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“El justo come hasta saciar su alma, pero el vientre de los malvados quedara vacío” – Proverbios 13:25

Teoría de la vacuidad: génesis y fractura del sistema distributivo del capital

Emilio Nahín Rojas Madero

Martes 18 de septiembre de 2012, puesto en línea por colaborador@s extern@s

No podemos entrar en debate sobre la degeneración del capitalismo sin antes tocar la estructura psicológica del ser humano en la individualidad y en lo colectivo social. Por ello es preciso tocar el aspecto de los “intereses” establecidos en el pleno derecho y el ficticio pleno derecho de los entes sociales. La vacuidad emocional es el génesis de la mala distribución del capital. Sin embargo; es preciso establecer que todos los seres humanos padecemos de esta gastritis psicológica. Cierto; la palabra gastritis es para referirse a infecciones digestivas; sin embargo esta infección del alma presenta síntomas metafóricamente similares. Pues por más que buscamos erradicar esa sensación; al final terminamos sintiéndonos vacíos. Anteriormente expresamos que el problema del sistema de producción económica no es el modelo ni el método sino la ambición del hombre. Pues no se puede hablar de –“Mayor trabajo igual a mayor salario”– cuando el dueño de la herramienta de trabajo te paga con raquítico sueldo (capitalismo). Tampoco se puede hablar de extinción de clases e igualdad; cuando el que ostenta el poder disfruta de caviar mientras que en la casa de sus gobernados se comen frijoles (comunismo o socialismo).

¿Qué es lo que hace sentirnos dignos merecedores de un derecho? Es precisamente esa infección del alma a la que denominamos vacuidad; un sentimiento psicológico de vacío. Algunos optan por llenarlo con cosas materiales y otros con cosas espirituales; es por ello que vemos esa acción compulsiva por el consumismo exagerado: casas, carros, teléfonos móviles; lujosos, caros y en numerosidad. Otros se enclaustran en cientos de religiones o sectas buscando satisfacer esa sensación de vacío; o amasando riquezas millonarias, comprando cientos de empresas; con ese sentimiento se manifiesta un fenómeno de gula psicológica, pues “mientras más tenemos, más queremos”. Otras personas lo intentan suprimir o reprimir con un esquema lineal de vida: pareja – matrimonio – hijos – envejecer. Sin embargo; aun y habiendo alcanzado esa línea de vida o comprando todas las casas y empresas del mundo o asiendo miles de viajes y adoctrinándose en todas las religiones o llenando bóvedas y cuentas bancarias con oro; el vacío siempre termina por envolvernos. Pues todas estas cosas al final de cuentas; son simples placeres, son simples antibióticos para la vacuidad, pero la enfermedad siempre vuelve. Hasta en las relaciones sentimentales esa vacuidad se manifiesta como simple infidelidad.

La necesidad de satisfaces el vacío es la que nos hace creer que somos Dioses merecedores del Olimpo. Que todo el derecho nos asiste a la razón y no es defecto simplemente de políticos, burócratas y ricos empresarios o magnates, es un defecto de todos los humanos; por ello vemos hermanos y padres confabulándose en contra de algún familiar, ya sea para quitarle una propiedad o alguna herencia, probablemente porque no supieron tomar buenas decisiones ante las oportunidades en su vida y hoy que se encuentran en decadencia no ven más alternativa que la parasitación y se creen su propia mentira de legitimidad. Tomando el ejemplo de los conflictos de sucesión de derechos o bienes (herencia); siempre existe un personaje que le asiste el derecho y un personaje que cree fantasiosamente que le asiste tal derecho. Esa vacuidad glotona; inspira a puñados de políticos y burócratas a sentirse dignos de todos los privilegios de la nación, por hacen ese quehacer político que el resto del pueblo no hace. Así mismo se comporta un simple salón de clases o los compañeros del trabajo. Ahora ¿Crees que es distinto a nivel global? Donde unas cuantas naciones viven a expensas del resto como consecuencia de ese vacío que los conduce a acaparar las riquezas y controlar hasta los recursos naturales de las naciones periféricas.

Los hombres hemos hecho un infierno de la tierra por nuestra vacuidad; no nos importa si otros tienen con qué comer o de qué vivir, lo que queremos es llenar nuestro vacío. No soportamos ver la bienaventuranza en la casa ajena, por lo que siempre estamos planeando cómo transgredirla, creyendo que con ello se llenara este vacío. Hemos hecho del paraíso un infierno; hemos convertido a la tierra en una penitenciaria; donde aquellos que ostentan el poder son nuestros carceleros y el resto somos simples reclusos. Donde las leyes penitenciarias son dobladas al gusto de nuestros gendarmes; hombres de carne y hueso que sangran y mueren con una simple bala, pero quienes en su ideología se creen dioses elegidos por Odín o Zeus y no por el pueblo. Sin embargo es el propio pueblo quien les ha permitido tal degeneración mental ya que la soberanía solo es un pacto social, mas no una potestad divina. La vacuidad psicológica es esa lobreguez humana: vicios, ambiciones, ego, malos sentimientos por los que cometemos actos deshumanizados; como la explotación del hombre, sin embargo; siempre seguiremos vacíos.

También debo aclarar que esa misma vacuidad nos hace tener éxitos cuando la enfocamos en buenas acciones y con buenos actos. Lo importante no es el cuánto ni por qué; sino el cómo y para qué adquirir esos calmantes, debemos analizar si verdaderamente tenemos el derecho asistido o es una maquinación ficticia y malsana, producto de nuestro ego; solo así haremos que el efecto de esos analgésicos sea más perdurable; mas no existe cura para esa infección del alma. Ya basta de culpar al modelo económico por su inefectividad frente a la pobreza; es el egoísmo de los hombres llamado vacuidad, lo que degenera al sistema de producción de capital. Así pues; para poder comprender y modificas los defectos del gran capitalismo, comunismo o cualquier otro modelo de producción económica que deseemos implementar; tenemos que conocernos a nosotros mismos, pues el mal comportamiento de los sistemas productivos es el simple reflejo de quien lo dirige. De lo contrario; estos solo serán eficaces cuando el hombre ya no los conduzca o cuando éste deje de existir.


romaen73[AT]hotmail.com
Emilio Nahín Rojas Madero es estudiante de Posgrado en Derecho Laboral (UAG); Ejecutivo Estatal y Coordinador Municipal (PT).

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