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Votaremos nulo y demandaremos a Facebook

CHILE - Destruir información pública es un delito de lesa humanidad

Ariel Zúñiga

Viernes 28 de agosto de 2009, puesto en línea por Ariel Zúñiga

¿Qué haría usted si se encuentra en la calle con uno de los que incendió la biblioteca de Alejandría? Desde luego que la pregunta es una robinsonada si se la toma más allá de un giro retórico; el punto aquí es que Facebook quema bibliotecas al día y por ello aún no recibe ningún cargo. Es la hora que le hagamos pagar dicho costo.

Soy Ariel Zúñiga, escritor, el viernes 21 de agosto del presente año (2009) fue atacada mi cuenta de Facebook con idéntico nombre y registrada con la casilla azeta_te[AT]yahoo.es destruyendo todo vestigio de mi paso por la “comunidad” virtual. Doce horas antes había sido amenazado por una persona que identifiqué en mi blog y tres días antes había publicado un incendiario ensayo sobre el desastroso estado de las libertades públicas en este país. Tal escrito recibió una alta difusión en diversos medios alternativos, junto a la foto de Michelle Bachelet usando el clásico uniforme de Augusto Pinochet. El burdo trukaje fotográfico se hizo tan célebre como el texto, y lo potenció. El artículo se sumaba a “Arauco en Llamas” escrito unos días antes así como otros textos en que explicaba quién es realmente Eduardo Frei Ruiz Tagle, así como la tesis del “mal menor” destinada a que la izquierda vote nuevamente por la alianza gobernante sin recibir nada a cambio.

Por lo tanto no es un asunto desconocido que en un par de semanas aumentara exponencialmente mi número de lectores conjuntamente con el de la ya abultada nómina de enemigos. Debido a la alta difusión de los mismos no podía hacer más que hablar fuerte en todo foro y es así como me vi inmerso en uno en Facebook en el que luego fui censurado y que tuve que trascribir en mi blog para hacerlo público. Debido a este texto fui acusado por los aludidos en el mismo de haberlos “funado” de estar llevando a cabo una acción difamatoria en su contra, al tiempo que proferían toda serie de insultos desde “estúpido” hasta “agente de la derecha”. Sin embargo no cedí, el que ellos censuraran no implica que yo también lo hiciera. Acusé su acto arbitrario y autoritario de forma pública y decidida puesto que considero que destruir información pública no es tan sólo un “error” o un “arrebato”, sino que un crimen de lesa humanidad, de ese modo retrocedemos de la web 2.0 al medioevo en un doble click. En mi artículo “No dijimos ni dijimos nada” insistía que nuestra tolerancia frente a esas “pequeñas” restricciones a las libertades públicas es lo que nos ha llevado al estado intolerable de vigilantismo que se ha consolidado en nuestro país. Para simplificar la terminología utilicé la palabra “fascismo” por lo que dentro de esa lógica quienes actúan del modo criticado son “fascistas”.

Entonces comenzó la purga motivada en que había llamado a un par de “compañeros” de fascistas. Sin embargo creo haber defendido bien mi posición, la que fue reforzada con sólidos argumentos de contertulios anónimos y conocidos. Es ahí cuando fui amenazado, como ocurre en estos casos quien recurre a la violencia es quién ha perdido la batalla de los argumentos.

Ante la amenaza recibí mensajes de personas que se preocuparon y a quienes les respondí que en un mundo tan hipervigilado como éste el ser paranoico nada más es tomar consciencia de lo que ocurre. Relativicé toda seriedad en dichas bravatas pues si condujera mi vida de acuerdo a ellas no podría escribir ni una carta a mi abuelo.

Sin embargo mi cuenta fue destruida, junto con ella mis datos, mis redes sociales, cientos de epígrafes que colocaba como estados de avance, poemas, ensayos, miles de enlaces a páginas web, membresía de grupos virtuales, suscripciones, correspondencia, videos, fotografías, etc. Se trata de un descomunal vejamen, producido en mi contra, la de mis lectores, amigos y el patrimonio cultural de la humanidad pues todas mis obras son liberadas de derecho de autor y por lo tanto de gratuita difusión.

Quien ha destruido esto ha quemado una ala de una biblioteca pública, en donde existían ejemplares únicos e insustituibles. Quien lo haya hecho contó con el alto auspicio de Facebook.

La tesis del mal menor.

Respecto a cuestiones morales no podemos utilizar términos cuatitativos, ergo, el mal menor no existe, es un mito. Cuando amenazan con Piñera es oportuno referirse a los gobiernos de Obama, Blair, Zapatero y Bachelet, entre otros “males menores”, para desvirtuar de inmediato tal argumento.

Quienes llaman a la izquierda a apoyar a Frei a cambio de nada trabajan de agentes del gobierno concertacionistas sean o no remunerados por este. Son personas de extrema derecha por más firmen cartas de apoyo a cuanto movimiento social se produzca desde su jardín hacia afuera. Clavar agujas en las llagas de los flagelados asociando a un candidato solamente a las agencia de represión de la dictadura es persistir en la tortura. Peor aún, lucrar de la tortura que otros ejecutaron los hace tan deleznables como a un torturador propiamente tal. La izquierda está para enseñar no para desatar los sentimientos más pueriles sobre la base de campañas del terror y desinformación; esto es así porque la verdad está de nuestro lado.

He sido uno de tantos que ha instado a la unidad de la izquierda y propuesto un programa en común; pero eso no fue posible de conducir a otro escenario que el actual y en que debemos aún así definirnos. El punto acá es que la izquierda no lleva un candidato a la segunda vuelta hasta el momento, por lo tanto quienes pretenden que los votos del sector subsidien a cuenta perdida a Frei deberán ofrecer algo muy grande para nuestro sector, algo tan grande como el ministerio del interior y el de hacienda al mismo tiempo. Si esto no es así, ya no hay nada más que hablar.

La crítica hacia la derecha apunta a que ésta manipula, desinforma y atemoriza. Es el miedo al “comunismo” lo que mató a miles de chilenos y torturó a un significativo porcentaje de la población; es el miedo a la “delincuencia” lo que ha matado y torturado casi a la misma cantidad de seres humanos en democracia. No será el miedo “a la derecha” lo que motive nuestros actos. Sebastián Piñera a penas lo dejaremos gobernar, con suerte podrá terminar su periodo de cuatro años, ¿Donde conseguirá la legitimidad para crear campos de concentración para nosotros? De la población que algunos que se dicen de “izquierda” menosprecian a tal punto como para contarles un cuento así de burdo. La defensa contra el fascismo se da en lo cotidiano o no se da; no fue la elección de Hitler lo que selló la suerte de Alemania sino que la noche de los cristales rotos. Es en la mente y los corazones de los chilenos en donde deben estar nuestras ideas no en los reyezuelos transitorios que ocupen la Moneda.

Mientras el gobierno suprime las libertades básicas, interviene conversaciones privadas, impide la reunión, la organización y la participación, y si fuera poco tortura, asesina y viola sistemáticamente los derechos humanos, algunos vivitos lo que están haciendo es promover la payasada de que puede existir un gobierno más fascista que el ya que tenemos. Récord mundial en encarcelados, récord mundial en violación a los derechos humanos de los pueblos originarios, mujeres, jóvenes, niños, pobres en general a quienes se les trata de delincuentes salvo que puedan pagar un abogado y demostrar lo contrario. Pues bien, en un país en donde se margina y atormenta a todas las “minorías”, las cuales juntas sobrepasan el ochenta por ciento de la población nacional, y en que el gobierno se dedica a abrir las carreteras y puertos de par en par para para que se lleven a granel las riquezas minerales, silvoagropecuarias, pesqueras, etc ¿quieren decirnos que puede haber algo peor? ¿Sabía usted que la ciudad de Santiago está emplazada sobre terrenos pertenecientes a la Barrick Gold?

Pamplinas, la tesis del mal menor es una falacia desde donde se la analiza. Sus promotores deben darse por enterados que no dejaremos que nos hackeen el cerebro con esos cuentos chinos. Aquellos que me amenazaron, y por lo visto cumplieron su amenaza, son agentes del Estado aunque la ANI no les pague siquiera un porcentaje; si es que son agentes oficiosos, par time, tercerizados, etc, me importa un rábano, son mi enemigo y son enemigos de la izquierda y hasta de los liberales, de todos quienes defienden los principios de la ilustración. Son personas de derecha, y no me cabe ninguna duda, por más viajes de peregrinación que hayan realizado a la Habana y cuántas empanadas se hayan comido en la fiesta de los abrazos.

No nos perdamos en tonteras, no es higiénico recibir excrementos o devolverlos, y es ingrato alimentar a la piara con diamantes. Estos hechos los he dado a conocer porque no soy de los que disparan a la bandada, o a la parvada como podría ser en este caso; doy nombres y apellidos, fuentes de mis dichos, horas, días, fechas, todo lo necesario para fundamentar mis aseveraciones si es posible. Más de alguien querrá denunciarme por injurias, más se le haría muy difícil por calumnias pues la verdad sigue estando de mi lado. Por lo mismo el que alguno llame “sapo” a quién defiende sus ideas con la verdad, mientras él defiende sus mentiras con el poder, es porque me ha confundido con la imagen que refleja su espejo.

El único responsable es Facebook.

Que sus motivaciones sean económicas, que trabajen para la ANI o la CIA o para ambas, que sean fascistas no asumidos, que sean el acusete del curso o unos meros niños temerosos en cuerpos de hombres de treintaitantos me importa tanto como la pelusa que se me ha formado en el ombligo. El responsable de esto es una empresa multinacional pero que tiene su casa matriz en los EEUU, se llama Facebook.

Facebook no nos hace un favor compilando nuestra información privada y dar una plataforma de comunicación; lo hace por dinero, es obvio, somos sus usuarios y clientes no sus vasallos.

La razón por la cual Facebook lucra es porque en los EEUU las leyes sobre propiedad intelectual y libertad de expresión son muy sólidas, no como en este estéril “asilo en contra de la opresión” en la cual los jueces miran para el costado cada vez que la verdad aparece en sus audiencias. Esas leyes permiten que las discográficas se querellen por millones de dólares en contra de usuarios de P2P que han descargado dos o tres canciones. Esas mismas normas que posibilitan su imperio y su dominación son las que vamos a utilizar para demandar a Facebook, no con la intención de lucrar, sino con la de socializar dicha empresa liberando su código de modo que sea un protocolo más de comunicación como lo es el correo electrónico.

Hacia la Socialización de Facebook.

Para mis censores no existió nada más ofensivo de mi parte que mi obstinación por no censurarlos, es así como quedó registro de innumerables conversaciones en las cuales no sólo se me amenaza, se reconoce explícitamente el haber estado detrás de la censura y además se intentó chantajearme con restituirme la cuenta si es que yo borraba la información que los aludía como responsables del ataque. Parodeando a Gregory House le contesté a uno “yo no negocio con fascistas”. El humor es una de las tantas emociones humanas que me distancia de personas como estas; hombres que desde un prisma indulgente son al mismo tiempo ciegos, sordos y obstinados. Cómo no saber en pleno siglo XXI que somos dueños de nuestro silencio pero esclavos de nuestras palabras.

Otro de sus “argumentos” favoritos fue el mencionar que a “muchos compañeros”(Sic) les habían cerrado cuentas.

Al reconocer que disponían de las herramientas para reconstituir las cuentas cerradas y que además era un hecho normal el que se borrara cuentas sin previo aviso y sin un debido proceso, me percaté que tenemos la herramienta para hacernos colectivamente de Facebook, y ahora lo paso a explicar:

El mundo es una mierda, qué duda cabe, colectivizar a Facebook no lo hará más grato ni soportable pero nos entretendremos demasiado en el intertanto, qué duda cabe, no es un proyecto revolucionario pero es la puerta abierta que ha dejado el tonto para que entremos y no podemos desaprovecharlo. Hago el hincapié en que me importan tres pepinos que esto esté siendo leído por los anfibios que abundan en nuestras redes porque lo que estoy proponiendo es completamente legal, es más, es la aplicación de las reglas propias del sistema capitalista más brutal, así tal cual es.

Soy un tipo egocéntrico, a veces me da que escribo mejor que Walt Whitman, entonces me hago la siguiente pregunta ¿Cuánto valen cientos de cartas, artículos y epígrafes de Walt Whitman? ¿Cuanto vale que ese material sea destruido de forma definitiva y con él se prive de dichos textos tanto a su autor como a los lectores actuales y potenciales? Desde luego que se trata de un daño inconmensurable o, como sostiene el derecho en general y el yanqui en particular, todo daño es avaluable pecuinariamente, es decir, la pregunta es cuánto vale dicho daño por más grande que este sea. Si la tesis de mis censores es que es un “hecho normal” el que Facebook queme libros, es decir, destruya el capital social colectivo e insustituible, quiere decir que a cada uno de ustedes a quién Facebook le ha destruido sus cuentas tiene el mismo derecho que podría tener cualquier a creerse Walt Whitman y exigir que Facebook pague los millones de millones de dólares que implica el que miles de usuarios los demanden por la información destruida. Cabe señalar que no sólo pueden demandar a quienes se les ha borrado la cuenta sino que también los amigos de estos y todos los ciudadanos del planeta pues a todos ellos se les ha destruido en parte el capital social acumulado.

Mi propuesta es la siguiente, ya que Facebook al ser una empresa obligada a custodiar nuestros datos privados, y no sólo no lo hace sino que además destruye dicha información, demandemos a Facebook, con cientos los desangramos, con miles nos apropiamos y colectivizamos Facebook ¿Quién me sigue?

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