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BOLIVIA - En política, el auténtico cristiano siempre opta por el cambio

Jubenal Quispe

Martes 8 de diciembre de 2009, por Jubenal Quispe

En una comunidad altiplánica de la Bolivia profunda, un anciano, aymara-metodista, nos plantea, a los facilitadores de la formación permanente, la interrogante de ¿por quién tenemos que votar los cristianos el próximo 6 de diciembre? El Obispo Metodista, autoridad fuera de serie por su sencillez y proximidad con las y los marginados, le responde con sabiduría profunda. “En política, los cristianos siempre tenemos que votar por el cambio y la transformación”.

En Bolivia, las circunstancias intencionalmente provocadas por quienes defienden sus privilegios sacrificando derechos fundamentales de las y los marginados, ha generado una incertidumbre entre las y los cristianos. Por un buen tiempo, y aún algunos ahora lo hace, han manipulado el mensaje y la simbología cristiana para resistir a las esperanzas de los nuevos sujetos políticos en el país. Identificaban a Evo Morales con el Anticristo que desde el 22 de enero del 2006 había expulsado al Dios cristiano y a la Sagrada Biblia del Palacio de Gobierno. De esta manera, jugando con los miedos y deseos religiosos, algunos seudo cristianos privilegiados lograron, no solo enfrentar, de manera innecesaria a sectores conservadores de la jerarquía católica y pastores pentecostales con el actual gobierno, sino sembraron el miedo y la duda en muchos cristianos con relación al proceso de la auto liberación socio política de los marginados y empobrecidos en Bolivia.

Es indudable, Evo Morales es un anticristo, pero no del Cristo Liberador de los Evangelios, de la justicia social, sino del falso cristo dominador que se trajeron los conquistadores para colonizar y robar con espada en mano a los pueblos de Abya Ayala. Éste cristo fue expulsado del Palacio de Gobierno, y esperemos erradicarlo de la historia humana. Y gracias a Dios que cristianos como el actual Obispo Metodista son conscientes de esta verdad.

El cristianismo auténtico, el de los Evangelios, es un estilo de vida fundado en la permanente y transformadora experiencia fecunda con Jesucristo. Esta experiencia inevitablemente moviliza la voluntad humana hacia la transformación moral e intelectual. En este sentido, el cristianismo es una itinerancia, porque su fuente y referente, que es Cristo, es un eterno itinerante hacia una nueva Creación. Cristo es un profeta itinerante que nos interpela y conmina a comprometernos con la liberación integral del ser humano y de la creación toda. Y esto sólo es posible mediante la mística de la justicia social (justicia ecológica) para la construcción del bienestar común (convivir bien, según la filosofía de los pueblos indígenas). En otros términos, el mandato de Cristo para con sus seguidores, es la construcción del Reinado de Dios, y en este proyecto que es terrenal y celestial, al mismo tiempo, los empobrecidos, marginados, explotados (como la Madre Tierra) son los sujetos predilectos de Dios.

En contextos sociopolíticos como el de Bolivia, no sólo es lógico, sino teológico el que un auténtico cristiano opte por proyectos políticos de transformación integral. Y no necesitamos ser analistos políticos para identificar de dónde soplan los vientos de cambio. Ni mucho menos ser grandes teólogos/as para intuir los lugares sociopolíticos desde donde dinamiza el Espíritu del auténtico Cristo los sueños y las esperanzas postergadas de los pueblos.

En teoría se sabe que la política partidista debería tener los siguientes elementos: utopía (horizonte ideal perseguido), mística (motor que mueve hacia el horizonte), cultura (fundamentos éticos), objetivos (metas a alcanzar), programa (propuestas concretas), presupuestos (financiamiento para las propuestas) y leyes (propuestas jurídicas para implementar el programa). Teológicamente el cristianismo, por su condición de ser una religión intramundana, debería incidir en las utopías, en la mística y en la cultura política. En estos tres elementos están las claves de una buena propuesta política para la transformación sociopolítica y el bienestar integral de toda la creación. En esto nos tendrían que haber formado, y nosotros formar a las presentes y siguientes generaciones de cristianos. Sólo así será posible identificar y erradicar definitivamente a listillos políticos que nos vienen con añejas propuestas políticas edulcoradas con consignas defensoras de la fe o con promesas de “devolver a Dios y a la Biblia al Palacio de Gobierno”.

El próximo 6 de diciembre todo cristiano auténtico boliviano debe votar por el cambio y por la transformación. Más allá del color o sigla política. Después de todo, ya gozamos de la mayoría de edad como para darnos cuenta que no es lo mismo un Indígena Presidente con autoridad y espiritualidad que un indígena dictador y ateo (como nos quieren hacer creer). Si por siglos hemos mantenido viva nuestra esperanza y nuestros sueños por Convivir Bien, ¿por qué renunciar ahora? Si vemos con ojos de fe nuestro proceso, ¿a caso no es el Cristo Libertador quien mueve estos históricos procesos de transformación?

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