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ESPAÑA - La bolivianidad en Madrid festeja las fiestas patrias

Jubenal Quispe

Jueves 7 de agosto de 2008, puesto en línea por Jubenal Quispe

El domingo 3 de agosto, la comunidad boliviana en Madrid celebró el 183 aniversario de las fiestas patrias. El sentimiento reiterado y unánime de los presentes fue: “Mantener la unidad de Bolivia y la ilusión viva por volver a la Patria”.

Esta fiesta nacional fue organizada por ACOBE en el parque Pradolongo, ubicado en el Municipio de Usera del Ayuntamiento de Madrid. Municipio en el que los españoles casi son extranjeros minoritarios, porque los bolivianos y los chinos han reconfigurado la nueva identidad de esta populosa unidad territorial madrileña.

En Usera los boliviano/as casi han logrado recrear a la Bolivia actual. Todos los fines de semanas en el polideportivo del lugar se enfrentan los diferentes equipos de futbol de Bolivia. En las bocas de los metros están las cochalas vendiendo los panes y las empanadas de Arani. Están los restaurantes bolivianos ofreciendo las comidas y bebidas típicas de Bolivia. Existen discotecas exclusivamente para bolivianos/as. Muchas ofertas de habitaciones en alquiler exigen como requisito “ser boliviano/a”. En esta recreación de la realidad nacional muy poco se nota el marcado regionalismo que los medios de información empresarial muestran de Bolivia.

Ni la lejanía histórica, ni la distancia física, ni el calor infernal que trepaba cerca de los 40 grados centígrados en Madrid, lograron atenuar la algarabía y el jolgorio de los cerca de tres mil bolivianos/as congregados desde tempranas horas de la tarde en el parque. En la medida que desfilaban las diferentes agrupaciones musicales y danzarines, los presentes fueron emergiendo de las sombras de los árboles y congregándose para cantar y bailar: “El deber y el orgullo de hacer patria desde el extranjero”.

La fiesta no tenía nada que envidiar a las otras organizadas en Bolivia. En Pradolongo había desde salteñas, chicharrón de cerdo, fricasé, chicha camba, cerveza paceña, música nacional, danzas de los diferentes rincones del país, hasta la Chapaca Enriqueta Ulloa, quien vino exclusivamente para cantar y hacer bailar a los cerca de 50 mil bolivianos/as quienes actualmente trabajan en Madrid. Las siete letras mágicas de BOLIVIA reunieron y unieron a todos los presentes sin ninguna expresión de regionalismos.

Cuando la embajadora de la música chapaca boliviana concluía su intervención con la canción “Viva mi Patria Bolivia”, la nostalgia y la ilusión por volver a la Patria que los vio nacer, crecer y partir fraguó en los rostros cansados de los presentes la impotencia colectiva de estar en un lugar a donde quizás nunca debieron llegar. Un lugar donde libertad es lo que menos existe para un indocumentado casi reducido a nada, como es el caso de la gran mayoría de los bolivianos/as.

En España el inmigrante boliviano es considerado como una persona que curra bastante (trabajadora). Así lo reiteró en su intervención el representante de la Comunidad de Madrid con motivo de la celebración de las fiestas patrias por adelantado: “(Queridos bolivianos/as)…, aquí lo fundamental es la ética del trabajo. Por ello, la Comunidad de Madrid está muy orgullosa y agradecida con Uds. porque con su laboriosidad aportan de sobremanera para sostener a la economía española.”

Este reconocimiento que se ciñe a la realidad, no necesariamente coincide con la conducta de las instituciones públicas y algunos sectores de la población nativa para con el inmigrante. Muestra de ello es que esta fiesta se celebró con un resguardo de contingentes policiales en varios puntos del parque con el argumento de cuidar la urbanidad y la moral pública. Producto de los altercados, al final, algunos fueron detenidos.

Estas manifestaciones del patriotismo boliviano, en las que priman la demanda de la unidad del país y la ilusión por volver a la Patria, expresan la vitalidad de la subjetividad del “ciudadano” boliviano en el extranjero. Ciudadano entre comillas, porque, en los hechos, el boliviano, documentado o indocumentado, no es ningún ciudadano. Ni siquiera tienen derecho al voto, menos a ser elegidos como representantes o funcionarios públicos. Son sujetos con obligaciones, pero sin derechos garantizados.

Esta vitalidad de la subjetividad del patriotismo boliviano tiene que ser acompañada por el Estado boliviano, a través de sus instituciones, si acaso no quiere perder definitivamente al 30% de su población que, hoy, desde el exilio forzado aporta con cerca del 10% del PIB de Bolivia. Las fiestas patrias no sólo tienen que ser motivo para mirar y vivir de las glorias pasadas, sino, sobre todo, para impulsar una Bolivia de todos, con todos y para todos, incluido los y las de la tercera Bolivia, hoy, quienes, hoy, hacen Patria desde el extranjero.

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