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La violencia y la crueldad como estrategia de disuasión
ESTADOS UNIDOS - Niños migrantes centroamericanos detenidos y separados de sus familias
Guillermo Castillo Ramírez
Viernes 13 de diciembre de 2019, puesto en línea por
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“Desde nuestro punto de partida, todos los que decidimos salir de nuestros lugares de origen hemos vivido momentos oscuros, difíciles, complicados, inciertos, y aunque fue una tortura hacer este recorrido viviendo en la miseria, podemos decir que somos sobrevivientes.”
Pascal Ustin Dubuisson, Sobrevivientes: Ciudadanos del Mundo
“En estos tiempos de exclusión y barbarie, donde la brecha de la desigualdad e injusticia ha crecido de manera abrumadora, las élites políticas y económicas no cejan en sus intentos de obtener sus fines e intereses a costa de las mayorías y del sufrimiento ajeno. Por ello, los verdugos se disfrazan de victimarios y no tiene ni siquiera el decoro de evitar culpar/criminalizar a los hijos y los niños de los desposeídos.”
Urbano Aribide
“La detención de menores relacionada con la migración nunca debe aplicarse (...) por interés del niño. Siempre hay otras opciones.”
Manfred Nowak
En diversas regiones del mundo los procesos y políticas migratorias se estructuran con base en complejas relaciones bilaterales entre países con diferentes niveles de desarrollo socioeconómico y bajo regímenes de relaciones de poder desiguales. La comprensión de estos vínculos entre Estados-nación con posiciones geopolíticas asimétricas es un factor relevante para entender la migración, sus causas y destinos. Mientras en unos países se producen condiciones adversas (altos niveles de pobreza y violencia) que obligan a números grupos de la población a salir, otros Estados nacionales tienen oportunidades laborales y demandan fuerza laboral que atrae a los migrantes.
Sin embargo, en el caso del actual gobierno estadounidense, se ha caracterizado por una visión reduccionista, unilateral y violenta hacia los procesos de movilidad humana irregular originados en Centroamérica y que se dirigen hacia Estados Unidos (EU). En este contexto, en lo que respecta a la migración, el actual presidente de EU se ha distinguido, tanto en términos discursivos como en sus políticas y acciones, por ser un racista consumado que, basado en prejuicios y mentiras, responsabiliza a los migrantes (especialmente los mexicanos y centroamericanos) de diversos problemas de EU. Lejos de reconocer el aporte sociodemográfico, económico y cultural de los migrantes, el jefe del ejecutivo de EU se ha distinguido por tener política migratoria que, no sólo transgrede varios de los marcos jurídicos internos de ese país, sino también viola abiertamente los derechos humanos de los migrantes.
Las repercusiones para los miles migrantes son varias y no se han hecho esperar: detención y privación ilegal de la libertad, negación del derecho a pedir asilo y tener acceso a un trato como refugiados, la falta de reconocimiento de su carácter de migrantes forzados, sufrir injustificados procesos de criminalización, redadas masivas e ilegales, abusos de autoridad y agresiones físicas, la negación a recibir ayuda humanitaria y tener un trato digno, entre otros. Esta serie de mediadas han implicado miles de personas varadas en las fronteras, miles internados en centros de detención en EU y muchísimos agredidos. Pero lo más drástico ha sido la muerte de varios migrantes y sus hijos, derivado de estas políticas de la violencia y la crueldad.
En el marco de diversas acciones (el reiterado intento de construir el muro, el aumento y fortalecimiento de la Border Patrol y ICE), sin duda una de las medidas más polémicas e inhumanas han sido las deliberadas e ilegales acciones de separación de niños migrantes de sus familias y su reclusión/aislamiento en centros de detención en EU. Recientemente en diversos medios se difundió la noticia de que durante la actual administración estadounidense se han separado a más de 5,400 niños de sus padres; y muchos de ellos, aún no se han reencontrado con sus familiares. La situación es alarmante por varias razones: se criminaliza a niños que no han cometido ningún delito, se les somete a estrés psicológico extremo al separarlos abruptamente de sus padres y familiares en un país ajeno y una lengua distinta, no se les reconoce el trato de niños en complicadas situaciones de precariedad y se les trata como delincuentes en los centro de detención. De facto tampoco se les reconoce el derecho a una vida digna y con las condiciones materiales suficientes para satisfacer sus necesidades.
Esto se da en el contexto de que, durante el año fiscal de 2019 en EU, se llegó a un registro histórico de más de 76 mil menores no acompañados que en su intento de cruzar la frontera fueron detenidos por ICE y la Border Patrol. Esto sólo es la confirmación del desprecio y xenofobia del presidente de EU hacia los migrantes y sus hijos, pero también de su absoluta indiferencia por los derechos humanos y el respecto a los marcos jurídicos de su propio país. En el caso de los centroamericanos y como lo han documentado diversos informes [1], lejos de ser “delincuentes” -como lo arguye la narrativa ficticia y discriminatoria del gobierno estadounidense-, se trata de poblaciones altamente vulnerables y precarizadas, que salieron de sus lugares de origen por causas ajenas a su voluntad y de manera forzada y contra su voluntad. Huyeron para sobrevivir y escapar de la falta de oportunidades laborales, de los salarios de hambre y la carencia de futuro, así como de los contextos de violencias relacionados al crimen organizado y las pandillas [2].