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PERÚ - Disparos en Palacio

Javier Diez Canseco, La República

Miércoles 4 de febrero de 2009, puesto en línea por Gladys Fernández, Javier Diez Canseco

02 de febrero de 2009 - La República - Cada vez menos sorda y a cada minuto más compleja, la lucha por el poder que se libra en el país o, en verdad, en Palacio, es inocultable. Los disparos a la Fiscal de la Nación le quitaron la sordina y dan otro tono a la pelea. No parece un intento de asesinato –lo que hubieran logrado fácilmente– sino una advertencia. Pocos dudan que venga de quienes se sienten tocados por la investigación respecto a los responsables de la interceptación telefónica que dio curso al escándalo de los petroaudios. Ni Sendero ni narcos. Y, ya sabemos que la investigación, casi secreta, se llevó adelante con Dirandro (sector policial vinculado a la DEA de EEUU, con notoria autonomía del ministro del Interior) y por encargo directo de García.

El origen de los audios no parece un simple lío entre empresas (Petro Tech vs Discovery) para quedarse con un negocio o cambiar la dirección de Petroperú. Puede ser en parte, pero había bastante más: una maniobra para apretar a García, renegociar cuotas de poder y ciertas decisiones claves. Las primeras fotos de los chuponeadores muestran que eran caseritos de la misma corte palaciega. ¿Quiénes pusieron en evidencia una puntita de los negocios y negociados de la cúpula que hoy maneja Palacio? Por delante elementos y servicios de inteligencia de la Marina de Guerra (vinculada a la CIA, con diferencias con la DEA) y del entorno íntimo de Giampietri, el fujimontesinista heredero del trono vía la alianza con Alex Kouri. Sí, empresas y elementos de inteligencia de la Marina vinculados al vicepresidente y al fujimontesinismo que “descubrieron el complot para asesinar a García” al inicio de su mandato. Son parte de los que –junto a empresarios “amigos” como Favre y Vega Llona– se convirtieron en asiduos analistas de la situación política con el presidente. Son parte de la red que da seguridad e inteligencia privadas a la gran minería y los principales grupos de poder económico. Y, en el centro de esta primera foto, Ponce Feijóo, candidato montesinista de Giampietri a asumir servicios de inteligencia, a pesar de las imputaciones de haber intervenido en operaciones de detención-desaparición de estudiantes del Callao.

La respuesta de García a quienes lo apretaron –exponer vía la Fiscal a la empresa Business Track– tiene doble filo. Los nuevos audios no solo hunden más a los ministros exculpados por el Congreso de vergüenza que padecemos, sino que ahondan el involucramiento de la secretaria de García y Nava, su Secretario de la Presidencia, y muestran la extensión de la red de lobbies y negociados en marcha. A su vez, parece claro que sí se compraron equipos de interceptación de comunicaciones por la Marina (hay hasta facturas), más allá del infantil trabalenguas que ensaya el servil Ántero Flores Aráoz para desmentirla.

Giampietri (hospitalizado, como muchos de los que son o pueden ser investigados) y su entorno íntimo –más allá de las actorales declaraciones de confianza de García en su heredero legal– están en el centro de la tormenta. Los escándalos de corrupción y espionaje en Palacio son sazonados por el desmoronamiento de la maniobra de imponer a una contralora mentirosa y falsificadora de títulos para “fiscalizar” los actos del gobierno.

¿Cuál es el juego de poder detrás de todo esto? ¿Un golpe de Estado o un reparto de cuotas y territorios? ¿Quizás la proximidad de la sentencia al criminal Fujimori y las presiones por asegurar que sea benigna o exculpatoria a pesar de la solidez de las evidencias? ¿La búsqueda de un indulto humanitario de García en nombre del “cáncer” que dice padecer el prófugo extraditado? ¿O un indulto más general en pro de la “unidad nacional” como diría alguno de los recién llegados al gabinete?

Un golpe militar parece insostenible en el escenario internacional. ¿Un golpe blanco? La vacancia de García impuesta por evidencias de corrupción que lo involucran y la presión de sectores de las FFAA no parece haber sido la intención. Los audios hubieran sido más evidentes y comprometedores, no cubriéndolo como fue al principio. La actuación del fujimontesinismo y la derecha en el Congreso no habría protegido a sus ministros de todo cargo. Los aparatos de inteligencia golpistas habrían estado más alertas ante las acciones de García y Echaíz. Más aún, ¿por qué sacar a quien tan bien los sirve y generar inestabilidad con un personaje sin calle política como Giampietri?

Este juego palaciego de poder, de presión por decisiones, puede haberse salido del marco original. El fujimontesinismo está en el centro, moviendo sus fichas en la alianza que sostiene al gobierno, mientras pinta paredes con la falsa inocencia del criminal y lanza a su hija. Ya García juega hace rato al “hasta cuándo perseguiremos a los que derrotaron al terrorismo” para justificar las violaciones a los DDHH y prepara el terreno para un indulto que, a partir de Fujimori, incluya a otros criminales por razones “humanitarias” o de “unidad nacional”. Pero los chicos del fujimorismo andan nerviosos. ¿Apuraron las cosas, resbalándose en el camino? La trama no termina…


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