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Una problematización epistemológica en torno al discurso dominante sobre las redes sociales

Nicolás Chadud

Domingo 24 de julio de 2011, puesto en línea por Claudia Casal

“Según un informe reciente de Naciones Unidas, la fortuna de los 358 individuos más ricos del planeta es superior a las entradas anuales sumadas de 45% de los habitantes más pobres de la Tierra”. [1]

El presente escrito se propone discutir preliminarmente en torno a las redes sociales a propósito de las tesis neoconservadoras que las sitúan como promotoras, articuladoras o causas del cambio social.

Las ciencias sociales si bien pueden ser cuestionadas en ocasiones por no entregar “datos duros” y “cifras cuantificables” propias de las ciencias predominantes. Resultan bastante efectivas para desmontar operaciones ideológicas o supuestas argumentaciones racionalistas que pretenden presentar una percepción parcial sobre un fenómeno social, político, económico o cultural como una realidad inmutable (no producida) o confundir causa con efecto. La sociología analítica, a modo de ejemplo, sostiene que para lograr explicar algún hecho o proceso social es imprescindible encontrar las causas al preguntarse el por qué de tal o cual fenómeno. En donde la causa A explica el efecto B, lo que implica identificar un mecanismo causal y establecer microfundamentos, destacándose la precisión de las definiciones y el uso de un lenguaje directo.

Presentar una percepción en base quizás a una teoría que cuenta con un determinado a priori histórico [2] como realidad fundante en el campo de lo sociopolítico es un enfoque intelectual válido, legítimo y, desde luego, rebatible. Lo que conlleva al mismo tiempo la posibilidad de efectuar un procedimiento epistemológico de falsabilidad (Karl Popper) o de proponerse encontrar las condiciones de emergencia de un determinado discurso. Así por ejemplo, es perfectamente posible rebatir la siguiente afirmación: “Las revueltas populares en el mundo árabe son producto de mayores niveles de horizontalidad y comunicación que permiten las redes sociales” o “Han sido protagonizadas casi exclusivamente por jóvenes sofisticados y educados a semejanza de sus pares en Occidente, que utilizan dichas herramientas para fomentar la movilización(o movilidad) social, la reciprocidad y la asociatividad”. [3]

Cuando más bien dichos acontecimientos políticos que se encuentran en marcha, en estado potencial, se encuentran inscritos en una sociedad contemporánea altamente estratificada, antagónica, jerarquizada y panóptica que tiene como premisa central el hecho de que una elite para lograr un “bien mayor” [4] debe dominar y oprimir a una inmensa mayoría que se encuentra desprovista de los privilegios de clase u otros que ostenta una minoría. De este modo, dicha mayoría se hace consciente de sus condiciones deplorables de existencia y decide tomar decisiones [5] que se proponen efectuar cambios reales. Para ello se organizan localmente con los medios que tienen a su disposición y recién ahí los medios de comunicación [6] en general y las redes sociales en particular llegan a jugar un rol bastante decisivo, por ejemplo, en lo que respecta a convocar marchas ciudadanas o manifestaciones públicas en favor de la libertad, la igualdad o un modelo económico sustentable basado en la inclusión social y el desarrollo humano.

Lógicamente, dichas fases no necesariamente se desarrollan en total armonía u orden cronológico y se encuentran sumidas en medio de una serie variables permanentes y movedizas propias de un determinado contexto sociopolítico. Podemos adelantar que quienes adjudican un rol preponderante de las redes sociales (Facebook, Twitter, Youtube, Msn, etcétera) niegan el carácter revolucionario, emancipatorio y rupturistas de los movimientos populares y ciudadanos, independientemente de sus logros y alcances políticos inmediatos [7]. O bien, un análisis simplista o reductivista puede contribuir a identificar el efecto como una causa o convertir una percepción coyuntural en una realidad propiamente como producto de una incorrecta capacidad interpretativa.

El siguiente párrafo puede sernos útil para lo que intentamos explicar.

“Brotan necesidades nuevas que ya no bastan a satisfacer, como en otro tiempo, los frutos del país, sino que reclaman para su satisfacción los productos de tierras remotas. Ya no reina aquel mercado local y nacional que se bastaba a sí mismo y donde no entraba nada de fuera; ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones” [8].

El anterior extracto se podría situar perfectamente en un contexto de mundialización o globalización en donde se hace referencia a situaciones muy actuales y concretas; el mercado y el comercio mundial, la interdependencia entre los países, que por cierto se encuentran en la discursividad política y económica de las últimas décadas, con el broche de oro del “Fin de la Historia”, que alude al triunfo irrefutable e inamovible de la democracia liberal y la economía de mercado.

Podría ser parte de un anuncio institucional de un alto ejecutivo de alguna multinacional que pretende motivar a sus colegas para emprender nuevas iniciativas económicas en alguna parte del globo, incluidos países subdesarrollados y tercermundistas. O tal vez, el discurso de un importante miembro de alguna institución internacional económica-financiera como el FMI o el Banco Mundial para reforzar la idea de cooperar y así enfrentar juntos los desafíos, oportunidades y riesgos del futuro de la humanidad.

Las ideas expresadas anteriormente parecen ser razonables, creíbles y plausibles. Sin embargo, son erróneas, falsas. El fragmento anterior pertenece al siglo antepasado, más específicamente a Karl Marx [9] en “El Manifiesto Comunista” y lo que hace en buena medida en dicha obra es describir al capitalismo, su capacidad de profanar lo tradicional y lo sagrado, lo revolucionario de sus medios de producción, el despliegue de su red de comunicaciones, la capacidad de llevar la modernidad hasta los lugares más apartados y recónditos. No obstante, se trata de una crítica radical que no disimula y más bien vislumbra el surgimiento de un nuevo actor social: el proletariado, que supuestamente pondrá en jaque tarde o temprano los cimientos mismos del sistema en cuestión.

Si bien existe un discurso que opera como sentido común, tal como lo entiende Gramsci [10], que se concentra en “lo revolucionario” de las redes sociales porque hace posible eludir las fuentes oficiales, los medios de comunicación manejados por corporaciones económicas o ligadas a dictaduras, entendiendo que dichas herramientas permiten subir y difundir un video sobre la represión policial de la casta siria, yemení o de Bahrein. Aquello no las hace revolucionarias. Es la función que se le da, la subjetividad política que se encuentra operando detrás, de emancipación, de reivindicación por una genuina libertad, es lo que efectivamente se torna disruptivo y dislocante. En Yemen, país protagonista de las últimas revueltas se sabe que dichas herramientas o redes sociales son bastante inaccesibles para la mayoría de la población, del mismo modo en Egipto, aunque sí se disparó su uso durante los últimos meses, sobre todo después de la caída de Ben Ali en Túnez.

A su vez, las redes sociales también se les han dado un uso propio de “prevención”, vigilancia y control. No es ninguna novedad sostener que Facebook se ha transformado en la gran base de datos de los ciudadanos del mundo, con un crecimiento potente y facilitando el trabajo de los servicios secretos de inteligencias. Son innumerables los testimonios de personas que han intentado ingresar a Palestina, teniendo que enfrentar a una aduana y frontera israelí, siendo obligados a dar cuenta sobre sus ideas políticas, reivindicativas y teniendo que abrir (su perfil) de Facebook. Esto no acontece en una dictadura perdida en el fondo de África, sino en una de las democracias parlamentarias de mayor renombre, considerada erróneamente como la “única democracia de medio oriente”. Una frase que por de pronto disimula e invisibiliza la más extendida [11] limpieza étnica de los últimos siglos. En palabras de Hannah Arendt “El totalitarismo promete una pacificación, una paz a conquistar, pero esa paz sólo ocurrirá tras la consecución de la victoria, es decir, la paz sólo vendrá después de destruir al enemigo y obtener el control total de la tierra y el exterminio de toda realidad no totalitaria […], entonces, aquella paz prometida sólo aparece como un horizonte de sentido que se desplaza al mismo tiempo que se le persigue” [12]

Por tanto, sostener que las redes sociales poseen un carácter que es capaz de explicar fenómenos sociales y particularmente políticos tan complejos e intensos, parece a lo menos un despropósito porque pierde de vista las condiciones de opresión y los resabios de colonialismo [13]en que se encuentran sumergidos, por ejemplo, los pueblos árabes.

He recibido recientemente testimonios de jóvenes jordanos que dan cuenta de los niveles de persecución política en el Reino de Jordania, un país que es percibido como modelo de moderación para el resto de los países árabes, con un liderazgo político criado y creado en Occidente. Pues bien, en las calles de Amman es muy común ver la fotografía del rey en todas partes, incluidos los vehículos taxis. Cuando se utiliza dicho medio de transporte, es común que el chofer comience a denostar o insultar a la máxima autoridad política para ver qué reacción existe entre los pasajeros. Dicha acción es importante para entender el uso cotidiano, sofisticado y minucioso del poder para desplegarse a nivel micro como agente de represión política. Asumir que las redes sociales son causas o promotoras del cambio social, sería como sostener que los taxistas levantinos son causa de la vigilancia política. Son instrumentos, mecanismos, engranajes o agentes para desplegar una función determinada, un efecto más del autoritarismo político.

A lo anterior, se suma que no sólo los “ciudadanos libres” utilizan las redes sociales para organizarse, difundir o recolectar información que no siempre poseen fines puramente altruistas y democratizadores. Las actuales autoridades políticas que se encuentran instaladas “momentáneamente” en el poder político desde la caída de Mubarak, han comenzado a utilizar Facebook para tantear qué tipo de liderazgo se debe imponer en Egipto, si es militar o no, un hombre con autoridad, experiencia, etcétera. La ciudadanía y la sociedad civil egipcia se deben mantener vigilantes ante cualquier intento de reacomodo definitivo del poder político y policiaco, que finalmente termine extinguiendo las posibilidades de cambios sustantivos que permitan la posibilidad de construir un orden distinto, que no se encuentre expuesto al chantaje ideológico y dicotómico entre un “totalitarismo islamista y/o radical” y una “democracia moderada y/o liberal”.

Guardando las proporciones, el siguiente párrafo nos sirve para ilustrar no sólo la contemporaneidad y vigencia de autores clásicos, sino que da cuenta sobre el uso de las comunicaciones en la modernidad para lograr determinados objetivos políticos. Por tanto, no se trata de un fenómeno exclusivo de nuestro último tiempo.

“El verdadero objetivo de estas luchas no es conseguir un resultado inmediato, sino ir extendiendo y consolidando la unión obrera. Contribuyen a ello los medios cada vez más fáciles de comunicación, creados por la gran industria y que sirven para poner en contacto a los obreros de las diversas regiones y localidades. Gracias a este contacto, las múltiples acciones locales, que en todas partes presentan idéntico carácter, se convierten en un movimiento nacional, en una lucha de clases. Y toda lucha de clases en una acción política” [14].

Retomando, se hace requisito que las ciencias sociales en general, la politología y sociología en particular se propongan generar conocimiento de forma rigurosa y comprometida con su medio ambiente en un sentido social del concepto, para no caer en tentaciones de análisis simplistas, panfletarios y reductivistas, que asimilan como cierto, lo que se percibe a primera vista o bien se reproducen dispositivos discursivos tecnocráticos, que pretenden mostrar como realidad científica e inmutable ciertos enfoques o paradigmas con un trasfondo profundamente conservador en lo ideológico [15].

La idea de problematizar el conocimiento que se presenta como sentido común o verdad científica, se torna necesaria para desactivar los dispositivos de control hegemónico que operan como argumentos imparciales, razonables, apolíticos, especializados, pero que encubren sofisticadas estrategias de colusión y complicidad del poder político y económico. El discurso de liberación, simetrías en la información y empoderamiento ciudadano en torno a las redes sociales, hace visible por medio de un espíritu agudo y crítico dicho entramado y evidencia que sea verdadera la extrema desigualdad existente hoy en el sistema-mundo.


Nicolás Chadud es politólogo e investigador. Becario de Excelencia Académica de la Escuela Latinoamericana de Estudios de Postgrados de la Universidad de Arte y Ciencias Sociales.

Viernes 25 de Junio de 2011.

Fuente: Revista electrónica Hoja de Ruta

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[1En Ideario Socialista. Editorial Longseller. Editor Néstor Kohan. p. 7.

[2Equivalente a un origen absoluto (trascendental), tal como lo entiende Michel Foucault.

[3Como si el ser árabe implicase un oscurantismo religioso y actitudes tradicionales, premodernas o rudimentarias, propias de un orientalismo inscrito en sus entrañas.

[4Podría ser “El orden”, “La unión y el progreso de los árabes” o la “Recuperación de Palestina”

[5Inclusive por medio de actividades o acciones radicales que implican el sacrificio mismo de la vida para lograr socavar el orden dominante.

[6Por lejos, Al Jazeera ha sido el medio más importante y decisivo por la credibilidad con la que cuenta en la última década en el mundo árabe con respecto al conjunto de sucesos políticos de la región: El asedio y la represión en contra de los palestinos por parte del Estado Judío, La invasión de Irak y Los levantamientos populares del último tiempo.

[7Véase Twitterrevolución[23 de junio de 2011].

[8Karl Marx en el Manifiesto Comunista. En Ideario Socialista. Editorial Longseller. Editor Néstor Kohan, p.54.

[9“Marx se sitúa en la historia con el sólido aplomo de un gigante: no es un místico ni un metafísico positivista; es un historiador, un intérprete de los documentos del pasado, pero de todos los documentos, no sólo de una parte de ellos. Este era el defecto intrínseco a las historias, a las investigaciones acerca de los acaecimientos humanos: el no examinar ni tener en cuenta más que una parte de los documentos. […]. Las investigaciones no tenían como objetivo la verdad, la exactitud, la reconstrucción íntegra de la vida del pasado, sino la acentuación de una determinada actividad, la valoración de una tesis apriórica”. Gramsci, Antonio. Antonio Gramsci Antología. Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán. Editorial Siglo veintiuno editores. 2005. p.38.

[10En el sentido de que cuando los valores, normas o saberes se hacen sentido común, deviniendo en principios irrefutables, entonces estamos en presencia de una hegemonía cultural que ha consolidado y naturalizado un determinado orden. Véase la Comunicación Política de Juan Pablo Arancibia.

[11En espacio geográfico y en tiempo. El Estado de Israel ha perseguido políticamente y ha asesinado a ciudadanos palestinos por más de 60 años en los Territorios Ocupados, en el interior de Israel, Siria, Líbano, Jordania, Túnez, en los países del Golfo, etcétera.

[12Arancibia, Juan Pablo. Comunicación Política. Fragmentos para una genealogía de la mediatización en Chile. Editorial Arcis. 2006. p.190.

[13Como por ejemplo, las estructuras políticas vigentes

[14Karl Marx en el Manifiesto Comunista. En Ideario Socialista. Editorial Longseller. Editor Néstor Kohan. P. 57.

[15Lo que se declara transparente, bien intencionado, neutral o plural como el Proyecto Hidroaysén (Patagonia, Chile) es digno de sospecha. Al igual que la creación por parte del Gobierno de Piñera de una plataforma de monitoreo de lo que se escribe en las redes sociales.

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