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AMÉRICA LATINA-CARIBE - Seguridad, defensa e integración regional (I)
Sergio Rodríguez Gelfenstein
Miércoles 14 de septiembre de 2011, puesto en línea por ,
Primera parte de la Ponencia presentada en el Seminario “Los desafíos de la integración de América Latina y el Caribe en un mundo cambiante” organizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio e Integración (MRECI), la Secretaría de Planificación y Desarrollo (Senplades) y el Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) del Ecuador del 20 al 23 de junio de 2011, en Quito, Guayaquil y Cuenca, Ecuador.
“Nada inspira tanto valor ni ilustra tanto las ideas como conocer bien la posición del enemigo”
Napoleón Bonaparte
I. Antecedentes
1. El debate teórico
El fin de la guerra fría significó el fin de la confrontación ideológica entre dos grandes poderes. Un documento del Sistema Económico Latinoamericano (SELA)
[1] publicado en 1996 distingue dos etapas en este proceso, la primera que va de la desaparición de la Unión Soviética hasta la Guerra del Golfo, y una segunda desde ese momento hasta la actualidad. La primera etapa estuvo marcada por el triunfalismo de Occidente plasmado entre otras cosas en el título de un artículo de Richard Little “International Relations and the Triumph of Capitalism” [2] o con mayor precisión en la idea de Francis Fukuyama de que “la historia había terminado”, pero en la segunda etapa, utilizando nuevamente a Fukuyama podríamos decir que “la historia ha comenzado nuevamente”, pues el orden mundial empezó a mostrar debilidades y quiebres, poniendo en el tapete de la agenda internacional temas que antes se habían soslayado o sencillamente no tenían importancia (Rodríguez, 1998) [3]. Los temas de seguridad y defensa se han colocado en el tope de la preocupación de los actores en el escenario internacional como paso posterior al optimismo triunfalista del fin de la guerra fría y el establecimiento del mundo unipolar posterior a 2001. La última década del siglo pasado pudo ser caracterizada como de desorden internacional y la teoría ha empezado a buscar los elementos de esta percepción.
En este marco ha emergido el problema que plantea determinar qué tipo de orden internacional existirá en el futuro del mundo. Esta discusión se relaciona con los aspectos referidos a la restructuración del sistema internacional, la redefinición de las instituciones políticas internacionales, pero también busca definir un cambio en las relaciones de hegemonía [4]. En el mundo de hoy no está claro si prevalecerá el orden unipolar que heredó al fin de la guerra fría o si finalmente un sistema internacional multipolar permitirá poner lo económico en el centro del quehacer de los actores. En el debate internacional han surgido otras ideas como que el mundo se estructure a partir de una nueva lógica bipolar entre Estados Unidos y China, un sistema multilateral [5] donde haya normas vinculantes para todos o incluso un retorno al Balance de Poder en los términos planteados por Morton Kaplan [6]
Estados Unidos ha pugnado por mantener el orden unipolar, lo cual le ha significado una búsqueda permanente de readaptación a las nuevas condiciones. La desaparición del socialismo en la Unión Soviética y el este de Europa lo dejó sin un enemigo funcional para organizar el nuevo sistema internacional, manteniendo y estabilizando su hegemonía y el control político-militar del mundo.
Los teóricos norteamericanos se han preocupado de buscar respuestas a este acertijo. Meses después de finalizada la primera Guerra del Golfo, un grupo de los más connotados estrategas norteamericanos fueron convocados por una publicación llamada “The National Interest” [7] para debatir acerca del propósito de Estados Unidos en la nueva etapa, con la idea de elaborar un nuevo enfoque del poderío norteamericano a fin de preparar “un manual de políticas exteriores alternativas para la década de 1990” [8]. La publicación elaborada al efecto recoge los trabajos escritos en ese evento. Vale la pena tomar algunas ideas recogidas en ella. Malcolm Wallop [9], un senador republicano por el estado de Wyoming al referirse al propósito norteamericano expresó que “...un mundo unipolar es una buena idea, si Estados Unidos es el uni”. Por su parte, Michael Vlahos [10], Director del Centro de Estudios de Asuntos Extranjeros del Departamento de Estado de Estados Unidos al estudiar el período de transición entre nuevos paradigmas de las relaciones internacionales planteó que cuando concluyera la transición, la nueva geopolítica puede resultar la oportunidad estratégica de Estados Unidos. Se preguntó por las amenazas y desafíos que enfrentará su país en este período, así como por la definición de interés y responsabilidad nacional y la infraestructura que necesitará para garantizar los mismos y responde que en cuanto a necesidades “... debemos considerar el alto nivel.
Necesitaremos fuerzas no nucleares de alta tecnología, de bajo requerimiento de potencial humano, con las cuales logremos apoyar una estrategia de compromiso selectivo global. Nuestra superioridad actual en los sistemas espaciales y navales debe ser el foco de la seguridad nacional norteamericana en el futuro. El dominio del espacio y los océanos nos sustentará también en la competencia tecnológica internacional; será en efecto nuestro seguro para las peores consecuencias de la ´multipolaridad´”. Irving Kristol, editor de National Interest y miembro distinguido del Instituto Norteamericano de la Empresa al dar su opinión en torno a cómo deben ser las relaciones exteriores de Estados Unidos en el futuro que se avecinaba, manifestó que la política exterior norteamericana “no sólo tiene un patrón doble con respecto a lo que ha dado en llamarse ´derechos humanos´, sino que también tenemos un patrón triple, y uno cuádruple. En realidad, tenemos tantos patrones como las circunstancias lo requieren, que es como debería ser...” y señala más adelante “... somos libres de empeñarnos en la silenciosa diplomacia de la persuasión, la abierta diplomacia de la intimidación, una política que puede incluir o no la intervención militar siempre dependiendo de las circunstancias” [11]
Para América Latina, este patrón de conducta militar de Estados Unidos entraña su sometimiento a una visión regional y, por añadidura global, de la concepción de defensa de la potencia del norte. Los instrumentos sobre los que se ha construido la hegemonía, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y la Organización de Estados Americanos (OEA) no han respondido a los intereses de los países del hemisferio, toda vez que los vínculos con Estados Unidos en estas instancias es absolutamente asimétrico y unilateral a partir de los enemigos que éste ha construido a partir de sus objetivos nacionales de seguridad.
Esta realidad se ha ido transformando a partir de los cambios políticos que han comenzado a ocurrir en la región con el devenir del siglo. Por una parte, existen una cada vez mayor cantidad de gobiernos que han trazado un camino soberano en materia de política exterior y seguridad, también es menester considerar el papel cada vez más importante de Brasil en el escenario global y la presencia más activa de otras potencias como China y Rusia en la región
Esto lleva a que se esté utilizando lo que Christian Garay, analista de la Universidad de Santiago de Chile llama, un enfoque aplicado de seguridad estatal, convencional, pero empleado de manera flexible y reduciendo las asimetrías en su seno [12].
La nueva arquitectura de integración regional se ha ido construyendo a través de una serie de mecanismos que han surgido en los últimos años y que dan cuenta de la naciente realidad regional. En ese marco, la instancia que más lejos ha avanzado en materia de seguridad y defensa es la Unión de Naciones del Sur (Unasur) creada en Brasilia, el 23 de mayo de 2008. Garay recuerda que los esfuerzos en el sector defensa quedaron incluidos en el Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas, y puntualiza que “el artículo 3º tocó varios aspectos de la defensa en sus parágrafos 10º integración industrial y productiva; 11º Proyectos comunes de I + D+ I [13]; 16º Coordinación en la lucha contra el terrorismo; y, 17º Intercambio en materias de defensa”. Este último establecía el intercambio de información y de experiencias en defensa. En su momento generó problemas, pues fue objetado por el Presidente Álvaro Uribe de Colombia, por lo cual el propio Presidente Lula Da Silva tuvo que intervenir, manifestando que “Precisamos contar con un sector de defensa pensado conjuntamente. Eso solamente será posible si creamos el instrumento, que es el Consejo (de Seguridad)” [14].
Sobre estos sustentos se construyó el Consejo de Defensa Suramericano en el marco de Unasur, el mismo fue acogido favorablemente por los 12 países miembros.
2. América Latina. Siglo XXI
Hablar de seguridad y defensa con una visión regional en nuestro continente pasa por discutir en torno a aquellos temas que inciden en la construcción de una agenda común y eso, –a su vez- nos lleva a debatir acerca de los dos argumentos históricos que han estado en el tapete de la confrontación de las relaciones interamericanas en los últimos dos siglos. Se trata –en definitiva- de precisar si nos inclinamos por una visión monroista o por una visión bolivariana. Dicho en otras palabras, si la integración es con Estados Unidos o sin ellos.
Esto nos lleva a considerar los temas que inciden en la temática en cuestión, vale decir, que además de seguridad y defensa estamos obligados, a estudiar otros materias como narcotráfico, migraciones, terrorismo, entre otros, que se han ido introduciendo en la agenda internacional y estableciendo los parámetros de comportamiento, las prioridades y las definiciones estratégicas de los Estados.
En un primer momento, posterior al fin de la guerra fría, el narcotráfico y las migraciones de indocumentados, - vistos ambos, desde la perspectiva del interés nacional de Estados Unidos- sustituyeron a lo ideológico como elemento ordenador de las relaciones entre Estados Unidos y sus vecinos de América Latina,
La lucha contra el narcotráfico se transformó en el centro del accionar político y diplomático de Estados Unidos en el continente. La pregunta que se debe hacer es, si este país realmente quiere y puede eliminar el narcotráfico considerando el inmenso crack económico y financiero que le ocasionaría prescindir de uno de sus principales productos de importación, motor de un mercado de dimensiones desconocidas, pero que se supone cercano a los 260 mil millones de dólares.
Aprovechando el clamor por la paz de un lado, y el imperativo de eliminar el flagelo del narcotráfico en Colombia del otro, Estados Unidos diseñó una estrategia para fortalecer y garantizar su hegemonía en el continente americano, debilitada a raíz de su salida de Panamá en diciembre de 1999. El analista colombiano Santiago Montenegro, Decano de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes en Bogotá dijo en una entrevista a la cadena CNN en octubre de 2000, que si Estados Unidos quisiera realmente ayudar a Colombia suprimiría su política proteccionista que impide o dificulta el ingreso de productos colombianos por valor de unos 4.5 mil millones de dólares, una cantidad 3.5 veces mayor que la que ha concedido a Colombia a través del Plan Colombia.
A comienzos de siglo, se comenzó a hablar de un Plan Andino, el cual a mediano plazo pretendía transformarse en un plan regional, si se consideraba que el narcotráfico - a través de sus distintas modalidades y en cada uno de sus facetas- tenía presencia en todo el continente. La ex Embajadora de Estados Unidos en Venezuela Donna Hrinak dijo que era necesario realizar un debate más amplio en ese sentido [15] Además se debía considerar que “Estados Unidos podría incorporar otros temas de la agenda internacional al rango de amenazas a su seguridad como en la actualidad lo ha hecho con el tráfico de drogas y las inmigraciones ilegales” [16]. No se podía saber en ese momento que menos de un año después, el 11 de septiembre de 2001 la estructura de las relaciones internacionales del planeta iba a cambiar después del ataque terrorista en varias ciudades de Estados Unidos.
Más adelante continuaba el texto mencionado, “Pareciera que se están creando las bases para la construcción de una hegemonía unilateral de EE.UU., o en el mejor de los casos –a través del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA)- un bloque americano hegemonizado por Estados Unidos, que haría necesario un componente militar para su proyección en el mundo” [17]. Debemos traer a la memoria que el nacimiento de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1948 estuvo precedida por el surgimiento en 1947 del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), de triste recuerdo durante la Guerra de las Malvinas en 1982.
Un análisis de la época [18], consideraba variables que debían ser consideradas por el peligro de la internacionalización de lo que en ese momento era -y aún sigue siendo- el conflicto bélico más importante en la región, el que en esa calidad tenía -y tiene- una influencia directa en las decisiones sobre seguridad y defensa que deban tomarse. A pesar de que Lawrence Meriage [19], Vicepresidente de la Occidental Petroleum, expresó que el eje del conflicto se desarrollaría en el sur del país [20], lo cual era evidente porque ahí se había concentrado el esfuerzo principal de la actividad operativa de las Fuerzas Armadas colombianas, el mismo comenzó a expandirse con el tiempo. Eso podía significar una mayor masa de desplazados hacia el oeste y noroeste de Colombia y de refugiados en dirección a Perú, Brasil y Panamá, pero sobre todo hacia Ecuador y Venezuela, sin embargo era reduccionista y superficial poner el énfasis sólo en la posibilidad de que los países vecinos se transformaran en refugio para los desplazados de la guerra. Había que considerar otros factores que sí podrían tener nefastas consecuencias, como los elementos económicos, en particular el petrolero, así como los aspectos militares y ecológicos” [21].
Así se inició el siglo. Muchas de las situaciones que se preveían al finalizar la guerra fría se fueron haciendo realidad entre 1990 y 2005, a saber:
1. La reestructuración y reinserción de la fuerza militar de Estados Unidos. en el continente.
2. La instalación o modernización de bases militares en diferentes latitudes, las más importantes de las cuáles son:
o Colombia: Tres Esquinas y Larandia (en el Caquetá) y Puerto Leguizamo (en Putumayo) al sur del país, Tolemaida y Palanquero (en Cundinamarca), en el centro, Málaga (en la región del Pacífico), Apiay (en los llanos orientales del departamento del Meta), Malambo (en el departamento del Atlántico), al norte. A todas estas bases se ha de añadir una nueva que está en construcción en el norte, en el departamento de la Guajira, en la frontera colombo venezolana. Esta base contará con la participación de soldados norteamericanos (de 800 a 1.000), además serán activados seis batallones de aviación, dos en la frontera con Venezuela, según el convenio militar suscrito entre el gobierno de Álvaro Uribe y Estados Unidos [22]
o Ecuador: Manta [23]
o Perú: Iquitos, Nanay
o Aruba: Reina Beatriz
o Curazao: Hatos
o Honduras: Soto Cano (donde aterrizó el avión que sacó al ex presidente Manuel Zelaya tras el golpe de estado)
o Costa Rica: Liberia
o El Salvador: Comalapa
o Cuba: Guantánamo
o Puerto Rico: Roosevelt Roads, Salinas, Allen y Santiago.
o Perú: Iquitos y Nanay
o Guatemala, Antigua, utilizada como base aérea para hacer escalas
o Bolivia, Chapare [24]
3. La intención de instalar bases militares en:
o Brasil: Alcántara, Río de Janeiro
o Bolivia: Río Itonamas
o Argentina: Tolhuin en la Patagonia (Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur)
o Triple Frontera: región limítrofe entre Argentina, Paraguay Brasil donde se encuentra el acuífero guaraní, la mayor reserva de agua dulce del mundo
Haití. Tras el terremoto acontecido en febrero de 2010, que dejó cerca de 300.000 muertos, la presencia militar norteamericana incrementó la ya existente, con dos unidades más de aire y tierra, con activos de apoyo de 2.000 marines cada una, denominadas Expeditionary Units. Según fuentes oficiales citadas por varios medios de comunicación (como Euronews), Washington pretende enviar entre 9 y 10 mil soldados, además de otros 2.000 marines a Haití para conformar una presencia de cerca de 20.000 militares en la isla, con una considerable capacidad de movilidad aérea, marítima y terrestre [25].
4. Elaboración de diversos planes de intervención y penetración en América Latina:
Plan Colombia (1999): Fue concebido como un esfuerzo para la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Se enmarcaba en medio de estrechas relaciones entre los presidentes Bill Clinton y Andrés Pastrana, que posteriormente se fortalecieron aun más en la presidencia de George W. Bush (2000) y Álvaro Uribe (2002). Este último contó con enormes recursos provenientes del Plan para la gestación y desarrollo de lo que denominó su política de “seguridad democrática”, junto a otros dos importantes pilares: la confianza “inversionista” y la “cohesión social”. Dentro de su política de seguridad democrática y. gracias al considerable fortalecimiento tecnológico militar, se desarrolló un inmenso proyecto u ofensiva militar, que incluía el desarrollo del llamado Plan Patriota
Plan Dignidad (1999): Este plan fue concebido para ejecutar la política de erradicación de cultivos de coca en Bolivia Constaba de cuatro pilares: prevención, desarrollo alternativo, interdicción y erradicación de plantaciones ilegales de coca excedentarias Para su implementación se conformó el Concejo Nacional de Lucha Contra el Tráfico Ilícito de Drogas (Conalid) que comprometió a todo el aparato estatal en su ejecución, cuya tarea central de erradicación recaería en el Ministerio de Agricultura.
Para este fin se fijó un presupuesto de 900 millones de dólares destinados a la creación de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) que estaría integrada por el ejército, la fuerza aérea, la armada, los cuerpos de élite de la policía Unidad Móvil para el Patrullaje Rural "Leopardos" (Umopar) y policía ecológica, y reforzada además con una fuerza militar de mercenarios denominada Fuerza Expedicionaria. Sin embargo, toda esta fuerza militar contaba con la participación directa de asesores y agregados militares responsables de la planificación, entrenamiento, supervisión y fiscalización de la "guerra contra la coca" [26].
Plan Puebla Panamá (PPP): (2001). Fue concebido en el año 2001, por iniciativa del entonces presidente de México Vicente Fox, como un espacio político de integración, cooperación y diálogo multilateral entre los países de América Central. El PPP comprende los países de la región mesoamericana; es decir, Panamá, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Belice, y los estados mexicanos de Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Chiapas, Tabasco, Oaxaca, Guerrero, Puebla y Veracruz. Posteriormente, en 2006, se incorporó Colombia.
Centroamérica es una región que cuenta con excelentes tierras de cultivo, con plantaciones extensivas y una enorme riqueza en recursos naturales, como bosques y agua. Además, es la segunda región del mundo con mayor riqueza biogenética, tras la Amazonia sudamericana. La región centroamericana es rica en recursos estratégicos, como petróleo, gas natural y minerales, mantos de agua subterránea y ríos de alto potencial hidroeléctrico y bosques para madera.
Los objetivos iniciales del PPP eran el fortalecimiento institucional, por esta razón articuló con el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), la gestión de proyectos e incorporación de nuevas áreas prioritarias, como la energética y de seguridad. Por esto, se han desarrollado, entre otras cosas, infraestructuras que incluyen carreteras y puertos, para estimular el crecimiento de la productividad y la competitividad. Pero, diversos analistas afirman que el PPP surgió como una iniciativa de Estados Unidos para la protección de una región que considera de alto valor estratégico. América Central es considerado la ruta por la cual transitan las relaciones de Estados Unidos con el resto del subcontinente latinoamericano y, -en el contexto de lucha contra el narcotráfico y el terrorismo que lleva a cabo Estados Unidos y de los considerables recursos naturales que posee-, se trata de una zona tácticamente relevante para el presente y futuro de las relaciones Norte-Sur del continente americano [27].
Iniciativa Regional Andina (2002): La Iniciativa Regional Andina (ARI por sus siglas en inglés) fue creada para promover el objetivo del Presidente Bush de fortalecer la democracia, la estabilidad regional y el desarrollo económico por todo el hemisferio desde la visión de Estados Unidos.
La ARI se proponía continuar la colaboración con Colombia, principal fuente de producción de drogas y violencia, a la vez que aumentaba la ayuda a los vecinos de Colombia para fortificar sus esfuerzos para adelantarse a los efectos secundarios del conflicto colombiano. Estados Unidos decía que la ARI contenía aumentos importantes en la ayuda para asistir a Bolivia y Perú a protegerse, por medio de la interdicción y los programas de desarrollo alternativo, del resurgimiento del cultivo de coca, y respaldar los esfuerzos por Ecuador de lograr un mejor control de su región fronteriza norteña. La ayuda a Venezuela, Panamá y Brasil se centraba en los controles fronterizos, el desarrollo económico, las mejoras judiciales y la ayuda a programas contra el narcotráfico.
La ARI se planteaba proporcionar un equilibrio entre la ejecución de la ley y los programas de seguridad, y el desarrollo social y económico. El desarrollo alternativo, las reformas judiciales y los proyectos de desarrollo económico eran componentes importantes de este grupo de medidas [28].
Tal vez en ningún plan como éste se visualizan los intereses intervencionistas de Estados Unidos a partir de una dinámica regional que aprovechaba el conflicto armado colombiano como pivote de su acción.
Plan Mérida (2008): La Iniciativa Mérida o Plan Mérida es un tratado internacional de seguridad establecido entre Estados Unidos, México y los países de América Central para combatir el narcotráfico y el crimen organizado. El acuerdo fue activado por el ex presidente George Bush el 30 de junio de 2008. El Congreso de estados Unidos aprobó un paquete de medidas de ayuda con un coste de 1.600 millones de dólares que serían aplicados durante un plazo de tres años [29]. El plan otorgaba a México 1.400 millones de dólares para la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Durante el primer año, la Iniciativa Mérida proporcionó a México 400 millones de dólares en equipo y entrenamiento. Además, incluía unas ayudas adicionales de 65 millones de dólares para las naciones centroamericanas (Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá); posteriormente, el Congreso de Estados Unidos también incluyó a Haití y la República Dominicana en el Plan.
Los objetivos específicos de esta iniciativa son: mejorar los programas de las agencias de seguridad en la vigilancia de los territorios; dotar de equipamiento y activos para apoyar a las agencias de seguridad; entregar nuevas tecnologías para fortalecer la coordinación de las fuerzas de seguridad e información entre México y Estados Unidos transferir tecnologías para aumentar la capacidad de México y los países centroamericanos en materia de inteligencia con el propósito de mejorar el orden público. Entre las instituciones norteamericanas que están involucradas en la Iniciativa Mérida están: el Departamento de Estado, el Departamento de Justicia, el Consejo Nacional de Seguridad, el Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el FBI y la agencia Antidrogas DEA.
Esta iniciativa se sitúa en el contexto de criminalización de la lucha social y sindical y puede ser utilizada para reforzar la guerra de baja intensidad y la contrainsurgencia contra los movimientos sociales, además de significar un incremento de abusos contra los derechos humanos por parte de las fuerzas policiales y militares, lo que agravará la tensión en un contexto enmarcado en la guerra desarrollada por las fuerzas de seguridad y los grupos de narcotraficantes como advierten diferentes organizaciones sociales en México [30].
5. Realización de adiestramiento militar, entrenamiento y acción operativa conjunta con fuerzas armadas de la región a través de las siguientes maniobras y ejercicios: Cabañas, Águila I, II y III, Cielos Centrales, Nuevos Horizontes, Tapurú, Timbo, Unitas, Vigía, Trade Winds, Millenium, Cruzex. Altasur IV, CD Operations, Community Relations, Disaster Relief, Panamax, Team Work South y Siforex.
6. Reactivación de la IV Flota. En abril de 2008, la IV Flota de la Armada de Estados Unidos creada en 1950, fue reactivada para patrullar las aguas de América Latina. Con ello se ha puesto en funcionamiento el principal instrumento de intervención militar en nuestra región. Los acuerdos para reactivar la IV Flota con la misión de luchar contra el terrorismo y el narcotráfico, se dieron, sospechosamente, a poco de saberse la decisión del gobierno del presidente Correa, de no renovar el tratado que permitía a Washington utilizar la base militar de Manta, la más importante de Sudamérica, dejando a Estados Unidos. sin bases operativas de grandes dimensiones en esta región.
La IV Flota es el elemento más destacado del Comando Sur, está localizada en la base naval de Mayport, Florida, y está por compuesta de buques, aviones y submarinos que realizan tareas de vigilancia en América Central y del Sur. La IV Flota tiene una base de cooperación en seguridad en Comalapa (El Salvador) desde dónde se apoyan las operaciones contra lo que Estados Unidos llama narcoterrorismo. En abril de 2010, Perú dio permiso para que la IV Flota utilice sus puertos, con lo que Estados Unidos dispone de una nueva plataforma militar en la región, para velar por su intereses
7. Fortalecimiento del Comando Sur. La reincorporación de la IV Flota y su asignación a esta región no es más que un componente del Comando Sur de Estados Unidos. Esta agencia interestatal, como se denomina oficialmente, está compuesta por varios mandos, equipos y unidades.
En primer lugar está el Ejército del Sur localizado en Fort Sam, Houston, Texas, el cual incluye aviación, inteligencia, comunicación y unidades de logística.
Por otra parte, está la 12 Fuerza Aérea localizada en la base aérea Davis Monthan en Arizona. Esta unidad está encargada del mando y control de la actividad aérea. Además, está provista de radares de vigilancia conjunta, realiza transporte aéreo y apoya al Comando Sur en supuestas operaciones humanitarias y de lucha contra el narcotráfico.
Otros componentes de gran importancia dentro del Comando Sur son las Fuerzas de Marina establecido en Miami, Florida, que dirige todas las unidades navales designadas en el Comando Sur. Asimismo, el Comando de Operaciones Especiales del Sur, establecido en la base Homestead Air Reserve, cerca de Miami, que tiene la función de realizar operaciones de respuesta rápida y especiales para el Comando Sur.
Otros cuatro elementos de esta enorme agencia de operaciones militares son: el Join Task Force Guantánamo, en la base naval de la bahía de Guantánamo (Cuba), centro de detención de combatientes enemigos, acusados por acciones terroristas en las guerras que desarrolla Estados Unidos, en cualquier lugar del mundo. El Joint Interagency Task Force South, una fuerza localizada en Key West, Florida, que realiza tareas de monitoreo antinarcóticos, inteligencia y detección aérea y marítima contra el tráfico de drogas en el mar Caribe, el golfo de México y el Pacífico. El Centro de Estudios de Defensa Hemisféricos localizado en Washington D.C., donde se realizan tareas de educación, investigación y divulgación de conocimientos en temas de defensa y toma de decisiones en seguridad internacional con militares y civiles del hemisferio norte occidental. Finalmente y no menos importante, el Joint Task Force, en la base aérea de Soto Cano en Honduras. Esta fuerza tiene una gran importancia para los intereses norteamericanos en la región, puesto que, además de contar con un gran complejo militar, organiza ejercicios y apoyos multilaterales de cooperación con los países aliados, en asistencia humanitaria y civil, antinarcóticos, contrainteligencia y supuesta asistencia ante los desastres en América Central.
Todo este entramado construido a partir de su idea de lucha contra el narcotráfico y el terrorismo le permite a Estados Unidos tener presencia inmediata directa y/o indirecta en la región como se evidenció en los golpes de estado en Venezuela (2002) Y Honduras (2008).
(Continúa)
sergioro07[AT]hotmail.com
[1] Sistema Económico Latinoamericano “Cambio, continuidad en el proceso de globalización internacional: Escenarios de fin de siglo”. XXII Reunión Ordinaria del Consejo Latinoamericano. Montevideo, 1996.
[2] Little, Richard, “International Relations and the Triumph of Capitalism,” in Booth Ken and Steve Smith (eds.) International Relations Theory Today, Cambridge. Polity Press, 1995,
[3] Rodríguez, Sergio “De la modernidad a la postinternacionalización. Un camino para construir una teoría de las relaciones internacionales” en Petrásh, Vilma y Eira Ramos (coords.) Cambio, contradicción y complejidad en la política internacional del fin de siglo. Caracas, Faces- UCV/Ceap-Faces-UCV/Conicit, 1998.
[4] Rodríguez Gelfenstein, Sergio” Plan Colombia: globalización e intereses hegemónicos de Estados Unidos en América Latina” CDB publicaciones. Caracas, 2000
[5] Torreblanca, José Ignacio, “¿Qué quieren los BRIC?” En El País, 5 de julio de 2010. Madrid, España
[6] Ver Kaplan, Morton A, “Algunos obstáculos en la investigación de sistemas internacionales” en Vázquez. J.A. Relaciones Internacionales. El pensamiento de los clásicos. Limusa, México. D.F. 1994.
[7] Harries Owen (comp.), “El propósito de Estados Unidos en América Latina. Nuevos enfoques de la política exterior de Estados Unidos” Editorial Pleamar. Buenos Aires, 1993
[8] Hawkins, Robert. “Prefacio” en Harries, Owen. Op.Cit.
[9] Wallop. Malcolm “El punto más alto” en Harries, Owen. Op.Cit
[10] Vlahos, Michael, “Para hablarnos a nosotros mismos” en Harries Owen, Op.Cit
[11] Kristol, Irving, “La definición de nuestro interés nacional” en Harries, Owen, Op.Cit
[13] Investigación, desarrollo e innovación. Nota del autor
[14] Citado por Héctor Saint-Pierre, Gustavo Fabián Castro, “El Consejo Sudamericano de Defensa”,
Newletter RESDAL, N° 29, Buenos Aires, junio 2008, Disponible en www.resdal.org en Garay. Op.Cit
[15] Ver Roberto Giusti “El Plan Colombia debe convertirse en un Plan Andino” Entrevista a la Embajadora de EE.UU. en Venezuela en El Universal. 5 de noviembre de 2000. Caracas.
[16] Rodríguez Gelfenstein, Sergio” Plan Colombia: globalización e intereses hegemónicos de Estados Unidos en América Latina” CDB publicaciones. Caracas, 2000
[17] Ib. Id
[18] Comienzos del siglo XXI
[19] La cita fue tomada de Antonio Caballero. “Esto sí es Vietnam”, Revista Semana. www.semana.com , 7 de septiembre de 2000
[20] Se refería a Colombia
[21] Rodríguez Gelfenstein, Sergio. 2000. Op.cit.
[23] El 29 de julio de 2008 gobierno de Ecuador notificó al de Estados Unidos su decisión de dar por concluido el Acuerdo de Cooperación entre el Gobierno de Ecuador y el Gobierno de los Estados Unidos concerniente al acceso y uso por parte de Washington de las instalaciones de la base de la fuerza aérea ecuatoriana en Manta para actividades antinarcóticos. El convenio fue suscrito el 12 de noviembre de 1999 y tenía una validez de 10 años.
[24] El 1 de noviembre de 2008, el presidente Evo Morales decidió suspender “indefinidamente” las operaciones del Departamento Antidroga de Estados Unidos (DEA), luego de acusar a esta organización de “espionaje” y “conspiración” contra su gobierno.
[25] Ortega, Pere y Juan Sebastián Gómez “Militarismo en América Latina. Estudio de 2010” en http://www.civis.se/MILITARISMO-EN-AMERICA-LATINA
[26] http://www.monografias.com/trabajos901/bolivia-militares-norteamerica-cultivos-coca/bolivia-militares-norteamerica-cultivos-coca.shtml
[27] Ortega, Pere. Op.Cit
[29] “Elogia Secretaria de Estados Unidos lucha anti narco en México” en http://spanish.news.cn/iberoamerica/2011-01/25/c_13705477.htm