intrínsecos en todo el sistema electoral brasilero. TV Globo preparó el terreno previamente con los anuncios de “escándalo”. Los reportajes de la EPTV-Campinas se enfocaban en la falta de eficiencia del gobierno municipal y su no atención a las demandas de la población, así como en la demora en la reparación de puentes dañados o la no realización de podas en los terrenos.

La causa es digna. Yo también estoy contra la corrupción. Pero mientras no se cambie la cultura política de nuestro pueblo y no se reglamente el financiamiento privado de las campañas políticas, la TV Globo (y el pueblo por añadidura) colocaría otro Prefecto en Campinas (más alineado a los intereses de los medios de comunicación hegemónicos) que sería igualmente “escandaloso” como cualquier otro brasilero vende-patria, pero presentado apenas como un leve “desvío”.

El primer favor que haremos entonces a nuestros cerebros, es mantener el televisor apagado y dedicarnos a otras actividades, visto que la mayor parte de lo que se trasmite a través de él es un producto cultural de finalidad comercial. Casi toda la programación nos incentiva a comprar el automóvil del año y beber más cerveza. Al menor descuido nos metemos la vida por detrás.

Radios comerciales, como la deplorable Joven Pan, interrumpen la música para declarar que una actriz en Los Ángeles corre riesgo de morir, mientras Dilma Rousseff nos recuerda que tenemos diez y seis millones de miserables en Brasil, que gastan más de la mitad de sus ingresos sólo en no morirse de hambre.

¿Queremos un país del “sálvese quien pueda” o aquel donde aportaremos algunos ladrillos, como seres dignos y sembradores del bien? Pensemos en esta generación y las siguientes, que no merecen la basura que generamos.

Cerremos el cerco de lo que reprobamos en nuestro país y en el mundo, antes sean condenados solamente en este año otros países además de Egipto y Libia, por parte del capital especulativo.


http://www.brunoperon.com.br

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