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Alarma mundial, la tierra se calienta

Jubenal Quispe

Jueves 8 de febrero de 2007, por Jubenal Quispe

En 1896, el físico sueco, Svante Arrhenius (Premio Nobel en 1903), advirtió que la temperatura de la Tierra, para finales del siglo XXI, se elevaría entre 5 a 6 grados centígrados si se duplicaba la emisión del dióxido de carbono (CO2) con relación a las emisiones preindustriales. A nadie le importó dicha advertencia. Es más, en el siglo XX, el petróleo y la desertización se constituyeron en una cultura planetaria. Recién en la década de los 50 del siglo pasado algunos científicos comenzaron a inquietarse porque el cambio climático comenzaba.

La temperatura media de la Tierra, en la década de 1890, era de 14,5°, mientras que en la década de 1990 fue de 15,2°. Hasta el año 2004, 1998 fue el año más caluroso (15,32°) desde que se comenzó a registrar la temperatura media de la Tierra (1866), pero la NASA divulgó en enero del 2006 que el 2005 fue el año más caluroso jamás antes registrado en la historia de la humanidad. El cambio climático es el terrorismo impredecible más letal del planeta en el siglo XXI.

LOS CAMPANAZOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

El indicio de que un periodo de cambio climático, inducido por el calentamiento rápido de la atmósfera, ha comenzado, es un hecho innegable. Incluso las mismas petroleras, que han hecho lo imposible para confundir y esconder informaciones científicas evidentes, ya no pueden desmentir el terror climático en el que viven las sociedades “más seguras”.

Sólo para dar algunos datos: En los años 60 del siglo pasado se registraron cerca de 8 huracanes. Durante los años 70 y 80 ocurrieron 14 y 29 huracanes respectivamente. En los años 90, y en lo que va de este decenio, los huracanes revientan hasta en los lugares menos sospechados danzando al compás frenético del cambio climático. Los pronósticos científicos ya quedan pequeños. El año 2005 se tuvo que inventar nombres improvisados para denominar a las inesperadas furias de la naturaleza.

Los costos ecológicos, humanos y económicos son alarmantes. Si en los años 60 del pasado siglo los costos económicos se valuaban en un aproximado de tres mil millones de dólares, el costo económico sólo del huracán Katrina del 2005 ha superado los cien mil millones de dólares. Si en 1998 las pérdidas de vidas humanas, a causa de las catástrofes naturales, bordearon los cincuenta mil, en 1999 dichas pérdidas se duplicaron. Los desastres naturales aniquilan pueblos enteros. Y lo peor de esta situación es que el 90% de las vidas sacrificadas son de las poblaciones del Sur que menos contamina.

En los últimos cien años, los glaciales suizos han disminuido en un 50%. Santuarios como los glaciales del Himalaya, Huayna Potosí, Chacaltaya, entre muchos otros, retroceden a gran velocidad ruborizados por la conducta suicida del ser humano. Ni qué decir de las nevadas de Alaska, Antártida y Groenlandia. Los glaciales retroceden, los mares crecen y las lluvias son más persistentes. Fenómenos desconocidos como el del Niño, muerte de los lagos, migración de plantas, epidemias y muertes por los infernales veranos e inviernos glaciales, son casi los compañeros inevitables de la humanidad.

LAS CONSECUENCIAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Las consecuencias del aumento de la temperatura media de la Tierra son variadísimas. Entre las más predecibles están:

 Daños a los ecosistemas

El calentamiento rápido del planeta causará la simplificación o el colapso de muchos ecosistemas. Los expertos han calculado que el aumento de 0.5° por decenio de la temperatura planetaria equivaldría a una migración de 56 a 80 kilómetros de plantas tropicales hacia zonas menos cálidas. Las plantas no pueden migrar con tanta rapidez. Con el aumento de la temperatura planetaria muchos bosques desparecerán al no poder adaptarse con tanta rapidez a los nuevos climas. Los ecosistemas desaparecerán de la faz de la Tierra, llevándose consigo la diversidad biológica.

 Subida del nivel del mar

A mayor temperatura del planeta los cuerpos de agua se dilatan y los glaciales se derriten aumentando, aún más, el nivel de los mares. Durante el siglo pasado el aumento de 0.7° de la temperatura promedio de la Tierra ha ocasionado el crecimiento en 15 centímetros del nivel del mar, situación que ha generado la salinización y erosión de muchas zonas costeras. Observaciones satelitales muestran que desde la década pasada el nivel del mar está subiendo 3 milímetros cada año. El aumento promedio de 2° de la temperatura planetaria implicaría el crecimiento en 1.5 metros del nivel del mar. Sólo con una subida de un metro del nivel del mar, casi la tercera parte de las tierras de cultivo del mundo y los hogares de cerca de mil millones de personas se verían seriamente amenazados. Países como Kiribati (situado en medio del Océano Pacífico), Egipto, China, Bangladesh, Nigeria y otros países costeros estarían en serios peligros.

 Enfermedades e insalubridad

El efecto invernadero genera huracanes, inundaciones, lluvias persistentes, veranos infernales e inviernos glaciales. A cada desastre natural sobrevienen enfermedades, epidemias, pandemias y hambruna. Cuántas muertes y desapariciones ocasionadas por los huracanes e inundaciones. De los sobrevivientes muertos por las epidemias, ya ni nos acordamos. Cuántos ancianos muertos por las altas temperaturas de los últimos inviernos, en especial en el hemisferio norte. Cuántas cosechas agrícolas perdidas. Cuántas ciudades sin servicios básicos. A mayor desequilibrio del clima, mayores son la pobreza y las muertes por inanición.

El cambio climático no sólo ocasiona la migración de las plantas o animales, sino también de enfermedades tropicales como el paludismo, el dengue y la leishmania hacia zonas menos tropicales. Enfermedades como el cólera en el Perú (1991), como la peste -en la India (1994) o el hantavirus en EE.UU (1993) y Bolivia (actualmente) están estrechamente relacionadas con el aumento de la temperatura del planeta y las inundaciones.

 Daños a las infraestructuras urbanas

En Moscú, en el verano de 1995, tuvo que dejar de operar el aeropuerto de Sheremiétevo por el reblandecimiento del asfalto de las pistas de despegue. Existen muchas ciudades construidas sobre terrenos arcillosos, estos suelos se agrietarían a medida que la temperatura de la Tierra aumente. Viviendas, ferrocarriles, oleoductos y gaseoductos construidos sobre hielo estarían terriblemente amenazados por el deshielo.

Nadie se salvará de estas consecuencias nefastas, pero quiénes estamos en situación de más riesgo somos los pueblos más empobrecidos. Aunque de las garras inclementes del cambio climático ningún mortal está completamente a salvo.


Texto extracto de: Jubenal QUISPE, Hacia una Eco Teología, Cochabamba, 2006, CLAI, CMI, CEPA, FI, pp. 53-63.

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