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La política exterior de la revolución(5)
VENEZUELA - Nace el Alba y con ella una nueva esperanza
Ernesto Wong Maestre
Domingo 10 de abril de 2011, puesto en línea por ,
Al avanzar el año 2004 el siguiente intento del capitalismo criollo con el apoyo del complejo militar-financiero-comunicacional (CMFC) de EEUU por derrotar al gobierno de Hugo Chávez fue acudir a la opción del referendo revocatorio para el cual debía captar las firmas necesarias –aún con fraude masivo- para poder convocarse al acto electoral. Baste recordar que por las centenares de emisoras de radio que disponen las fuerzas contrarrevolucionarias en todo el país se hicieron llamados el día de la recogida de firmas para rubricar las listas cuantas veces se deseara. Así se lograron las firmas.
El fracaso de la burguesía sobrevino el 15 de agosto de ese año cuando Chávez ganó con casi el 60% de la votación y el referendo se convirtió en aprobatorio en lugar de revocatorio. Su victoria vendría a impactar la política exterior de la Revolución Venezolana de una manera muy significativa pues creó las condiciones políticas necesarias para fortalecer el “proyecto revolucionario latinoamericano” al que se había referido en la Universidad de La Habana y en otras ocasiones en los cinco años de gestión.
Inmediatamente se movilizó la diplomacia bolivariana y cuatro meses después, en diciembre del 2004, en el X Aniversario de la primera visita de Chávez a La Habana, la política exterior de la Revolución Venezolana volvería a encontrar en la Revolución Cubana el interlocutor necesario para iniciar una nueva modalidad de integración latinoamericana con la creación de la ALBA [1] entre Cuba y Venezuela, a la que en los años subsiguientes se sumaría Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Honduras (retirada en el 2009 por decisión del dictador Roberto Michelleti), Dominica, Antigua y Barbudas, y San Vicente y Granadinas para así impulsar con mayor fuerza la integración promovida por pueblos con el ideal bolivariano como bandera, esencia de ese anunciado “proyecto revolucionario latinoamericano”.
El Alba nace de un doble parto: como consecuencia del desenlace de un proceso interno venezolano, en una de sus etapas, y de los cambios de la correlación de fuerzas en el mundo entre el 2000 y el 2004 que hizo variar el status mundial alcanzado por EEUU en la década de los 90 y que a la postre vendría a repercutir en la actual crisis económica y financiera iniciada en el 2008 en EEUU y aún en pleno desarrollo, también en Europa, con los consiguientes efectos políticos, tanto en el continente europeo como en los propios EEUU, según se ha apreciado en el ascenso de los neconservadores y ultraderechistas republicanos y también llamados “demócratas”.
No es nada casual que mientras en la Alianza Bolivariana se trabaja con optimismo en disímiles proyectos de impacto social, en los EEUU se comience a debatir desde los propios medios de comunicación de las élites en el poder la necesidad de elevar los impuestos a los ricos o de lo contrario los ricos se enfrentarían a “una revolución social”, como hizo notar recientemente el analista político Paul B. Farrell en el diario The Wall Street Jornal o como alerta la multimillonaria Arianna Huffington cuando afirma que el gobierno de Barack Obama “se apresuró al rescate de Wall Street, pero se olvidó de Main Street” lo que hizo aumentar los índices de pobreza y frustración social, principalmente en la masa de jóvenes [2].
La fortaleza que alcanza el Alba en los primeros cuatro años potenció la política exterior de Venezuela, así como de sus miembros, al obtener ellos la fuerza proveniente de los procesos cooperativos y solidarios desencadenados sobre la base de normas y bases cardinales de singular significación política expuestas en la referida Declaración constitutiva de La Habana.
Comenzó así, con las capacidades desplegadas en torno al Alba y en los últimos seis años, un proceso de extensión de las relaciones bilaterales de Venezuela en las cuales los vínculos con África han ocupado un lugar destacado al sostenerse y desarrollarse relaciones diplomáticas con los 54 países africanos.
Paralelamente, se han fortalecido las relaciones interestatales de Caracas con el Medio Oriente destacándose en ellas las desarrolladas con los gobiernos de Irán y Siria con quienes se ha pasado de las formales relaciones diplomáticas a amplias y diversas relaciones de cooperación, científicas, tecnológicas e industriales, así como el intercambio comercial, económico y financiero. A ellas se agregan las relaciones desarrolladas ampliamente con Rusia y Bielorrusia, y las comenzadas con Ucrania, también en Europa que se esperan alcancen igualmente altos niveles.
Con la firma de 69 acuerdos entre Venezuela y los gobiernos de esos países, le permitirá al gobierno bolivariano impulsar los sectores de vivienda, energía, alimentación, agricultura, educación entre muchos otros.
Una característica relevante en las relaciones con esas dos regiones y con la República Popular China y Vietnam es la visión de complementariedad que ha impactado en los proyectos conjuntos, consecuencia de intereses y objetivos sociales, económicos y políticos con amplios aspectos de identificación, que han sido plenamente captados por sus gobernantes y pueblos y que ha permitido conveniar y llegar a acuerdos mutuamente ventajosos.
Muchos de los objetivos estratégicos del Plan Nacional de Desarrollo Simon Bolívar 2007-2013, en las nuevas condiciones creadas por la política exterior del gobierno revolucionario, recibieron un fuerte impulso en aras de alcanzarlos. Ahí puede observarse otro estrecho vínculo de la política exterior en función de alcanzar los intereses nacionales en alianza o simple cooperación con otros países
En la región, Venezuela enfrentó varios obstáculos interpuestos por el gobierno de Bush en contubernio con el gobierno de Alvaro Uribe en Colombia, paradójicamente muy dañinos para los propios colombianos porque derivó en el deterioro y luego rompimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales entre ambos países, casi al concluir el período presidencial colombiano. El asunto de las diez bases militares de EEUU a instalarse en suelo colombiano, el bombardeo del ejército de ese país sobre el territorio ecuatoriano de Angostura y las maniobras antivenezolanas de la diplomacia de Uribe en la OEA fueron partes de esos obstáculos.
Al terminar el mandato de Uribe, el nuevo presidente Juan Manuel Santos supo plantear sus ideas y escuchar a su interlocutor, el receptivo presidente Chávez, y juntos comenzaron a reanimar en el 2010 las relaciones bilaterales.
El más impresionante resultado de la política exterior de la Revolución Venezolana se encuentra en América Latina y El Caribe, sin dudas.
Ejemplo de ello lo encontramos en los resultados de la última gira presidencial por Suramérica que al concluir este 31 de marzo dejó como resultado “más de 30 convenios en materia de energía, producción de alimentos, fomento agrícola e industrial y desarrollo humano con enfoque social” [3] suscritos por Venezuela con Argentina, Uruguay y Bolivia que se agregan a los que están en marcha con Cuba, Nicaragua, Ecuador, Brasil, Guatemala, Dominica, Antigua y Barbudas, San Vicente y Granadinas, República Dominicana, Paraguay, Haití, Surinam, entre otros.
Tal magnitud de convenios es resultado de un trabajo paciente y coherente entre las diplomacias de esos países sustentadas en una estabilidad política reconocida bilateral e internacionalmente.
La diplomacia bolivariana [4], al encontrar receptividad, entusiasmo y voluntad política en un amplio espectro de actores políticos externos se traza nuevas metas y abre nuevos cauces al desarrollo integral del país, su función principal en el sistema político, y sobre la base de los valores constitucionales.
De manera que al hacer el balance de la política exterior de la Revolución Venezolana podría afirmarse que “las relaciones internacionales de la República responden a los fines del Estado en función del ejercicio de la soberanía y de los intereses del pueblo” así como que “ellas se rigen por los principios de independencia, igualdad entre los Estados, libre determinación y no intervención en sus asuntos internos, solución pacífica de los conflictos internacionales, cooperación, respeto de los derechos humanos y solidaridad entre los pueblos en la lucha por su emancipación y el bienestar de la humanidad” [5]. Los acontecimientos de los últimos diez años así lo han evidenciado.
Si bien en el balance se debe reconocer ante todo la correspondencia entre política exterior y postulados constitucionales bolivarianos para así dar cuenta de la identificación popular con “el proyecto revolucionario latinoamericano” que desarrolla la Revolución Venezolana, este balance también considera necesario reconocer que las relaciones bilaterales no son obra de una sola parte que respeta y hace regir su acción por principios aceptados por la mayor parte de la comunidad internacional, sino que son obra del consentimiento y respeto mutuo entre dos o más interlocutores que comparten valores y objetivos semejantes.
Por ello, debe quedar claramente definido que la política exterior de la Revolución Venezolana nunca encontrará receptividad ni correspondencia adecuada con aquellos gobiernos que han fundado y desean continuar incrementando el desarrollo y potencial de sus países sobre condiciones coloniales o neocoloniales de explotación de otros países, como ocurrió con Venezuela hasta diciembre de 1998 en que fue saqueada sistemáticamente por los entes transnacionales, principalmente estadounidenses y europeos, con el consentimiento y el apoyo de los gobiernos lacayos de la cuarta república.
wongmaestre[AT]gmail.com
[1] ALBA en principio se llamó Alternativa Bolivariana para las Américas y fue una respuesta a la propuesta estadounidense del ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas). A partir del 2007 sus miembros propusieron llamarla Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y hoy constituye un paradigma exitoso de integración de los pueblos y de concertación de los gobiernos.
[2] Léase el artículo de Ramón Muñoz, El País (Madrid) 4/4/11, alertando a la ciudadanía española.
[3] Léase la reseña de la nota de la analista internacional de PL, María Julia Mayoral, en www.avn.info.ve en donde también se encontrará abundante información sobre la gira presidencial.
[4] A la diplomacia bolivariana le dedicará el autor y profesor los próximos artículos que enriquecerán la definición debatida en círculos académicos universitarios con los estudiantes y analistas de las relaciones políticas internacionales.
[5] Artículo 152 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.